Por: Ulises Castellanos
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Patadas en la cara, dientes volando, golpes en las costillas intercalados con carcajadas y preguntas sin respuesta. Amenaza de muerte cada dos minutos, mentiras, golpes y tortura que no parecían tener fin. Así le fue a un colega fotógrafo en Veracruz, apenas hace unas semanas aquí en México.
Horas bajo “tormenta de sangre” un grupo de hombres armados por poco y mata a John Sevigny, fotógrafo norteamericano y a una mexicana amiga suya que también fue levantada con él por una probable confusión criminal. ¿Cuántos miles de desaparecidos no terminaron así por error? ¿Cuántas historias de terror hay detrás de las decenas de miles de desparecidos en nuestro país? ¿Cómo llegamos a esta pesadilla?
John Sevigny es un fotógrafo nacido en Miami con casi 20 años de trabajo a cuestas, da clases y trabaja especialmente asuntos en América Latina; por fortuna sobrevivió a esas horas de pesadilla y hoy se recupera allá en Florida. Fue fotógrafo para la AP en Monterrey allá por 2002 y conoce bien nuestro país, sin embargo, hace un par de meses tocó fondo al conocer también nuestro purgatorio nacional.
Él mismo narra el cómo lo obligaron a ponerse contra la pared para golpearlo. Lo habían secuestrado minutos antes en alguna casa de Córdoba, Veracruz; donde fue levantado junto con su amiga a punta de madrazos en una pelea desigual, donde calcula que entraron más de cinco hombres por ellos, para llevárselos en autos distintos a una misma casa de “seguridad” donde todo se pondría peor.
¿Qué clase de país es éste donde una situación así puede replicarse cada semana y la sociedad ni se indigna, ni denuncia, y ya ni reacciona?, aquí no pasa nada; ya no digamos la ineficacia que demuestra en estos temas el gobierno local o federal.
Sevigny no se guarda nada, nos cuenta cómo un hombre le metió el cañón de una pistola 9 mm en su cuero cabelludo, diciendo que lo iban a sodomizar, a matar, a cortarle los labios, los dedos ... todo. Vamos, le daban a escoger con cuál testículo podría quedarse después de que le volaran el otro.
Hoy, él está en Florida, pero así describe sus días en el presente : “Tengo pesadillas. Estoy siendo perseguido. Necesito un taxi desde West Palm Beach hasta Homestead, Florida, para escapar de los asesinos del cartel de la droga. Estoy con mi exnovia o alguna otra mujer. Nunca está claro. Pero el pánico fluye como mercurio frío en mi sangre y cuando me despierto puedo sentirlo en mis venas mientras mi corazón late con fuerza y el sudor corre por mi cara”.
Es obvio que su experiencia tendrá consecuencias psicológicas para siempre.
Admite que “supone” que no fue secuestrado por sus fotos, pero ya no está seguro. Su trabajo se orienta en registrar personas o comunidades del tercer mundo. Eso siempre te pondrá en riesgo. De hecho, es un factor permanente a tomar en cuenta hoy en día cuando se hace fotografía en comunidades aisladas. Asómense a su sitio para que vean su trabajo y juzguen ustedes mismos, si merecía pasar por todo aquello. www.johnsevigny.org
Ya en 2012 él mismo había sobrevivido a miembros de una pandilla salvadoreña que querían matarlo. Respecto de su amiga mexicana, no habla mucho, por seguridad y porque ella misma no quiere narrar lo que vivió en aquellas horas de terror.
Este “levantón” se da en un contexto de extrema violencia en el estado de Veracruz, que según datos compartidos por periodistas, en aquel territorio de pesadilla se tienen contabilizados más de 20 mil desparecidos en los últimos cinco años.
John Sevigny y su amiga vivieron en carne propia esta pesadilla por casi 40 horas, viven de milagro. Durante ese tiempo no durmieron nada, ni probaron alimento alguno, todo se iba en abusos y golpes ininterrumpidos. Al final fueron liberados sin “disculpa” de por medio. Fue una confusión que de milagro no terminó en desenlace fatal.
Sevigny nos narra esto: “la situación en Veracruz, cuyos detalles marcan mi cuerpo y atormentan mi mente, debe ser contada. El agente del FBI, Scott Dunn, quien me interrogó dos veces en la embajada en la Ciudad de México después de que escapé de Córdoba, se niega a hablar con los medios de comunicación”
Para quienes vivimos en México y conocemos este tipo de historias, nos resulta difícil dudar de la palabra de Sevigny. Pero resulta que él mismo cree que “hay gente que piensa que estoy inventando esto”; yo en cambio, le doy el beneficio de la duda y hago votos para que, en todo caso, nadie nunca, se vea atrapado en una historia similar. Aquí la cuenta de John en Instagram y Twitter ( @John_Sevigny ), por si quieren consultar sus imágenes o detalles de esta historia.
Hoy deberíamos estar hablando de sus imágenes y no de su dolor en México. Sin embargo, aquí nos toco vivir y hoy toca hablar de colegas valientes que trabajan para dar testimonio del dolor de otros. Miles de fantasmas que todavía no descansan, nos contemplan a todos y esperan respuesta. Ojalá algún día, en serio, despertemos de esta pesadilla.