/ martes 20 de agosto de 2024

[Entrevista] Gabriela Ortiz: El milagro de la música clásica

La mexicana está poniendo en alto el nombre de su país con trabajos para danza, orquesta, ópera y música electroacústica, los cuales le han valido todo tipo de reconocimientos a nivel internacional

La compositora Gabriela Ortiz está en todos lados. Su nuevo disco Revolución Diamantina, en el que la acompaña la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles bajo su todavía titular Gustavo Dudamel, es objeto de reseñas en medios como The New York Times, BBC Music y la reconocida revista inglesa Gramophone.

Su música fue interpretada recientemente en la Ciudad de México por la Orquesta Sinfónica de Minería, bajo la batuta de Carlos Miguel Prieto, además de que la artista ha ofrecido sendos conciertos en Inglaterra, Austria y varias ciudades de Estados Unidos.

Te puede interesar: ¿Qué música escuchan Kamala Harris y Donald Trump?

Por ello platicamos con esta mexicana acerca de su proceso artístico, de las situaciones que la inspiran y de lo que la ha llevado a ser una de las mujeres más notables del panorama global de la música.


Es increíble ver cómo está la escena actual de la música clásica y encontrarse con figuras mexicanas como tú e Hilda Paredes

Efectivamente, Hilda tiene muchos años de vivir en el Reino Unido y es interesante tu anotación, porque somos tan diferentes que eso te da una óptica de la riqueza de la escena; de esta nueva generación de mexicanas, como Erica Vega, que acaba de terminar su doctorado en Oxford, además de que también están Georgina Derbez y Diana Syrse, ambas en Europa.


Hablando de tu disco Revolución Diamantina, ¿que significó para ti volver a trabajar con Dudamel en la maravillosa Sala Disney?

Creo que estoy en un buen momento de mi carrera; han sido muchos años de esfuerzo y disciplina, siempre he girado en torno de la música y nunca he aceptado puestos burocráticos ni administrativos, simplemente me he dedicado a componer y a dar clases en la UNAM… Básicamente he puesto todo mi esfuerzo en componer, por lo que ya llevo muchos años trabajando con la Filarmónica de Los Ángeles, desde que estaba Esa-Pekka Salonen en 2004, y después en 2017 comencé a trabajar con Dudamel con quien llevo cada año componiendo para ellos… En total son nueve obras para la Orquesta. Según los archivos de la Orquesta después de John Adams yo soy una de las compositoras que más trabajos ha dedicado a la Filarmónica.


¿Y cómo es trabajar con Gustavo Dudamel?

Ha sido un entendimiento increíble, primero porque él también es latinoamericano y capta el lenguaje de mis obras, tiene un talento excepcional, junto con una memoria privilegiada. Además de que ensaya muy bien y entiende la cuestión rítmica, que es muy necesaria en mis obras… Desde el principio tuvimos una grata conexión que ha dado muchos resultados y en septiembre grabaremos el segundo disco.

“Me siento muy contenta porque no sólo es Dudamel, sino también la Orquesta completa que han entendido muy bien mis obras, además de su gran trabajo con comunidades latinas que van a los conciertos, y que siempre ayuda.

Obviamente es una gran oportunidad también trabajar en la Sala Disney, con esa acústica perfecta y toda la infraestructura presente”, añade.

Revolución Diamantina es un ballet feminista donde hago una reflexión, porque me preocupan los feminicidios que ocurren en México, la violencia doméstica y los derechos de las mujeres


Estás trabajando con muchos compositores y orquestas. ¿Cambia la forma en que compones según la personalidad del director o de la misma orquesta?

El Concierto de Violín lo compuse específicamente para Maria Dueñas, quien es extraordinaria con sus 21 años de edad, ¡porque cuando estrené mi concierto tenía 19! Yo sabía que era para ella, por lo que siempre la tuve muy presente, ya conocía la energía que le podía transmitir a la obra y por cierto Dueñas fue una recomendación de Gustavo Dudamel… Ahora ya tengo oportunidad de trabajar con otras orquestas, como la de Berlín o Nueva York, soy compositora residente de la London Philharmonia y trabajo con la Orquesta de Castilla y León, y tengo la fortuna de tener trabajo con más de 80 conciertos con diferentes orquestas alrededor del mundo.

Algunos creadores dicen que trabajan para ellos, ¿compartes esa visión?

Algunos te podrán decir eso, pero para mí evidentemente hay un diálogo interno conmigo misma, que explora lo personal, pero en realidad escribo para los músicos porque son ellos quienes le darán vida a mi música. Yo sola con mis partituras simplemente me quedaría congelada, por eso siempre recuerdo lo que decía Mario Lavista, que necesita llegar el intérprete para que esto cobre vida. Siempre escribo para los músicos, porque los necesitamos, es imposible ignorarlos. La música existe sonando, de otra forma sólo está en mi cabeza. Tiene que escucharse para que exista a través del tiempo y para que eso suceda necesitamos a los músicos que producen el fenómeno acústico, ¡tiene que sonar! Y para mí es importante para quién escribo, el escuchar, porque es un acto de comunicación. Es un diálogo constante conmigo y con los músicos, y después de ellos con el público. Y eso te lo pueden contar todos los intérpretes. Cuando estás en el escenario y está lleno el auditorio, hay una energía fundamental para ese momento, necesitas esa adrenalina para darlo todo.


Asegura que además de la pasión, el trabajo y la tenacidad, para llegar lejos hay que tener mucha constancia, como en el deporte


¿Qué más te gusta? Escuchas algún tipo de música en especial, ¿y tienes algún momento para Takemitsu o Sibelius?

Cuando escucho música clásica es principalmente por trabajo, para conocer a mis colegas… ¡Pero definitivamente nos correrían a ambos si ponemos a Takemitsu en una reunión! No podría hacerlo, porque inmediatamente me clavo en la estructura, en las formas y en las razones de Takemitsu para lograr esa particular pieza. Básicamente escucho de todo, mis padres fueron fundadores de Los Folkloristas, así que rechazo ese concepto del compositor contemporáneo que sólo escucha este tipo de música. En mi caso, me encanta Perez Prado, el primer Perez Prado de los cincuentas por supuesto. Me encanta el folklore de todo el mundo, las Voces Búlgaras, Toto La Momposina, el jazz, el chiste es que tenga cierta calidad. Y por cierto, ¡me encanta el flamenco! En otra vida me hubiera encantado ser bailaora de flamenco. Mi sueño es bailar en una película de Carlos Saura con Antonio Gades.

¿Cuál crees que ha sido el secreto de tu carrera, quizá la pasión, el trabajo, la tenacidad?

Todo lo que mencionas. En primer lugar la pasión, es un privilegio hacer lo que tienes pasión por hacer, tengo una devoción por la música y eso para mí es fundamental. Desde chica, cuando veía un piano me ponía a tocar, no pedía permiso ni nada y simplemente tocaba. A los tres años de edad, le pedía a mi papá que pusiera a Cri-Cri una y otra vez. Creo que la música me eligió a mí, porque desde que tengo memoria la música era lo mío, me volvía loca. No es algo que adquirí después, siempre he vivido con la música. Desde niña, cuando ensayaban mis padres en el piso de abajo, me asomaba y me quedaba maravillada del milagro de la música durante horas y no podía dormir. Pero también está todo lo que mencionaste, hay que trabajar muy duro, mucha constancia… Es como un deporte, hay que entrenar el oído interno, desarrollar esas habilidades y es mucha disciplina. La inspiración es algo para comenzar, pero tienes que resolver todo con trabajo.

Su obra más reciente, Revolución Diamantina, ha recibido muy buenas críticas entre la crítica especializada

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“Y algo muy importante es también cómo vives tu vida… Si no vives con cierta intensidad, si no eres sensible a la vida entonces de qué vas a hablar? El artista se nutre de todo eso, de lo horrible y de lo maravilloso, viene la necesidad de decir cosas con tu voz. Te pongo el ejemplo de Revolución Diamantina, que es un ballet feminista donde hago una reflexión, porque me preocupan muchísimo los feminicidios que ocurren en México… Que exista la violencia doméstica… Aún hay muchas cosas no resueltas que violan los derechos humanos, y por supuesto los derechos de las mujeres… Esos temas están presentes en mi obra y aunque no pertenezco a ningún colectivo feminista puedo hablar desde mi obra”, agrega.

Así es Gabriela Ortiz, una mujer talentosa y valiente que, haciendo una analogía con el deporte, tiene una medalla de oro en el escenario musical global y que ha sabido ganarse un lugar con una voz personalísima.

La compositora Gabriela Ortiz está en todos lados. Su nuevo disco Revolución Diamantina, en el que la acompaña la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles bajo su todavía titular Gustavo Dudamel, es objeto de reseñas en medios como The New York Times, BBC Music y la reconocida revista inglesa Gramophone.

Su música fue interpretada recientemente en la Ciudad de México por la Orquesta Sinfónica de Minería, bajo la batuta de Carlos Miguel Prieto, además de que la artista ha ofrecido sendos conciertos en Inglaterra, Austria y varias ciudades de Estados Unidos.

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Por ello platicamos con esta mexicana acerca de su proceso artístico, de las situaciones que la inspiran y de lo que la ha llevado a ser una de las mujeres más notables del panorama global de la música.


Es increíble ver cómo está la escena actual de la música clásica y encontrarse con figuras mexicanas como tú e Hilda Paredes

Efectivamente, Hilda tiene muchos años de vivir en el Reino Unido y es interesante tu anotación, porque somos tan diferentes que eso te da una óptica de la riqueza de la escena; de esta nueva generación de mexicanas, como Erica Vega, que acaba de terminar su doctorado en Oxford, además de que también están Georgina Derbez y Diana Syrse, ambas en Europa.


Hablando de tu disco Revolución Diamantina, ¿que significó para ti volver a trabajar con Dudamel en la maravillosa Sala Disney?

Creo que estoy en un buen momento de mi carrera; han sido muchos años de esfuerzo y disciplina, siempre he girado en torno de la música y nunca he aceptado puestos burocráticos ni administrativos, simplemente me he dedicado a componer y a dar clases en la UNAM… Básicamente he puesto todo mi esfuerzo en componer, por lo que ya llevo muchos años trabajando con la Filarmónica de Los Ángeles, desde que estaba Esa-Pekka Salonen en 2004, y después en 2017 comencé a trabajar con Dudamel con quien llevo cada año componiendo para ellos… En total son nueve obras para la Orquesta. Según los archivos de la Orquesta después de John Adams yo soy una de las compositoras que más trabajos ha dedicado a la Filarmónica.


¿Y cómo es trabajar con Gustavo Dudamel?

Ha sido un entendimiento increíble, primero porque él también es latinoamericano y capta el lenguaje de mis obras, tiene un talento excepcional, junto con una memoria privilegiada. Además de que ensaya muy bien y entiende la cuestión rítmica, que es muy necesaria en mis obras… Desde el principio tuvimos una grata conexión que ha dado muchos resultados y en septiembre grabaremos el segundo disco.

“Me siento muy contenta porque no sólo es Dudamel, sino también la Orquesta completa que han entendido muy bien mis obras, además de su gran trabajo con comunidades latinas que van a los conciertos, y que siempre ayuda.

Obviamente es una gran oportunidad también trabajar en la Sala Disney, con esa acústica perfecta y toda la infraestructura presente”, añade.

Revolución Diamantina es un ballet feminista donde hago una reflexión, porque me preocupan los feminicidios que ocurren en México, la violencia doméstica y los derechos de las mujeres


Estás trabajando con muchos compositores y orquestas. ¿Cambia la forma en que compones según la personalidad del director o de la misma orquesta?

El Concierto de Violín lo compuse específicamente para Maria Dueñas, quien es extraordinaria con sus 21 años de edad, ¡porque cuando estrené mi concierto tenía 19! Yo sabía que era para ella, por lo que siempre la tuve muy presente, ya conocía la energía que le podía transmitir a la obra y por cierto Dueñas fue una recomendación de Gustavo Dudamel… Ahora ya tengo oportunidad de trabajar con otras orquestas, como la de Berlín o Nueva York, soy compositora residente de la London Philharmonia y trabajo con la Orquesta de Castilla y León, y tengo la fortuna de tener trabajo con más de 80 conciertos con diferentes orquestas alrededor del mundo.

Algunos creadores dicen que trabajan para ellos, ¿compartes esa visión?

Algunos te podrán decir eso, pero para mí evidentemente hay un diálogo interno conmigo misma, que explora lo personal, pero en realidad escribo para los músicos porque son ellos quienes le darán vida a mi música. Yo sola con mis partituras simplemente me quedaría congelada, por eso siempre recuerdo lo que decía Mario Lavista, que necesita llegar el intérprete para que esto cobre vida. Siempre escribo para los músicos, porque los necesitamos, es imposible ignorarlos. La música existe sonando, de otra forma sólo está en mi cabeza. Tiene que escucharse para que exista a través del tiempo y para que eso suceda necesitamos a los músicos que producen el fenómeno acústico, ¡tiene que sonar! Y para mí es importante para quién escribo, el escuchar, porque es un acto de comunicación. Es un diálogo constante conmigo y con los músicos, y después de ellos con el público. Y eso te lo pueden contar todos los intérpretes. Cuando estás en el escenario y está lleno el auditorio, hay una energía fundamental para ese momento, necesitas esa adrenalina para darlo todo.


Asegura que además de la pasión, el trabajo y la tenacidad, para llegar lejos hay que tener mucha constancia, como en el deporte


¿Qué más te gusta? Escuchas algún tipo de música en especial, ¿y tienes algún momento para Takemitsu o Sibelius?

Cuando escucho música clásica es principalmente por trabajo, para conocer a mis colegas… ¡Pero definitivamente nos correrían a ambos si ponemos a Takemitsu en una reunión! No podría hacerlo, porque inmediatamente me clavo en la estructura, en las formas y en las razones de Takemitsu para lograr esa particular pieza. Básicamente escucho de todo, mis padres fueron fundadores de Los Folkloristas, así que rechazo ese concepto del compositor contemporáneo que sólo escucha este tipo de música. En mi caso, me encanta Perez Prado, el primer Perez Prado de los cincuentas por supuesto. Me encanta el folklore de todo el mundo, las Voces Búlgaras, Toto La Momposina, el jazz, el chiste es que tenga cierta calidad. Y por cierto, ¡me encanta el flamenco! En otra vida me hubiera encantado ser bailaora de flamenco. Mi sueño es bailar en una película de Carlos Saura con Antonio Gades.

¿Cuál crees que ha sido el secreto de tu carrera, quizá la pasión, el trabajo, la tenacidad?

Todo lo que mencionas. En primer lugar la pasión, es un privilegio hacer lo que tienes pasión por hacer, tengo una devoción por la música y eso para mí es fundamental. Desde chica, cuando veía un piano me ponía a tocar, no pedía permiso ni nada y simplemente tocaba. A los tres años de edad, le pedía a mi papá que pusiera a Cri-Cri una y otra vez. Creo que la música me eligió a mí, porque desde que tengo memoria la música era lo mío, me volvía loca. No es algo que adquirí después, siempre he vivido con la música. Desde niña, cuando ensayaban mis padres en el piso de abajo, me asomaba y me quedaba maravillada del milagro de la música durante horas y no podía dormir. Pero también está todo lo que mencionaste, hay que trabajar muy duro, mucha constancia… Es como un deporte, hay que entrenar el oído interno, desarrollar esas habilidades y es mucha disciplina. La inspiración es algo para comenzar, pero tienes que resolver todo con trabajo.

Su obra más reciente, Revolución Diamantina, ha recibido muy buenas críticas entre la crítica especializada

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“Y algo muy importante es también cómo vives tu vida… Si no vives con cierta intensidad, si no eres sensible a la vida entonces de qué vas a hablar? El artista se nutre de todo eso, de lo horrible y de lo maravilloso, viene la necesidad de decir cosas con tu voz. Te pongo el ejemplo de Revolución Diamantina, que es un ballet feminista donde hago una reflexión, porque me preocupan muchísimo los feminicidios que ocurren en México… Que exista la violencia doméstica… Aún hay muchas cosas no resueltas que violan los derechos humanos, y por supuesto los derechos de las mujeres… Esos temas están presentes en mi obra y aunque no pertenezco a ningún colectivo feminista puedo hablar desde mi obra”, agrega.

Así es Gabriela Ortiz, una mujer talentosa y valiente que, haciendo una analogía con el deporte, tiene una medalla de oro en el escenario musical global y que ha sabido ganarse un lugar con una voz personalísima.

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