Hubo un tiempo en que la fusión del metal y la música electrónica le voló la cabeza a miles de fanáticos alrededor del mundo, quienes ávidos de sonidos salvajes y repetitivos, buscaban incursionar en viajes que a veces duraban horas y hasta días enteros.
Eso sucedió hace más o menos cuatro décadas, cuando bandas como Ministry, Front 242 y KMFDM abanderaron una movida que años después sería capitalizada por actos como Nine Inch Nails, Rammstein y Godflesh.
Pero el que pega primero pega dos veces, y uno de los que estuvo primero ahí fue precisamente el proyecto comandado por el alemán Sascha Konietzko, quien en estos 40 años ha cambiado de piel y ha visto ir y venir a decenas de colaboradores que lo han ayudado a convertirse en uno de los imprescindibles de ese estilo que parece que se niega a morir, llamado rock industrial.
Esta vez, a propósito del lanzamiento de su más reciente álbum Let Go, y de su actual gira, platicamos con la mente maestra detrás de este “no grupo” -aquí mismo nos dice por qué no es un grupo- de cómo ha logrado sobrevivir después de tanto tiempo y de los planes que tiene a corto plazo.
Sascha, KMFDM está cumpliendo cuatro décadas de vida. ¿Cómo te sientes al respecto, después de tantos años?
Para mí parece que fue ayer. Me pregunto a dónde se fue el tiempo porque en mi cabeza todavía tengo 21 años. Vaya, obviamente ya no los tengo, pero aún tengo esa sensación de simplemente hacer las cosas y de dejar ir los problemas. Eso es lo principal para nosotros.
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En su último disco Let Go, suenan más accesibles, aunque sin perder la energía característica de la banda. ¿Cómo consiguen eso?
Bueno, obviamente no sería divertido hacer el mismo álbum una y otra vez. Así que nos dejamos inspirar por muchas cosas. Y probamos otras nuevas. Por ejemplo, en la canción "Next move" tuve la sensación de que quería hacer algo como de playa de África occidental, como de baile nigeriano y combinarlo con rap y con una introducción pesada. Siempre es divertido tomar diferentes ingredientes de aquí y de allá y mezclarlos... Es casi como cocinar.
¿De qué temas están hablando en 2024? ¿Crees que lo que sucede afuera ha hecho que aborden otro tipo de tópicos?
Estamos hablando prácticamente de lo mismo que siempre. Como sabes, KMFDM no es una banda que normalmente escriba canciones de amor o que haga lo que otros artistas que escriben sobre sus problemas psicológicos. Esto siempre se ha tratado de despertar, de cantar para ti mismo, de hacer lo que quieras y aprender a vivir la vida al máximo, aunque sólo sea para ti mismo. Música para que te sientas libre.
KMFDM no es una banda que escriba canciones de amor o sobre problemas psicológicos. Se trata de despertar, de sentirse libre y de vivir la vida al máximo
¿Ves a nuevas generaciones de seguidores de la banda? En caso de que sí, ¿qué te dicen los nuevos fans?
Es interesante porque durante las últimas giras hemos tenido muchos niños pequeños en la audiencia. A veces tan jóvenes como de 10, 12 o 13 años. Y se paran en la primera fila y saben las letras de todas las canciones, lo cual es genial, porque la banda ha existido durante 40 años y siempre es refrescante tener nuevas audiencias. También hay gente que nos ha escuchado durante mucho tiempo y que de repente traen a sus hijos… Todo eso me encanta, porque no sería tan divertido estar frente a un público de gente mayor que sólo viene a vernos por razones nostálgicas.
¿Qué más nos puedes contar sobre las giras? Sé que han pasado buena parte de los últimos años sobre el escenario.
Sí, hemos girado bastante en los últimos dos años. Hicimos una gira bastante larga en 2022, luego una más corta pero bastante espectacular en 2023 y otra en marzo de este año que nos llevó por los principales mercados, y ya estamos por salir de nuevo para la primera etapa de la gira del 40 aniversario, además de que habrá más giras para 2025. Ya después de eso será momento de volver a sentarnos en el estudio para hacer un nuevo álbum… Y luego otra gira, como siempre.
Actualmente te acompañan Lucia Cifarelli, Andy Selway y Andee Blacksugar. ¿Cuáles dirías que son sus aportaciones al sonido actual de la banda?
Andy es el baterista, pero como es muy competente no sólo es un baterista, sino que también aporta mucho en términos de estructura y dinámica musical. Andee Black Sugar es un músico muy versátil que sabe cómo hacer las cosas sin que haya que hablar mucho con él; simplemente le das una idea de una canción y él sabe exactamente lo que necesita y lo que debe suceder. Creo que nunca he recibido una contribución suya que no me parezca que es la correcta para una canción, en ese aspecto él es como una especie de psíquico.
Con la discografía tan grande que tienen, deben haber canciones que ya no tocan en directo, ¿es así?
Sí, aunque para la gira del 40 aniversario estamos revitalizando canciones antiguas y vamos a tener a algunos de los músicos diferentes en cada noche, así que estará una parte central de canciones que tocaremos prácticamente todas las noches y otra extra con canciones que ya no tocábamos tanto.
Tengo curiosidad por ver qué dirección tomará la música, porque no ha habido un movimiento realmente innovador en los últimos 30 años
Hablando de canciones antiguas, antes muchos de sus tracks se daban a conocer y se volvían éxitos en los clubes, aunque creo que eso ha cambiado, porque la cultura de la vida nocturna también ha cambiado.
Sí, hubo una época entre finales de los ochenta y principios de los noventa en la que tocábamos mucho en clubes de baile y lugares así, pero efectivamente toda la naturaleza de los clubes de baile ha cambiado y los gustos de la gente también, aunque todavía recibo muchas playlist de DJs que tocan en los clubes de baile y que incluyen algo de KMFDM, lo cual es genial. De todos modos, si lo piensa, mucha de la música no ha cambiado tanto desde entonces; bandas como Ministry, KMFDM, Skinny Puppy o Nine Inch Nails siguen existiendo y seguimos teniendo más o menos el mismo sonido de aquel entonces y mucha gente aún quiere escuchar rock industrial y heavy metal y rap y R&B, por lo que tengo mucha curiosidad por ver qué pasará con el tiempo, qué dirección tomará la música, porque desde los años noventas no ha habido muchas transformaciones; no ha habido un movimiento ni una música realmente innovadora en los últimos 30 años.
¿Crees entonces que el clásico sonido del rock y el metal industrial se quedaron estancados?
Personalmente, no creo que quede mucho en el rock y el metal industrial; muchas bandas de ese estilo parecen no estar tan inspiradas. Quizá me equivoco, pero creo que no he escuchado nada emocionante de esa generación en muchos años. Y esa es una de las razones por las que KMFDM está experimentando cada vez con más influencias ajenas a la música industrial.
En todos estos años has sido el único miembro permanente de KMFDM, lo cual debe tener pros y contras. ¿Cómo vives esa situación?
Bueno, KMFDM fue una idea mía. Y tal vez fui un poco protector de mis ideas a lo largo de los años y por eso esto nunca se definió realmente como una banda, sino como una cooperación informal de personas con una puerta abierta que rotaba y eso es algo que creo que aprendí desde mis días tempranos en Chicago cuando me llevaron a Wax Trax y me impresionó tanto. De hecho muchos de los grupos que giraban en ese círculo también lo hacían de esa manera, así que eso me dio una idea de cómo hacerlo. Nunca me gustó la idea de ir a un lugar de ensayo con otros músicos y decir: ¿Qué hacemos? Fumémonos un porro y bebamos algunas cervezas porque no tenemos ninguna idea. Creo que cuando trabajo solo tengo más ideas, así que no necesito estar rodeado de gente. Puedo enviar las ideas por internet o enviar discos duros por FedEx de una ciudad a otra, lo cual funciona muy bien para mí. Por supuesto, me gusta trabajar con gente que aporta algo, como sucede con Lucía y los demás… Trabajamos de esa manera y después de varios mensajes la canción está casi lista.
Otra de las características que siempre relacionamos con KMFDM es el arte gráfico de sus álbumes, que casi desde sus inicios es un sello distintivo. ¿Cómo han logrado mantenerlo así?
Con la ayuda de Aidan Hughes, a quien conozco desde 1986, toda esa identidad es gracias a él, y por eso ahora entras a una tienda e inmediatamente reconoces cuál es un disco nuestro, es como si entraras en una tienda de conveniencia y dijeras: "Oh, esto es Coca-Cola". Simplemente sabes lo que es cuando lo ves, porque es un concepto realmente genial y si pones todos los álbumes, uno al lado del otro, dices: ‘Vaya, esto es tangible, es genial’.
¿Por qué hasta la fecha no has tocado en México, aparte de la tocada que dieron en 1992, en Tijuana?
No lo sé… Siempre quiero ir a México pero ya sabes cómo es esto. A veces recibo alguna oferta para tocar en un festival y luego resulta que no puedo ir, entre otras cosas porque tengo una hija que va a la escuela y tengo que hacer malabarismos con las cosas. Pero sucederá muy pronto. Estoy muy seguro. ¡Tengo que ir!
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¿Y recuerdas aquel show que dieron en Tijuana?
Seguro, fue el show más salvaje de KMFDM, porque la gente saltaba desde los balcones hacia el público. Fue una verdadera locura. Hasta la policía tuvo que escoltarnos de regreso a la frontera, porque decían que no era seguro para nosotros regresarnos solos, con toda esa gente tan loca (ríe).