Una de las partes del cuerpo humano más queridas por todos es el corazón. De éste se ha dicho todo, o casi todo: “A barriga llena, corazón contento”; “El corazón late a la izquierda”; “Corazón-corazón, corazón: no me quieras matar corazón...”; “... con sombras necias, con indicios vanos: pues ya en líquido humor viste y tocaste, mi corazón deshecho entre tus manos.”
En la música, en la plástica, en el cine, en la literatura, en las grandes artes y las artes menores nunca falta la alusión a ese músculo querido como es el corazón que nos llena de sangre las venas, que la impulsa, que nos mantiene firmes y dispuestos a dar la batalla por la vida, porque él está con nosotros y nosotros con él.
Pero eso: le cargamos todo: le atribuimos todo: lo llenamos de responsabilidades. De pasiones. De locuras. De amores y desamores. Él aguanta todo. Y sigue latiendo. Está así desde que nacemos, cada día, minuto a minuto y segundo a segundo: Nace con nosotros para ayudarnos, aunque no nos escogió para su propia vida...
Así que un día, para algunos, el corazón se cansa un poco y entonces manda señales de que está agotado y requiera ayuda. Y hay que dársela. Pero uno sólo no puede. Hay expertos e Instituciones con sabios del corazón.
Es el Instituto Nacional de Cardiología-Dr. Ignacio Chávez. Uno de los centros de excelencia nacional y mundial para atender dolencias del corazón, en el sentido médico-científico-tecnológico-de investigación y desarrollo profesional y de alta calidad.
Este Instituto Nacional de Cardiología (INC) que recibe a adoloridos del órgano vital nació el 18 de abril de 1944. Fue en la avenida Cuauhtémoc, por entonces avenida de La Piedad, e inaugurado por el ex presidente Manuel Ávila Camacho y su Secretario de Salubridad y Asistencia, el doctor Gustavo Baz Prada.
En su historia, el mismo INC apunta la llegada de grandes maestros de la cardiología, sobre todo el doctor Ignacio Chávez Sánchez, quien desde 1924 fundó la primera área de cardiología del Hospital General de México, que dirigió hasta 1944. Y luego fundador del Instituto Nacional de Cardiología en 1944, al que dirigió hasta 1961... En su honor el Instituto lleva su nombre.
Ahí se han llevado a cabo grandes avances médicos, científicos y tecnológicos. Todos ellos detallados en su propia información: Importantísimos para la salud humana y para la ciencia en la materia: grandes aportaciones al mundo han surgido de ahí.
En 1971 era su director el doctor Jorge Espino quien inicia el camino para lo que habría de ser el nuevo Instituto. El Gobierno Federal entregó 62 mil metros cuadrados en Tlalpan. El 13 de marzo de 1976 el doctor Ignacio Chávez con el entonces presidente, Luis Echeverría, colocan la primera piedra del gran proyecto. El 17 de octubre de 1976 se inaugura oficialmente el nuevo Instituto Nacional de Cardiología en el sur del Distrito Federal.
"La característica principal de este Instituto, primero en su género en el mundo, es su carácter polifacético, con una visión integral del problema cardiológico. La que fue y sigue siendo un Centro Hospitalario para la atención del enfermo de escasos recursos; un gran Laboratorio de Investigación (de ciencia básica y de tipo clínico aplicada); y una Escuela Superior en donde se enseña la Cardiología en sus diferentes grados..."
Y todo esto es porque el 29 de septiembre es el Día Mundial del Corazón y para relatar a ustedes una jornada particular:
De pronto el corazón manda señales, y me envió algunas de ellas, preocupantes: acudí a un médico para entender las razones y fui avisado: había un bloqueo por ahí, una falla que podría tener consecuencias para la vida de un periodista que vive en lo suyo alentado por su afán de decir verdad, como es este caso.
Pedí ayuda a ese amigo que es de todos los periodistas; profesional de la comunicación social y que se pone de pie para ayudar a los colegas con la mano extendida y a quien, por esto y más, respetamos y queremos: Carlos Olmos Tomasini. Él acudió al doctor Alejandro Mohar para pedir auxilio por mí.
El doctor Alejandro Mohar Betancourt, es el titular de la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad de la Secretaría de Salud desde diciembre de 2018. Eminente médico-investigador en materia de oncología y otras disciplinas médico-científicas para la cura del cáncer, acudió pronto al llamado y me envió inmediato al Instituto Nacional de Cardiología. Lo hizo por mí. Lo hace por quien lo necesite, porque es sensible al factor humano.
En el Instituto Nacional de Cardiología-Dr. Ignacio Chávez me recibió el doctor Jorge Gaspar Hernández, su director general. Lo que recibí de él fue ayuda, auxilio y cordialidad; un absoluto sentido de lo humano, cargado de conocimiento médico, científico y, por lo mismo, titular de una de las Instituciones médicas más prestigiadas de México y el Mundo: Cardiología.
Me recibió a las diez de esa mañana: Me atiende con seriedad pero también con una gran sensibilidad al percibir a quien llega ahí nervioso, con ese algo que ocurre en el corazón y que puede ser la vida o no. Un hombre sencillo, bueno y sabio está ahí: al frente: de frente.
Su evaluación fue inmediata: había que arreglar el desajuste e intervenir. Me citó para unos días más; hacer estudios preparatorios y los que se consideran en estos casos. Y siempre, en todo momento, desde mi ingreso a la Institución recibí cordialidad, solidaridad, afecto de todos: médicos, pasantes, internistas, enfermeras que lo saben todo y junto con su sapiencia saben sonreír a ese paciente que lo único que quiere es meter la cabeza debajo de la almohada y pensar que eso no está ocurriendo, que es una pesadilla...
Y llegó el día. La familia solidaria y querida siempre ahí: todos: Nada sin ellos: todo por ellos. Pero con todo y todo nada peor para un ser humano que ese trasladado en camilla hacia la sala de operaciones 4; una carrera que uno quisiera detener pero que sigue y sigue y uno apenas percibe murmullos externos al paso, luces del techo, elevadores que se abren y cierran, puertas que asimismo se abren y cierran: luces y luces y una sala de estancia previa...
Ser o no ser; salir ileso o no; seguir aquí o en otra parte lejos del mundanal ruido: todo eso se piensa en ese momento terrible de raciocinio humano.
Y de pronto ya ahí, dispuesto todo: Se escucha el murmullo respetuoso de médicos, enfermeras, técnicos, asistentes y más.
El doctor Jorge Gaspar Hernández llega puntual para iniciar lo que sabe hacer por su propio esfuerzo y por la mano divina. Y lo hizo. Sólo pude verlo a él y ver a dos de sus apoyos, el doctor Joaquín Jiménez y al doctor, Eduardo Bahena: dos jóvenes médicos que ya saben de qué pie cojean los corazones y quienes tienen toda la vida por delante en su ya sabiduría y bonhomía de hoy para curar muchos corazones, cientos de corazones. Y por ahí está esa mujer que tiene la cordialidad a flor de piel: Angelina Nolasco, enfermera experimentada y de gran cordialidad.
En los ojos del doctor Gaspar pude ver su sentido humano, que va más allá de su responsabilidad institucional porque en ese momento es un ser humano que va en busca la salud para otro ser humano. Seres humanos ahí, todos ellos, dispuestos a resumir su conocimiento para hacer que ese paciente siga caminando-pasos-caminando.
Adriano dice:
“Es difícil seguir siendo emperador ante un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre. (...) Hermógenes es sabio, y tiene también la sabiduría de la prudencia; su probidad excede con mucho a la de un vulgar médico de palacio. Tendré la suerte de ser el mejor atendido de los enfermos.” (“Memorias de Adriano”, Marguerite Yourcenar)
Hasta hoy todo está bien. ¿Qué sigue? Nadie lo sabe. Por lo pronto salí airoso del evento. Firme y fuerte. Y más confiado en el ser humano; ese que salva vidas y en la medicina, la ciencia y tecnología.
Hoy sé que frente a aquellos criminales que quitan vidas en este México violento que no para, en contraposición están hombres y mujeres que están ahí para salvar vidas; para trabajar afanosamente en ayudar a la subsistencia y en entregar su propia larga vida por otros hombres y mujeres que lo único que quieren es seguir un poco más aquí.
Ellos lo hacen y lo hacen bien, porque lo hacen de todo corazón. Y, de todo corazón: ¡Gracias a todos!
joelhsantiago@gmail.com