/ viernes 29 de noviembre de 2019

Territorio amigo | De periodismo y periodistas

Hacer periodismo en México no es moco de pavo. Es, digamos, un oficio-profesión-vocación que muchos llevan por delante en sus vidas

Hacer periodismo en México no es moco de pavo. Es, digamos, un oficio-profesión-vocación que muchos llevan por delante en sus vidas y por lo que hacen de esta tarea una forma de entenderse y entender al mundo en el que se vive. Ser periodista de tiempo completo es un honor, pero también una monserga porque no se deja de ser periodista aun cuando se duerme.

Y de pronto esto del periodismo se ha convertido en un debate de doble raya. Hoy unos dicen que el periodismo es nefasto y hacen tabla rasa con periodistas; otros dicen que es un mal necesario; otros más lo ven desde el punto de vista de las libertades y lo consideran indispensable; muchos afirman que está en sus manos la base de todas las libertades sociales: la de expresión. Y así.

Los periodistas ven todo esto como estar en la feria, y su jugada, y en donde cada uno de ellos es actor en una obra vital que se entiende sólo y sólo cuando se es periodista con todas sus letras.

Hay muchos, si, que se ponen la etiqueta de "reporter" en el sombrero, sin serlo: caravana con sombrero ajeno. Y preguntan, por ejemplo, en las conferencias matutinas del presidente López Obrador, a modo de ‘entrega total’, y halagan-arropan y hacen tru-tru con su propia dignidad. Son los que quieren la conmiseración de gobierno y los que se dejan poner en primera fila para ser muestra exacta de lo que no es el periodismo mexicano.

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El periodismo, pues, está a debate en los meses recientes, pero con debate o sin debate la tarea del periodista debe seguir, porque es urgente informar a todos lo que pasa y lo que ocurre en nuestros días, aunque en muchos casos, sobre todo para aquellos que cubren 'información peligrosa', va de por medio la integridad física, la patrimonial o la vida misma.

Esto es: 'De 2000 a noviembre de 2019, Artículo19, documentó 131 asesinatos de periodistas en México, en relación con su labor. Del total –informa- 121 son hombres y 10 son mujeres. De estos, 47 se registraron durante el mandato anterior del presidente Enrique Peña Nieto y 11 en el actual de Andrés Manuel López Obrador'.

Pero ni así: El martes 12 de noviembre, unos minutos después de rendir protesta ante el Senado --con mayoría del partido Morena--, la nueva ombudsperson de México contestó a la pregunta de un reportero respecto de los periodistas asesinados en México en los meses recientes...

... La señora Rosario Piedra Ibarra contestó: "¿Han asesinado periodistas? O sea, no…", respondió. El reportero le recordó que este año ha sido el más violento para el gremio en México: "¿No se ha enterado del asesinato de periodistas?", le insistió: "He visto lo que pasó en todos los sexenios pasados, y es algo terrible", dijo la nueva presidente de la CNDH a modo de desprecio.

Así fue desde que surgió el ímpetu informativo durante la Colonia en México y se tenían que hacer aquellas "Hojas volantes" que se pegaban en los muros del centro de la Ciudad de México a hurtadillas por temor a la persecución y muerte por la denuncia de abusos de gobierno.

Cuando en 1812 llega a la Nueva España la noticia de la Constitución de Cádiz que obligaba al virreinato a ejercer la libertad de imprenta, ésta no fue tomada tan en cuenta y continuó la persecución de periodistas propiamente dichos: Carlos María de Bustamante y José Joaquín Fernández de Lizardi, fueron hostigados y encarcelados por ejercer la Libertad de Imprenta...

Así todo el siglo XIX de surgimiento del gran periodismo mexicano, con periodistas ya hechos y derechos pero siempre bajo el estigma de que 'decir puede costar la vida', se decía. Y ocurría. Con excepción del periodo conocido como La República Restaurada, 1867-1876. Difícil camino del periodismo en el siglo en el que se dio forma al país en sus leyes, y en sus contradicciones.

El siglo XX comenzó con persecuciones a periodistas críticos. Los famosos "viajes de rectificación" a los que se enviaba a periodistas que informaban o criticaban a los gobiernos ya porfirista o constitucionalista y que eran una especie de "Ley Fuga". El viaje no tenía boleto de regreso.

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Con la creación de la carrera de periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México el 13 de mayo de 1951 y luego en muchas otras universidades en todo el país, este ejercicio adquirió rango de profesión y poco a poco sus egresados se incorporaron a tareas informativas en los distintos medios que existían entonces.

Ya al finalizar los setenta las redacciones de los medios de información eran un mundo raro. No porque estuvieran fuera de la órbita de la lógica, pero sí porque anidaba ahí un pelotón de nuevos periodistas, editores, correctores, fotógrafos, directivos, asistentes, ‘huesos’ y tanto que cada día, cada tarde y hasta muy noche se aglutinaba el mundo entero ahí.

Una redacción era, y es hoy mismo,– el resumen de lo que pasa en el mundo en un espacio del que saldrá cernida toda esa información, ideas, imágenes, voz, intensidades y lo bueno y lo malo de la historia de hoy en todo el planeta tierra. Y hay muchos esfuerzos, trabajo, corajes, gritos, carcajadas, dolores, orgullos a la vista y todo porque en las redacciones está el minuto a minuto en una nuez.

A mediados de los setenta ocurrió en México un parteaguas en lo que sería el periodismo contemporáneo de México. Con el golpe a Excélsior el 8 de julio de 1976 cuando Luis Echeverría enojado por el periodismo que ahí se hacía, hizo que Julio Scherer y su equipo de trabajo-periodistas-colaboradores salieran de la redacción.

En contraposición con la mala-obra del presidente parlanchín, habrían de surgir nuevos medios y nuevas expectativas para los jóvenes periodistas que ya se incorporaban a las redacciones.

El 6 de noviembre de 1976 nace la revista política de izquierda Proceso, dirigida al inicio por don Julio Scherer García; al año siguiente nace el periódico, asimismo de izquierda, UnomásUno dirigido por don Manuel Becerra Acosta y en 1980 la revista Razones, que dirigía Samuel I. del Villar. El Sol de México ya era una cadena periodística fuerte y vigorosa que miraba a lo lejos.

La redacción de UnomásUno era un ejemplo de modernidad y actividad febril por aquellos años. Para 1980 el periódico estaba consolidado como uno de los medios más influyentes del país. Su directiva era de primerísima línea: Miguel Ángel Granados Chapa, ni más ni menos; Carlos Payán Velver–ya hoy Medalla Belisario Domínguez--; Héctor Aguilar Camín...

En el reporteo convivían los 'viejos lobos de mar', como Carlos Ferreyra Carrasco con muchachos que veníamos de las aulas universitarias: tantos, tantísimos surgieron de esa universidad del periodismo, como fue aquel periódico...

Pero son apenas esbozos en tamaño postal de lo que al interior ocurría en un medio. La verdad es que el periodismo se hace en la calle y es en la calle en donde se encuentran los periodistas en su lucha diaria por obtener la mejor información; el mejor reportaje o la crónica inolvidable, la declaración importante... el hecho objetivo y veraz.

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La historia del periodismo en México es una gesta. Ha sido una lucha permanente en su defensa; que es la defensa de la libertad de expresión. Gobiernos van y vienen, pero el periodismo permanece. Se ha hecho con amor, con pasión, con locura y con sangre, también; con grandes dolores en el alma y en el corazón. Con tristeza, abandono y coraje: dignidad y orgullo.

Al periodista su vocación lo lleva a buscar información porque quiere informar, porque quiere darle a todos lo que sus ojos ven, lo que escucha, percibe, siente y le emociona. Porque eso es: el periodismo es emoción y es trabajo esforzado y constante.

Es saber que no es bien visto por decir la verdad y que recibe agravios y amenazas, adjetivos groseros y envenenados, pero que aun así sigue en su lucha diaria por ser él mismo-ella misma, en este mundo de contradicciones y verdades únicas.

¿Qué han muerto periodistas? Si. Muchos. Muchos siguen en lo suyo porque no sólo el reportero hace periodismo, también editores, correctores, fotógrafos, articulistas, directivos, asistentes, técnicos, operadores, trabajadores en talleres y en oficinas... Todos. Ese es el mundo al que se agravia y acusa; al que se le quiere callar; al que nunca van a callar.

"¡Extra... Extra...! ¡El periodismo mexicano vive... –en el corazón de todos los mexicanos-... Extraaaa!"

joelhsantiago@gmail.com

Lee más del autor:

Hacer periodismo en México no es moco de pavo. Es, digamos, un oficio-profesión-vocación que muchos llevan por delante en sus vidas y por lo que hacen de esta tarea una forma de entenderse y entender al mundo en el que se vive. Ser periodista de tiempo completo es un honor, pero también una monserga porque no se deja de ser periodista aun cuando se duerme.

Y de pronto esto del periodismo se ha convertido en un debate de doble raya. Hoy unos dicen que el periodismo es nefasto y hacen tabla rasa con periodistas; otros dicen que es un mal necesario; otros más lo ven desde el punto de vista de las libertades y lo consideran indispensable; muchos afirman que está en sus manos la base de todas las libertades sociales: la de expresión. Y así.

Los periodistas ven todo esto como estar en la feria, y su jugada, y en donde cada uno de ellos es actor en una obra vital que se entiende sólo y sólo cuando se es periodista con todas sus letras.

Hay muchos, si, que se ponen la etiqueta de "reporter" en el sombrero, sin serlo: caravana con sombrero ajeno. Y preguntan, por ejemplo, en las conferencias matutinas del presidente López Obrador, a modo de ‘entrega total’, y halagan-arropan y hacen tru-tru con su propia dignidad. Son los que quieren la conmiseración de gobierno y los que se dejan poner en primera fila para ser muestra exacta de lo que no es el periodismo mexicano.

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Esto es: 'De 2000 a noviembre de 2019, Artículo19, documentó 131 asesinatos de periodistas en México, en relación con su labor. Del total –informa- 121 son hombres y 10 son mujeres. De estos, 47 se registraron durante el mandato anterior del presidente Enrique Peña Nieto y 11 en el actual de Andrés Manuel López Obrador'.

Pero ni así: El martes 12 de noviembre, unos minutos después de rendir protesta ante el Senado --con mayoría del partido Morena--, la nueva ombudsperson de México contestó a la pregunta de un reportero respecto de los periodistas asesinados en México en los meses recientes...

... La señora Rosario Piedra Ibarra contestó: "¿Han asesinado periodistas? O sea, no…", respondió. El reportero le recordó que este año ha sido el más violento para el gremio en México: "¿No se ha enterado del asesinato de periodistas?", le insistió: "He visto lo que pasó en todos los sexenios pasados, y es algo terrible", dijo la nueva presidente de la CNDH a modo de desprecio.

Así fue desde que surgió el ímpetu informativo durante la Colonia en México y se tenían que hacer aquellas "Hojas volantes" que se pegaban en los muros del centro de la Ciudad de México a hurtadillas por temor a la persecución y muerte por la denuncia de abusos de gobierno.

Cuando en 1812 llega a la Nueva España la noticia de la Constitución de Cádiz que obligaba al virreinato a ejercer la libertad de imprenta, ésta no fue tomada tan en cuenta y continuó la persecución de periodistas propiamente dichos: Carlos María de Bustamante y José Joaquín Fernández de Lizardi, fueron hostigados y encarcelados por ejercer la Libertad de Imprenta...

Así todo el siglo XIX de surgimiento del gran periodismo mexicano, con periodistas ya hechos y derechos pero siempre bajo el estigma de que 'decir puede costar la vida', se decía. Y ocurría. Con excepción del periodo conocido como La República Restaurada, 1867-1876. Difícil camino del periodismo en el siglo en el que se dio forma al país en sus leyes, y en sus contradicciones.

El siglo XX comenzó con persecuciones a periodistas críticos. Los famosos "viajes de rectificación" a los que se enviaba a periodistas que informaban o criticaban a los gobiernos ya porfirista o constitucionalista y que eran una especie de "Ley Fuga". El viaje no tenía boleto de regreso.

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Ya al finalizar los setenta las redacciones de los medios de información eran un mundo raro. No porque estuvieran fuera de la órbita de la lógica, pero sí porque anidaba ahí un pelotón de nuevos periodistas, editores, correctores, fotógrafos, directivos, asistentes, ‘huesos’ y tanto que cada día, cada tarde y hasta muy noche se aglutinaba el mundo entero ahí.

Una redacción era, y es hoy mismo,– el resumen de lo que pasa en el mundo en un espacio del que saldrá cernida toda esa información, ideas, imágenes, voz, intensidades y lo bueno y lo malo de la historia de hoy en todo el planeta tierra. Y hay muchos esfuerzos, trabajo, corajes, gritos, carcajadas, dolores, orgullos a la vista y todo porque en las redacciones está el minuto a minuto en una nuez.

A mediados de los setenta ocurrió en México un parteaguas en lo que sería el periodismo contemporáneo de México. Con el golpe a Excélsior el 8 de julio de 1976 cuando Luis Echeverría enojado por el periodismo que ahí se hacía, hizo que Julio Scherer y su equipo de trabajo-periodistas-colaboradores salieran de la redacción.

En contraposición con la mala-obra del presidente parlanchín, habrían de surgir nuevos medios y nuevas expectativas para los jóvenes periodistas que ya se incorporaban a las redacciones.

El 6 de noviembre de 1976 nace la revista política de izquierda Proceso, dirigida al inicio por don Julio Scherer García; al año siguiente nace el periódico, asimismo de izquierda, UnomásUno dirigido por don Manuel Becerra Acosta y en 1980 la revista Razones, que dirigía Samuel I. del Villar. El Sol de México ya era una cadena periodística fuerte y vigorosa que miraba a lo lejos.

La redacción de UnomásUno era un ejemplo de modernidad y actividad febril por aquellos años. Para 1980 el periódico estaba consolidado como uno de los medios más influyentes del país. Su directiva era de primerísima línea: Miguel Ángel Granados Chapa, ni más ni menos; Carlos Payán Velver–ya hoy Medalla Belisario Domínguez--; Héctor Aguilar Camín...

En el reporteo convivían los 'viejos lobos de mar', como Carlos Ferreyra Carrasco con muchachos que veníamos de las aulas universitarias: tantos, tantísimos surgieron de esa universidad del periodismo, como fue aquel periódico...

Pero son apenas esbozos en tamaño postal de lo que al interior ocurría en un medio. La verdad es que el periodismo se hace en la calle y es en la calle en donde se encuentran los periodistas en su lucha diaria por obtener la mejor información; el mejor reportaje o la crónica inolvidable, la declaración importante... el hecho objetivo y veraz.

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Al periodista su vocación lo lleva a buscar información porque quiere informar, porque quiere darle a todos lo que sus ojos ven, lo que escucha, percibe, siente y le emociona. Porque eso es: el periodismo es emoción y es trabajo esforzado y constante.

Es saber que no es bien visto por decir la verdad y que recibe agravios y amenazas, adjetivos groseros y envenenados, pero que aun así sigue en su lucha diaria por ser él mismo-ella misma, en este mundo de contradicciones y verdades únicas.

¿Qué han muerto periodistas? Si. Muchos. Muchos siguen en lo suyo porque no sólo el reportero hace periodismo, también editores, correctores, fotógrafos, articulistas, directivos, asistentes, técnicos, operadores, trabajadores en talleres y en oficinas... Todos. Ese es el mundo al que se agravia y acusa; al que se le quiere callar; al que nunca van a callar.

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joelhsantiago@gmail.com

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