A través de una exposición iconográfica, que nos permite acercarnos al teatro de revista y el cabaret como testimonios de otra época, podemos identificar la estética en los usos del cuerpo, los paradigmas morales y la transformación de los espacios de ocio
Con fotos, cortos de películas de cabareteras, vestidos y hasta un camerino digno de la UVA (Unión de Viejas Argüenderas), los amantes de la vida nocturna de la Ciudad de México reviven el ambiente de los night club y otros sitios de barriada, donde los capitalinos raspaban el piso, y disfrutaban como la bailarina en turno se quitaba su escasa ropa al ritmo de un bongosero.
Esto es lo que forma parte de la exposición Lentejuelas en la noche. Bataclanas, rumberas y exóticas, 1920-1960, que estará abierta hasta fines de marzo, en la Sala Internacional del Museo Nacional de las Culturas del Mundo, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Tongolelismo
La curadora de la muestra, Gabriela Pulido, propone una mirada a la evolución de las definiciones femeninas icónicas del espectáculo, dividida en tres etapas: las bataclanas (1920-1940), las rumberas (1940-1950) y las exóticas (1950-1960).
Por cualquiera de las dos entradas al recinto, el visitante se adentra en el tema. Así, uno de los accesos da a la sala de un cabaret, con su barra, sillas, escenario y fotos, pero solamente falta el olor a tabaco, el perfume barato de las habituales de esos lugares, donde se bailaba en un ladrillo.
En cambio, la otra puerta ofrece al espectador la definición de lo que son bataclanas, quienes eran las artistas que cantaba o bailaban en cabarets de baja categoría, palabra que se usaba despectivamente, pero eran herederas del teatro de revista español, un género escénico dedicado a la comedia, la crítica, la música y el canto.
El término fue adoptado del nombre Bataclán, un centro nocturno parisino a su vez inspirado en la opereta de finales del siglo XIX.
Las rumberas llegan a los escenarios de México, desde los años 40 del siglo pasado. Eran un tipo de bailarinas dedicadas a los sonidos afrocubanos, vestían olanes, faldas vaporosas y tocados de frutas. Algunas figuras del teatro y el cabaret migraron al cine nacional donde se vivía la Época de Oro de la industria cinematográfica mexicana.
Las exóticas son las últimas protagonistas de esa exposición, también bailaban en los cabarets, pero con ritmos tahitianos y hawaianos, se identificaba por sus vestuarios estampados con pieles de animales, plumas y tocados orientales. Además de una clara definición a las coreografías con movimiento más atrevidos y altamente eróticos para la época.
Una de sus máximas representantes fue Yolanda Montes Tongolele, cuyos bailes revolucionaron sexualmente la vida nocturna de la capital y la llevaron a convertirse en un símbolo en la cultura popular.
Además provocó, al salir a bailar “muy ligera de ropas”, una polémica entre el “tongolelismo” y la decencia.
Bañistas
En ese imaginario cabaret de barrio, algo similar al Barba Azul, de la colonia Obrera, se encuentra la figura de una bañista, otra categoría de estrella de la vida nocturna, quien se bañaba frente al público, con poca ropa.
Al fondo del escenario, se presentan escenas de las películas de cabareteras entre las que destaca Víctimas del pecado protagonizada por Tito Junco y Ninón Sevilla, quien con sus bailes y sin quitarse el vestido, pone como locos a los noctámbulos de La Máquina Loca.
La exuberante cubana comparte créditos en esos cortos con Lilia Prado (¡Echame las llaves!), Meche Barba, Rosa Carmina y por supuesto la sensual Tongolele.
En otra parte de la exposición, se invita al visitante a mirar cómo era un camerino a través de hoyos de una pared. La estancia es una calca del que había en el Teatro Blanquita y cuyas tiples llamaban orgullosamente la UVA.
En el muro de enfrente hay fotos de Ninón Sevilla ataviada con los trajes tribales de sus películas.
Asimismo, hay ejemplares de las revistas que presentaban semidesnudas o completamente sin ropa a las bataclanas, rumberas y exóticas del momento, como Tongolele.
Gabriela Pulido, curadora de la muestra, explicó que las imágenes sirven “como testimonios de época, para identificar la estética en los usos del cuerpo, los paradigmas morales y la transformación de los espacios de ocio”.
Así, la muestra destaca la expresión de los cuerpos femeninos y su exposición en los principales escenarios de la capital: el teatro de revista y el cabaret.
Entre las figuras destacadas de la exposición está Esperanza Iris, mexicana, actriz, cantante y creadora de un teatro en la Ciudad de México, digno de competir con La Scala de Milán.
Ella fue originaria de Villahermosa, Tabasco, y nacida en 1888, se le conoció en el medio como “La reina de la opereta”. Mujer que revolucionó la forma de hacer teatro en México.
Su trabajo y su contacto con las grandes divas nacionales de las décadas de 1920 y 1930, está contenido en la exposición a través de la recreación de los baúles repletos de vestuarios de aquellos años. “Buscamos recrear la imagen de esta vedette que inauguró un tiempo de cambio en la escena teatral mexicana”, explicó Gabriela Pulido.
En su parte final, la exposición lleva al espectador a una sala de cine en la que se exhiben películas de la Época de Oro del cine nacional, como Salón México, protagonizada por el villano Rodolfo Acosta y Marga López, pero es el Indio Fernández, quien verdaderamente baila el danzón, cuando los protagonistas ganan el concurso de baile.
¿En dónde y cuándo será la expo?
Hasta el 31 de marzo en la Sala Internacional del Museo Nacional de las Culturas del Mundo en Moneda 13, Centro Histórico, Ciudad de México.