/ sábado 10 de octubre de 2020

Hojas de papel volando | 12 de octubre, 1492 “... Del mar, los vieron llegar...”

Como que todavía no se termina por digerir la jalea a 528 años de que llegaron tres barquichuelos a lo que hoy es América.

Como que todavía no se termina por digerir la jalea a 528 años de que llegaron tres barquichuelos a lo que hoy es América. Eran una nao y dos carabelas, que a la vista de aquellos habitantes les perecieron siluetas perdidas en el mar y que luego, al acercarse, cobraban forma de casas flotantes de madera. Llegaron del norte y buscaron atracar en aguas de la isla Guanahani.

En la más grande, la nao, la más lenta, La Santa María, venía el Almirante del Mar Océano, Cristóbal Colón y 39 tripulantes; también La Pinta y La Niña, que hacían otros 90 españoles y que llegaban acá para encontrar, ser encontrados y encontrarse.

Y encontraron las puertas abiertas de par en par, porque los habitantes de la Isla eran gente cordial, sonriente, amable, que azorados los invitaron a sus casas con alegría: “Allí [Colón] vio seis casas de los mismos indios, con unos jardines alrededor tan floridos como los que hay en Castilla en el mes de mayo” según relató poco después en su crónica Hernán Colón, hijo adoptivo de Cristóbal.

Guanahani es el nombre de la primera isla en la que desembarcó Cristóbal Colón el viernes 12 de octubre de 1492. No existía América así llamada, pero sí el continente, sus habitantes y sus culturas. Guanahani estaba habitada por el pueblo lucayo o taíno y se sabe hoy que es una de las Islas Bahamas, muy probablemente la Isla Watling.

Del Diario de Colón (hoy desaparecido) el fraile y obispo Bartolomé de las Casas transcribió:

“Jueves 11 de octubre:.. A las dos horas después de medianoche pareçió la tierra, de la qual estarían dos leguas. Amainaron todas las velas, y quedaron con el treo, que es la vela grande, sin bonetas, y pusiéronse a la corda, temporizando hasta el día viernes que llegaron a una isleta de los Lucayos, que se llamava en lengua de indios Guanahani.

“Luego vieron gente desnuda y el Almirante salió a tierra en la barca armada y Martín Alonso Pinçón y Viçente Anes, su hermano, que era capitán de la Niña. Sacó el Almirante la vandera real; y los capitanes con dos vanderas de la cruz verde que llevava el Almirante en todos los navíos por seña, con una F y una Y: encima de cada letra su corona, una de un cabo de la † y otra de otro. Puestos en tierra vieron árboles muy verdes, y aguas muchas y frutas de diversas maneras.

“El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo d'Escobedo, escrivano de toda el armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dixo que le diesen por fe y testimonio como él por ante todos tomava, como de hecho tomó, possessión de la dicha isla por el Rey y por la Reina sus señores, haziendo las protestaciones que se requirían, como más largo se contiene en los testimonios que allí se hizieron por escripto. Luego se ayuntó allí mucha gente de la isla.”

(En este texto aparece por primera vez en la historia la palabra “indios”, para referirse a los habitantes de Guanahani)

A la isla la llamaron San Salvador, por aquello de que no veían el fin de aquel Mar Océano. En adelante encontraron las que llamarían Isabela, Fernandina, Juana, La Española.

Los españoles ni cuenta se dieron del famoso “encuentro” y mucho menos pensaron en “un descubrimiento”. Los navegantes creyeron llegar a las Indias Orientales: hoy India, Borneo, Sumatra, Sri Lanka y Filipinas, y supusieron haber descubierto una nueva ruta hacia las especies.

Sin embargo, la codicia llenó sus ojos cuando vieron que aquellos habitantes originales tenían puestos en su cara piezas de oro, los que ingenuamente les dijeron que en esa Isla no lo había pero señalaron hacia el lugar en donde sí. Y de ahí en adelante aquello tendría un nuevo sentido: 1.- la búsqueda del oro y metales; 2.- aquellos hombres eran propicios para la mano de obra y, por tanto, para ser esclavos.

Colón, en su diario lo dice así: “Sábado 13 de octubre:.. Y yo estava atento y trabajava de saber si avía oro. Y vide que algunos d'ellos traían un pedaçuelo colgado en un agujero que tienen a la nariz. Y por señas pude entender que yendo al sur o bolviendo la isla por el sur, que estava allí un rey que tenía grandes vasos d'ello, y tenía muy mucho.

“Domingo 14 de octubre:.. Vuestras Altezas quando mandaren puédenlos todos llevar a Castilla o tenellos en la misma isla captivos, porque con çinqüenta hombres los terná(n) todos sojuzgados, y los hará(n) hazer todo lo que quisiere(n).”

En su primer regreso a España se llevó a un grupo de ellos, para mostrarlos a Isabel y Fernando, reyes de España, como a comerciantes, integrantes de la nobleza y magnates, que también aportaron recursos para el viaje.

A la vista de lo que Colón les mostró, patrocinaron otros tres viajes: 1493, 1498 y 1502. En el lapso, los españoles se apropiaron de las Antillas al doblegar a algunos cacicazgos. Su encomienda era por el oro, los metales y nativos como mano de obra. Así que se sembró la semilla de lo que sería una conquista posterior; las armas de fuego y hierro españolas harían lo suyo.

Y volvemos a la historia del principio: la de ver estos episodios en sus propios términos. La historia está construida en base a hechos concretos. Las aspiraciones del “debió ser así” no funciona en esto.

Había en estas islas y en el continente grupos aislados –en el sentido amplio- y en amplio territorio continental culturas ancestrales ya consolidadas. Hombres y mujeres con conocimientos claros del mundo, de su historia, orgullosos de su origen y su progreso.

Eran agricultores, mineros, artesanos, religiosos, educadores; todos interesados en su pasado como fuente de su presente y futuro, con sentido de su propia identidad y también de la guerra.

Los guerreros se enfrentaban y causaban atrocidades, consolidaban alianzas y fortalecían gobiernos para el bienestar de los súbitos del tlatoani. Era un mundo hecho y derecho con gente inteligente y de trabajo; productiva, responsable de su papel en el florecimiento de su sociedad y su trascendencia; con religión propia y curtidos en las ideas, en el arte y la ciencia. Todo hecho aquí por siglos; y así la vida en la que los errores humanos se pagaban aquí mismo, por sus leyes.

Años después vendría la conquista, las luchas sangrientas, la pérdida de vidas indígenas por millares como también el nacimiento de un mestizaje que hoy caracteriza a los pueblos latinoamericanos: la reunión de las dos culturas resultó en hombres y mujeres que mantuvieron las de origen, pero ya fusionadas unas y otras. El entuerto fue doloroso.

Pueblos originarios resistieron y fueron marginados: hoy es vigente el indigenismo mexicano, descendiente de aquellos habitantes originales; los que no se doblegaron y que no entregaron ni su cultura ni su lengua ni sus costumbres, y por lo mismo, enaltecen su pasado y su presente.

Y eso: después de 528 años todavía no se digiere la jalea y se debate qué significado tiene lo ocurrido: ¿Genocidio, abusos criminales, violación a los derechos de los indígenas, sometimiento, esclavismo, saqueo, apropiación de tierras, aguas, minas, espacios propicios? Sí, los hubo. Como los había antes, también, entre culturas indígenas en periodos de expansión y sometimiento.

José Vasconcelos fue quien en 1925 nombró al 12 de octubre de cada año como el Día de la Raza (V. “ La raza cósmica”), para enaltecer los valores de las culturas de origen; para reconocer su presencia permanente y consolidada en sus valores mucho antes de la llegada española.

¿Fue un “descubrimiento de América”? Para muchos estudiosos no es así: decir “descubrimiento” es priorizar la llegada de los españoles y anular la existencia de esas culturas ancestrales y sus valores. Por tanto, no se descubrió: ambos se descubrieron... O:

Fue un “Encuentro de dos mundos”, escrituró don Miguel León Portilla: Dos culturas que luego en su sincretismo conformarían el mestizaje; dos culturas distintas que se encontraron, también en el sentido de la confrontación.

Todo ocurrió entonces aquí, en este mismo espacio en el que vivimos y en el que, a pesar de todo fue lo que fue. Sí, hay que interpretarlo y entenderlo en sus propios términos para volver a Herodoto: “Quienes no recuerdan su pasado, están condenados irremediablemente a repetirlo”:

“Oír ¡señores nuestros! No hagáis algo a vuestro pueblo que le acarree la desgracia que lo haga perecer, déjennos pues ya morir, déjennos ya perecer, puesto que nuestros dioses han muerto.”


joelhsantiago@gmail.com






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Como que todavía no se termina por digerir la jalea a 528 años de que llegaron tres barquichuelos a lo que hoy es América. Eran una nao y dos carabelas, que a la vista de aquellos habitantes les perecieron siluetas perdidas en el mar y que luego, al acercarse, cobraban forma de casas flotantes de madera. Llegaron del norte y buscaron atracar en aguas de la isla Guanahani.

En la más grande, la nao, la más lenta, La Santa María, venía el Almirante del Mar Océano, Cristóbal Colón y 39 tripulantes; también La Pinta y La Niña, que hacían otros 90 españoles y que llegaban acá para encontrar, ser encontrados y encontrarse.

Y encontraron las puertas abiertas de par en par, porque los habitantes de la Isla eran gente cordial, sonriente, amable, que azorados los invitaron a sus casas con alegría: “Allí [Colón] vio seis casas de los mismos indios, con unos jardines alrededor tan floridos como los que hay en Castilla en el mes de mayo” según relató poco después en su crónica Hernán Colón, hijo adoptivo de Cristóbal.

Guanahani es el nombre de la primera isla en la que desembarcó Cristóbal Colón el viernes 12 de octubre de 1492. No existía América así llamada, pero sí el continente, sus habitantes y sus culturas. Guanahani estaba habitada por el pueblo lucayo o taíno y se sabe hoy que es una de las Islas Bahamas, muy probablemente la Isla Watling.

Del Diario de Colón (hoy desaparecido) el fraile y obispo Bartolomé de las Casas transcribió:

“Jueves 11 de octubre:.. A las dos horas después de medianoche pareçió la tierra, de la qual estarían dos leguas. Amainaron todas las velas, y quedaron con el treo, que es la vela grande, sin bonetas, y pusiéronse a la corda, temporizando hasta el día viernes que llegaron a una isleta de los Lucayos, que se llamava en lengua de indios Guanahani.

“Luego vieron gente desnuda y el Almirante salió a tierra en la barca armada y Martín Alonso Pinçón y Viçente Anes, su hermano, que era capitán de la Niña. Sacó el Almirante la vandera real; y los capitanes con dos vanderas de la cruz verde que llevava el Almirante en todos los navíos por seña, con una F y una Y: encima de cada letra su corona, una de un cabo de la † y otra de otro. Puestos en tierra vieron árboles muy verdes, y aguas muchas y frutas de diversas maneras.

“El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo d'Escobedo, escrivano de toda el armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dixo que le diesen por fe y testimonio como él por ante todos tomava, como de hecho tomó, possessión de la dicha isla por el Rey y por la Reina sus señores, haziendo las protestaciones que se requirían, como más largo se contiene en los testimonios que allí se hizieron por escripto. Luego se ayuntó allí mucha gente de la isla.”

(En este texto aparece por primera vez en la historia la palabra “indios”, para referirse a los habitantes de Guanahani)

A la isla la llamaron San Salvador, por aquello de que no veían el fin de aquel Mar Océano. En adelante encontraron las que llamarían Isabela, Fernandina, Juana, La Española.

Los españoles ni cuenta se dieron del famoso “encuentro” y mucho menos pensaron en “un descubrimiento”. Los navegantes creyeron llegar a las Indias Orientales: hoy India, Borneo, Sumatra, Sri Lanka y Filipinas, y supusieron haber descubierto una nueva ruta hacia las especies.

Sin embargo, la codicia llenó sus ojos cuando vieron que aquellos habitantes originales tenían puestos en su cara piezas de oro, los que ingenuamente les dijeron que en esa Isla no lo había pero señalaron hacia el lugar en donde sí. Y de ahí en adelante aquello tendría un nuevo sentido: 1.- la búsqueda del oro y metales; 2.- aquellos hombres eran propicios para la mano de obra y, por tanto, para ser esclavos.

Colón, en su diario lo dice así: “Sábado 13 de octubre:.. Y yo estava atento y trabajava de saber si avía oro. Y vide que algunos d'ellos traían un pedaçuelo colgado en un agujero que tienen a la nariz. Y por señas pude entender que yendo al sur o bolviendo la isla por el sur, que estava allí un rey que tenía grandes vasos d'ello, y tenía muy mucho.

“Domingo 14 de octubre:.. Vuestras Altezas quando mandaren puédenlos todos llevar a Castilla o tenellos en la misma isla captivos, porque con çinqüenta hombres los terná(n) todos sojuzgados, y los hará(n) hazer todo lo que quisiere(n).”

En su primer regreso a España se llevó a un grupo de ellos, para mostrarlos a Isabel y Fernando, reyes de España, como a comerciantes, integrantes de la nobleza y magnates, que también aportaron recursos para el viaje.

A la vista de lo que Colón les mostró, patrocinaron otros tres viajes: 1493, 1498 y 1502. En el lapso, los españoles se apropiaron de las Antillas al doblegar a algunos cacicazgos. Su encomienda era por el oro, los metales y nativos como mano de obra. Así que se sembró la semilla de lo que sería una conquista posterior; las armas de fuego y hierro españolas harían lo suyo.

Y volvemos a la historia del principio: la de ver estos episodios en sus propios términos. La historia está construida en base a hechos concretos. Las aspiraciones del “debió ser así” no funciona en esto.

Había en estas islas y en el continente grupos aislados –en el sentido amplio- y en amplio territorio continental culturas ancestrales ya consolidadas. Hombres y mujeres con conocimientos claros del mundo, de su historia, orgullosos de su origen y su progreso.

Eran agricultores, mineros, artesanos, religiosos, educadores; todos interesados en su pasado como fuente de su presente y futuro, con sentido de su propia identidad y también de la guerra.

Los guerreros se enfrentaban y causaban atrocidades, consolidaban alianzas y fortalecían gobiernos para el bienestar de los súbitos del tlatoani. Era un mundo hecho y derecho con gente inteligente y de trabajo; productiva, responsable de su papel en el florecimiento de su sociedad y su trascendencia; con religión propia y curtidos en las ideas, en el arte y la ciencia. Todo hecho aquí por siglos; y así la vida en la que los errores humanos se pagaban aquí mismo, por sus leyes.

Años después vendría la conquista, las luchas sangrientas, la pérdida de vidas indígenas por millares como también el nacimiento de un mestizaje que hoy caracteriza a los pueblos latinoamericanos: la reunión de las dos culturas resultó en hombres y mujeres que mantuvieron las de origen, pero ya fusionadas unas y otras. El entuerto fue doloroso.

Pueblos originarios resistieron y fueron marginados: hoy es vigente el indigenismo mexicano, descendiente de aquellos habitantes originales; los que no se doblegaron y que no entregaron ni su cultura ni su lengua ni sus costumbres, y por lo mismo, enaltecen su pasado y su presente.

Y eso: después de 528 años todavía no se digiere la jalea y se debate qué significado tiene lo ocurrido: ¿Genocidio, abusos criminales, violación a los derechos de los indígenas, sometimiento, esclavismo, saqueo, apropiación de tierras, aguas, minas, espacios propicios? Sí, los hubo. Como los había antes, también, entre culturas indígenas en periodos de expansión y sometimiento.

José Vasconcelos fue quien en 1925 nombró al 12 de octubre de cada año como el Día de la Raza (V. “ La raza cósmica”), para enaltecer los valores de las culturas de origen; para reconocer su presencia permanente y consolidada en sus valores mucho antes de la llegada española.

¿Fue un “descubrimiento de América”? Para muchos estudiosos no es así: decir “descubrimiento” es priorizar la llegada de los españoles y anular la existencia de esas culturas ancestrales y sus valores. Por tanto, no se descubrió: ambos se descubrieron... O:

Fue un “Encuentro de dos mundos”, escrituró don Miguel León Portilla: Dos culturas que luego en su sincretismo conformarían el mestizaje; dos culturas distintas que se encontraron, también en el sentido de la confrontación.

Todo ocurrió entonces aquí, en este mismo espacio en el que vivimos y en el que, a pesar de todo fue lo que fue. Sí, hay que interpretarlo y entenderlo en sus propios términos para volver a Herodoto: “Quienes no recuerdan su pasado, están condenados irremediablemente a repetirlo”:

“Oír ¡señores nuestros! No hagáis algo a vuestro pueblo que le acarree la desgracia que lo haga perecer, déjennos pues ya morir, déjennos ya perecer, puesto que nuestros dioses han muerto.”


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