No confundamos conceptos. En días recientes, derivado de la fotografía manipulada de Santiago Arau el 15 de Septiembre pasado, la discusión entre colegas se polarizó y se rebotaron argumentos en favor o en contra, que nada tienen que ver, con lo estrictamente expuesto en esta columna y otros espacios.
Vamos por partes. Como lo referí aquí mismo la semana pasada, nuestra hoja de ruta como periodistas visuales, consiste en acatar la máxima regla del periodismo que indica que no debemos tergiversar la información de la que disponemos para su difusión. Nada de trucos, nada de mentiras.
Bien, pero en tiempos de Fake News , ¿cuál es la diferencia entre “plagio’ y/o “manipulación”? Sencillo. El primero es una copia y el segundo es una mentira. Pero las dos, son faltas graves a la ética profesional del ideal que nos cobija.
Respecto del plagio, la Real Academia española es clara, el plagio es: “una idea u obra literaria, artística o científica de un autor, que se presenta como si fuera propia”. Y esto incluye a la fotografía. Ejemplo contundente: el viejo caso de Giorgio Viera que le copió una serie documental al fotógrafo de la Agencia Magnum Chien Chi Chan y que fue ampliamente documentada en 2005, cuando el propio Giorgio tuvo que renunciar a su premio mal habido en la bienal de fotoperiodismo, que adicionalmente quedó en la ruina.
Y con respecto a la “manipulación”, esto dice el diccionario: “Respecto a la norma periodística del “no mentirás” -la manipulación- contiene la condena de toda forma de propaganda ilegítima o de mentira respecto de la información” Esto derivado de agregar o desagregar datos a la pieza informativa presentada. Ejemplos muchos. Recientes, Narciso Contreras y Santiago Arau.
Así las cosas, no debe confundirse el “robo” de una idea con la tentación de mentir “manipulando” nuestras propias imágenes.
Todo esto viene a cuento, porque parece que las nuevas generaciones no entienden ciertos parámetros de conducta profesional que deben ser respetados, y sobre todo no comprenden la implicaciones a futuro que de su conducta puede repercutir en sus respectivas carreras dentro del periodismo profesional.
Entendido esto, ¿Cuáles son los retos de la nueva narrativa visual de cara al siglo XXI? Pues comencemos por dejar atrás el mito de la objetividad en el periodismo global. Es verdad que bajo esa premisa crecimos y así trabajamos en el siglo XX. Sin embargo hoy la idea de objetividad en el ejercicio periodístico está rebasada por el valor de honestidad profesional que debe regirnos a todos los periodistas.
Es probable que en estos tiempos, sigamos produciendo imagen fija con perspectiva documental, siempre buscando rostros e historias que trastoquen, comuniquen y vinculen a nuestra sociedad. Pero debemos poner por delante la responsabilidad social de comunicar con veracidad.
Muchas cosas han cambiado en el medio ambiente mediático. Las audiencias se fragmentan. La mentira tiene permiso informal y la sociedad se polariza.
Asistimos a un momento de transformación total de la hegemonía de ciertos medios. La televisión casi desaparece, los diarios son más leídos de manera digital que impresa y la radio la puedes escuchar cuando quieras sin necesidad de seguir un horario. Las redes dominan la conversación. Todo ha cambiado.
A esto, sumen a la crisis del modelo de negocio actual. Lo de hoy es la convergencia, alianzas entre medios y un periodismo de investigación, libre, oportuno y multimedia. Pero siempre basado en la honestidad y credibilidad de quién firma.
La hibridación es hoy una oportunidad enorme para los medios serios y con prestigio. Aunque en la última década han surgido innumerables sitios de divulgación informativa digital, en realidad son los medios fuertes, con historia y credibilidad los que pueden aportar más a la selva informativa.
Hoy las fronteras entre la información profesional y las “FakeNews” son porosas y fáciles de confundir por el “gran público”, sobre todo ese, que no quiere pagar por informarse y que consume cualquier cosa que le suene atractiva, sin reparar en las fuentes o firmas de quién las produce. Por ello combatir el plagio y la manipulación son fundamentales.
Los géneros informativos se mezclan y nuestras herramientas también deben expandirse, pero basadas en la ética. Hoy es vital que un fotoperiodista sepa hacer video, editar e incluso escribir, y esto aplica también para los colegas de la pluma. Ya no somos unidades únicas de producción. Donde antes “sólo” hacíamos una cosa y punto. Eso no es rentable ni aporta mucho al periodismo de hoy. Debemos diversificarnos.
Aprender nuevos lenguajes, capacitarnos siempre, y no perder nuestra capacidad de sorpresa e innovación es fundamental. La base es la honestidad. Sin ella estamos perdidos. No se confundan.
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