[Entrevista] Alejandro Marcovich: "Yo ya no hago rock... A nadie debe sorprenderle"

El guitarrista habla de su nuevo disco y reflexiona sobre los gustos calculados que muchos rockeros ostentan sobre la cumbia. Cuenta que para él es un paso lógico incursionar en esos terrenos

Francisco Hernández Ramos

  · martes 15 de octubre de 2024

De origen argentino pero mexicano por adopción mutua; poseedor de una gran fuente de conocimientos musicales, que más bien lo colocarían en el terreno de lo académico, casi en la categoría de un etnomusicólogo; más que platicador, un conversador que se sabe por momentos difícil y él lo admite, pero de una gran voluntad para enseñar y transmitir todo lo que en su acervo musical lleva consigo, como ésos profesores de la facultad que recuerdas con mucho cariño, al dejarte todo lo que pueden enseñarte.

Y precisamente a estas alturas, la historia musical de Alejandro Marcovich lo coloca como un músico de excelencia que ha pasado al estatus de maestro, donde ya no le puedes pedir que haga la próxima gran revolución del rock porque ya la hizo; en esa zona en la que muchos contemporáneos suyos no han sabido acoplarse, luego de que hace tres décadas tuvieran su momento de mayor gloria.

En el caso de Marcovich, cuando hablas con él puedes pensar a primera oída que tiene problemas con el rock, y por eso lo ha dejado ya desde hace mucho tiempo, pero en realidad termina transmitiendo la versión correcta: para él la música va más allá del rock y en América Latina tenemos una gloriosa historia musical, y no lo dice a la ligera, como algunos músicos que se ubicaban en el rock pero encontraron a la gallina de los huevos de oro, al replicar la música popular latinoamericana y llevar esa fusión al cliché total, en muchos casos.

Hace unas semanas, el guitarrista lanzó en plataformas su nuevo EP, titulado
!La gente como quiera baila!, una colección de cinco temas bien escogidos, musicalmente bien ejecutados y producidos, con una historia propia de cada track. Todo basado en la música popular mexicana.


Alejandro, ¿cómo fue el proceso de selección de los temas de este disco? Porque parece que hay una especie de resumen de lo que pudiera ser lo popular en el espectro musical mexicano en las últimas décadas. Hay guiños a bandas como La Revolución de Emiliano Zapata en su segunda época, por momentos al regional mexicano y a la balada sierreña, y en otros a la cumbia.

¿Sabes? A veces algunos miembros de la prensa buscan referencias o similitudes con artistas que yo no conozco o que no les encuentro parecido, pero tú has dicho de “la música mexicana”, y esta selección surge del amor que yo le tengo a la música mexicana. Yo nací en Argentina y el rock me llegó como a todo adolescente, a mí en los años 70. Pero mi primer contacto con la guitarra fue con el folklore argentino, y cuando llegué a México me encontré con un universo musical que no conocía, ni comprendía. Estaba la música popular que sonaba en la radio: Juan Gabriel y José José, pero estaba la parte popular, regional y en un viaje a Veracruz y Chiapas descubrí la marimba, los sones veracruzanos, luego conocí el mariachi y también el danzón y el mambo, que echaron raíces en México pero que su origen es cubano.

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“Yo tenía un grupo de rock a los 21 años de edad, pero me hallaba en ese momento en que también estaba encontrando lo latinoamericano e identificarte como latinoamericano aunque estaba el rock y empiezas a dejar de querer tocar como los ingleses con su progresivo; entonces lo latinoamericano era como un gusto culposo. Y en esa transformación comencé a escribir lo que ahora en este EP conocemos como las “Aventuras de Septimus…”, un tema a ritmo de cumbia que escribí a los 21 años, o sea hace más de 40, con mi grupo antes de Las Insólitas Imágenes de Aurora. Ahora ya no es un gusto culposo la música popular, ahora parece que a todos les gusta la cumbia. Yo traté de integrar estos sonidos a la música de Caifanes, en El Silencio (1992), y con más contundencia en El Nervio del Volcán (1994). Y además quiero que quede claro: yo ya no hago rock, ni soy un músico de rock. A nadie debe sorprenderle que en pleno 2024 Alejandro Marcovich lance un disco como éste. Es el paso lógico. Quién conoce mi discografía sabe que el disco anterior era una colección de mambo, cha cha chá y cumbia instrumental”.


“Yo ya no hago rock. A nadie debe sorprenderle que en 2024 lance un disco como éste. Quién conoce mi discografía sabe que el disco anterior era una colección de mambo, cha cha chá y cumbia instrumental”


Y claro que se puede ubicar a Alejandro Marcovich en muchas colaboraciones y lanzamientos de regional mexicano y música tropical. Ha colaborado con la Banda Maguey, con Celso Piña y con El Plan, con quiénes repite una colaboración en este nuevo trabajo.

El tema que más llama la atención es el de “Las Aventuras de Septimus…”, porque tiene un sonido cercano a Los Mirlos.

Todos dicen que suena a Los Mirlos, y alguna vez colaboré con ellos en las guitarras de “El Escape”. Son uno de los referentes que tengo, pero me llama la atención que mucha gente me diga que suena “como a Los Mirlos”, o que mis guitarras suenan a Santana y esto se debe a que no conocemos nuestra música y es muy fácil decir en el medio “qué original es Slash o Eric Clapton, y al final ni Slash es tan original ni Eric Clapton, que trae arrastrando a todos los guitarristas de blues de Estados Unidos, y en esos casos no dicen “suena a…”; hay mucho desconocimiento de nuestra música.


Te mencionaba a Los Mirlos porque después de todo es algo que todos ubican, y entrando en materia del lugar común, tu nuevo EP se escucha bien trabajado, producido y orgánico. No como esos trabajos que en los últimos años son ya un cliché, donde se hacen fusiones de cumbia con ciertos vocalistas de rock.

Ese es un punto que salta para mí, pero que quizá para muchos sea un punto ciego, como lo dijiste: las necesidades del mercado. Del impulso de los artistas en otros géneros musicales por parte de las transnacionales, y también tiene que ver con los gustos culposos de las generaciones, que sí les gusta Juan Gabriel o la cumbia, pero se ponen esta playera de “soy heavy”, “soy rocker”, y todo lo demás. El mismo Saúl Hernández, en Las Insólitas Imágenes de Aurora, alguna vez me dijo sobre el sonido de una canción: “esto suena demasiado popular”, algo así como con asco. O sea la transformación del gusto de los rockeros por esta música es un poco forzada y un poco por andar de queda bien. Ahora resulta que a todos nos gustan Los Ángeles Azules y si la compañía dice “vamos hacer un disco con colaboraciones”, y van a tocar grupos de rock, resulta que está bien cool ser un grupo de rock o cuasi rock y tocar cumbia. Te tengo una noticia: no es cool. El hecho de que Jay de La Cueva o Ximena Sariñana, a quienes respeto mucho y admiro en sus géneros, que los inviten a cantar cumbia, no es una fusión. O sea yo estoy diciendo algo que casi nadie se atreve a decir.

Es que todas esas “fusiones rock con cumbia”, son parte de la gentrificación de la cumbia, de la apropiación de la colonia Roma de lo popular, y tu disco para nada suena así; es cómo decirle al público: “A mí me late esto desde antes de todo lo que pasa”.

Tú lo dijiste: suena orgánico, y es porque yo lo tengo en mi ADN, no me llegó de repente. No es una impostación de la colonia Roma o de decir “va, ahora es cómodo, venga, hagamos cumbia… Vamos a bailar y vernos bonitos porque esto es cool, pero eso sí, no me vayas a meter a un barrio bajo de esos feos, porque eso ya no es cool”.

Y no hay manera de estar en desacuerdo. La gentrificación de la cumbia también es parte de un fenómeno que se da en lugares como la Ciudad de México, donde para los extranjeros y las clases medias altas que se apoderaron del corredor Roma-Condesa, los lugares naturales para el sonidero son invisibles, como el bajo puente de Río de los Remedios, las calles del Peñón de los Baños o la plaza pública del Palacio Municipal de Neza, donde el sonidero sale a la calle y ofrece su equipo, expertise y capacidad de convocatoria a todo aquel que quiera bailar en el lugar natural del baile: la calle misma, a cambio de algunas monedas de los asistentes.

“A mí no me causa conflicto asumirme latinoamericano… A los 21 años inventé la cumbia de Septimus y no me daba pena, apenas la grabé y es como una cúspide en mi carrera…”, agrega el músico.

El disco es un viaje que va del regional mexicano a la balada sierreña y tex mex, pasando por la cumbia y otros ritmos latinos


¿Y Septimus es un personaje real o de quién se trata?

Septimus es un pulpo de peluche que compré en Chiapas, en San Cristóbal de las Casas, donde hay mucha artesanía hecha en lana sin colores de esos como los de las “Fridas Kahlos” que quizá sean hechas en China. Para mi sorpresa es un pulpo que le falta una pata, pero no porque se le haya caído, sino porque salió así. Los pulpos tienen ocho patas, por eso se llama Septimus, en latín, como si fuera el nombre de una persona. Cuando me fui a grabar con Jair Alcalá me lo llevé de mascotita, y sus aventuras son todo un viaje en cumbia. Insisto, no son Los Mirlos, es Alejandro Marcovich y colaboradores”.

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Con cinco rolas, ¡La gente como quiera baila!, es un pequeño pero agradable viaje musical en el imaginario de Alejandro Marcovich, que va del regional mexicano con “Tumbando caña”, a la balada sierreña y tex mex de “Las Olas”; pasando por la aventuras del responsable de este viaje musical “Las Aventuras de Septimus, el pulpo de siete patas”, quién por cierto aparece en la portada, dispuesto al baile; para seguir con una versión de “Que nadie sepa mi sufrir”, para cerrar con “¡¡Eso me vuelve loco!!”, la más reciente colaboración de Marcovich con El Plan, los regios originarios de Guadalupe que ya fueron nominados al Grammy en su categoría de tex mex.

Finalmente, Marcovich agradece el interés hacia su trabajo y nos manda una selfie con el buen Septimus, antes de terminar lo que fue una conversación amena y agradable, mucho más enriquecedora que volver a platicar de Caifanes por enésima vez.