on los 52 objetos rituales de resina de copal, correspondientes a la época precolombina, encontrados en 2007 al interior del cráter del lago de La Luna del Nevado de Toluca, se creó un archivo arqueológico acuático.
Roberto Junco, titular de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia, explicó en entrevista que esta es la primera vez que se crea en México un archivo arqueológico in situ para bienes culturales sumergidos.
El equipo de especialistas siguió la filosofía de que los materiales arqueológicos es mejor dejarlos en el lugar donde fueron descubiertos “Estos objetos que fueron extraídos en el 2007 y después estudiados, dieron información muy importante sobre el fechamiento, acerca de su propia resistencia en el aire, la conservación, una serie de situaciones que se lograron investigar y se depositaron en este archivo, en estas cajas, donde se documentaron perfectamente y ahí se van a conservar. Tambiénes como una forma de respeto a lo sagrado, porque en su momento fueron ofrendas que dejaron civilizaciones pasadas”.
Información del INAH arroja que las pruebas de carbono 14, realizadas por especialistas del Instituto de Física (IF) de laUNAM, ubican la temporalidad de las piezas entre los años 1216 y 1445 D. C., coincidentes con la hegemonía matlatzinca del valle de Toluca, vigente entre 1162 y 1476, y a la cual siguió la dominación mexica del área,
El arqueólogo explicó que exhibir esas piezas para que el público las aprecie es viable por lo delicado del material del que están hechas. “Sería un problema hacer eso. Hemos hecho fotometrías de esos materiales, buenas fotografías que dan cuenta de su estado. Si permanecen en la superficie se podrían hacer hasta polvo, tenemos que cuidar su temperatura”.
A más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar y en clima que promedia los tres grados celsius, se preservarán los objetos al ser devueltos al lugar donde se hallaron.
“La cantidad de oxígeno disuelto hacen que estén de maravilla. Durante las exploraciones, me tocó ver las pencas de maguey de 700 años de antigüedad, verdes, es como un refrigerador gigante y estos materiales vuelven a su lugar después de más de 10 años cuando cumplieron su función con la arqueología”, expresó el arqueólogo Roberto Junco.