En los 43 mil metros cuadrados que hoy ocupa el Museo Anahuacalli, Diego Rivera proyectaba un barrio similar a Montmartre, en París. Pretendía construir la Ciudad de las Artes donde tuvieran espacio talleres para la población general y estudios de artistas jóvenes como sus alumnos. El muralista inició el sueño con la creación del recinto, pero la muerte le impidió concluirlo.
Más de 60 años después del fallecimiento del pintor mexicano y de la fundación del recinto, el proyecto de Rivera se materializa con la ampliación de dos mil 900 metros cuadrados en seis naves de construcción. Se trata de un proyecto de expansión a cargo del arquitecto Mauricio Rocha que no compite con el diseño original del espacio sino que establece un paralelismo arquitectónico y estético.
La expansión del museo prioriza la plaza pública y los espacios abiertos junto a la piedra volcánica y los materiales originales, señaló Rocha en entrevista, al precisar que busca propiciar en el público una experiencia dentro del recinto. La invitación no es únicamente ver obra en salas de exposición, sino recorrer, presenciar y experimentar el espacio arquitectónico como idea básica del propio Diego Rivera.
“Partiendo de que para mí desde hace muchos años el Museo Anahuacalli es un lugar que me gusta primero por ser de Diego Rivera, segundo por su colección y luego por ser un museo donde verdaderamente se puede estar, fue muy seductor la idea de transformar con la misma piedra, hacer arquitectura que lea y entienda el contexto del lugar.
“Nuestra propuesta tiene que ver con la vegetación y materiales originales, y decidimos hacer una serie de edificios pero tratar de meterse en el cimiento y levantarlos dejando el mismo nivel de piso y techo de los edificios originales y lograr con estos edificios nuevos patios, nuevas dimensiones espaciales y nos dimos cuenta que sí podíamos tener una nueva composición”, detalló el arquitecto.
Uno de los principales atractivos de la ampliación es la bodega transitable de la colección de arte prehispánico de Diego Rivera. Este espacio hace visible al público las 60 mil piezas de diferentes culturas y épocas de Mesoamérica. Hilda Trujillo, directora del recinto, señaló en entrevista que era uno de los objetivos centrales, pues para el muralista el arte prehispánico debía exhibirse igual que el contemporáneo.
A la bodega se suman salas para talleres de arte, salones de usos múltiples, la biblioteca ampliada, una cafetería y una tienda. Se restauró también la bodega de arte construida por Juan O´Gorman que ahora servirá como área de mantenimiento; además de las oficinas administrativas. Queda pendiente, dice la directora, la construcción de una bodega para la colección de arte moderno y contemporáneo.
LA INFLUENCIA DE LA BAUHAUS
Trujillo señaló que si bien la ampliación física es importante, la intervención al museo enfatiza en el concepto que Rivera pensó para este lugar. “Yo creo que ahora estamos haciendo una relectura, junto con Juan Coronel encontramos un interés de Diego Rivera en la Bauhaus; Diego quería hacer una especie de Bauhaus en México, y basado también en la idea Olinka del Dr. Atl y la ciudad perfecta de Pompeya. Era una utopía crear la ciudad de las artes donde los artistas pudieran vivir alrededor por eso algunos de sus alumnos empezaron a comprar casas cerca del museo”.
Uno de los elementos integrales del diseño de Rocha es la piedra volcánica en diálogo con materiales urbanos como el cemento y la herrería. Si bien, dice el arquitecto, no se copia el diseño del edificio central, sí se logra una comunicación entre la modernidad y el pasado. El equipo de arquitectos tardó tres meses en encontrar la piedra de mayor similitud con la original.
Además se le dio atención especial a la vegetación, que Rivera y Kahlo consideraban indispensable en su proyecto, pues de hecho el terreno del museo sería al inicio el huerto casero de la pintora mexicana. En el área ecológica, además de plantar cientos de árboles, sólo se trazará el camino para que el público pueda visitar la zona.
ACERCAR AL PUEBLO
A partir del crecimiento arquitectónico, el museo se perfila como una especie de centro de educación. Trujillo aclaró que no busca el profesionalismo de las escuelas de arte del INBAL o de la UNAM, sino convertirse en el espacio de iniciación artística para la población. Entonces el proyecto académico se centrará en talleres de danza, teatro, baile, pintura para niños y jóvenes.
Sobre el programa expositivo, la directora señaló que se buscarán proyectos que convivan entre la colección prehispánica y el arte contemporáneo. “Diego quería que el museo fuera para la convivencia entre la gente, y eso es lo que se buscará”, señaló al precisar que se gastaron 25 millones de pesos entregados por la Cámara de Diputados hace cuatro años y el resto de recursos fueron autogenerados por el Anahuacalli y el Museo Frida Kahlo.
El museo reabrirá en octubre próximo, bajo las medidas sanitarias establecidas, aún sin mobiliario. Se prevé que para los primeros meses del siguiente año la obra esté concluida al cien por ciento.