Madrid, 5 feb (EFE).- Para el artista estadounidense H.C. Westermann habitar la vida era "construir, un constante obrar", y así se pone de relieve en la gran retrospectiva que el Museo Reina Sofía le dedica, la primera en España, con 130 obras, la mayoría en madera, un trabajo monumental, una obra "de ebanistería perfecta".
Para el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, la exposición "H.C. Westermann: Volver a casa" "recupera a un artista difícil de calificar y desconocido para el público. Un artista de artistas, con una obra coherente, y poco conocido por las limitaciones del arte, por cómo el arte se ha transmitido".
La exposición de Westermann (Los Ángeles, EE. UU., 1922 - Danbury, Connecticut, EE. UU., 1981), presenta 130 obras realizadas entre 1954 y 1981, en su mayoría esculturas de madera, pero también grabados, dibujos, cartas y pinturas de su primera etapa artística.
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Una obra que sin pertenecer a las principales corrientes de su época, como el minimalismo, el expresionismo abstracto o el pop art, también cuestiona desde su singularidad cuestiones como la condición humana y las preocupaciones de la sociedad estadounidense de mediados del siglo XX, como la Guerra Fría, el consumismo y la cultura de masas.
Westermann con sus obras se transforma en cronista de los disparates, cronista de una época, refleja sus tensiones, pero con sentido del humor, subrayó el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, para quien Westermann se define con tres palabras: "Excentricidad, artesanía y habitar".
La muestra, la mayor retrospectiva que se ha hecho en Europa del artista, está comisariada por Beatriz Velázquez y el propio Borja-Villel y recoge un panorama crítico. Algunas de sus obras muestran su experiencia como "marine" durante la Segunda Guerra Mundial a bordo de un portaviones, como la que refleja en sus "Barcos de la muerte" ("Death ships").
Esculturas y obra de papel de veleros, vapores, buques mercantes o de guerra. Algunos de ellos escondidos hasta en un ataúd. Todos presagian un destino fatal.
Pero también esta actitud crítica se refleja en la impresionante serie de 18 litografías "See America First" (Primero conozca América), de 1968, que toma el eslogan de una campaña de turismo de principio del siglo XX que animaba a los ciudadanos estadounidenses a explorar su propio país en vez de viajar a un país extranjero.
Se trata de estampas abstractas o de resonancia pop o de cómic, con figuras de la cultura popular y suburbana, creando una historieta casi "underground".
En esta misma línea se encuentran los linóleos "Desasters in the Sky" (Desastres en el cielo), de 1962.
La muerte y el trabajo continuo es una constante en la obra del artista, como destaca la comisaria Beatriz Velázquez. "La practica artística supone un hacer, un construir permanente. A través de él se entiende que una persona es en el mundo en la medida en que habita y habita en la medida que construye su espacio, su habitación, su abrigo".
Y esta construcción, este habitar en el mundo, Westermann lo lleva a la creación de sus cajas, casas y cuerpos. Primero, en los cincuenta se dedica hacer figuritas dedicadas a la esterilidad de la vida moderna, que va alternando con estatuas de medio tamaño, donde a menudo el cuerpo es una carcasa incapaz de dar cobijo.
Luego construye la caja como morada para el hombre. Aquí destaca "Memorial to the Idea of Man If He Was an Idea" (Monumento a la idea del hombre si él fuera una idea), de 1958, que resume el fracaso del refugio en la casa y cuerpo.