José Chávez Morado, uno de los grandes pintores y muralistas mexicanos

Redacción El Sol de México

  · jueves 5 de enero de 2017

El pintor mexicano José Chávez Morado formó parte del movimiento muralista mexicano.

El pintor mexicano de corriente nacionalista José Chávez Morado formó parte del movimiento muralista mexicano, y fue también grabador, promotor y asesor cultural, dejando una valiosa aportación en el terreno de la creación de instituciones educativas, impulsando la cultura en México y en su estado natal.

Expresó en vida que lo que más le gustaba del muralismo era su contacto permanente con el espectador. “Los murales son obras hacia las que el público tiene la misma actitud que a veces tenemos con los miembros de nuestra familia o con amigos muy cercanos: a fuerza de verlos y convivir con ellos parece que no los tomamos en cuenta, pero lo cierto es que están ahí y que sin ellos nuestra vida sería distinta”.

El pintor galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1974 dejó en su obra un legado de mensaje social y de gran riqueza para el arte mexicano, además de una muestra de su convicción revolucionaria. Fue exponente de la tercera generación de la denominada Escuela Mexicana de Pintura, junto con Juan O’Gorman, Raúl Anguiano y Alfredo Zalce.

En la década de los cincuenta del siglo XX, José Chávez Morado alcanzó la cúspide en su producción mural: en su haber cuenta con cerca de una treintena de murales, entre los que destacan los ubicados en Ciudad Universitaria (El retorno de Quetzalcóatl, La conquista de la energía, y La ciencia del trabajo), la Alhóndiga de Granaditas (Guanajuato), el Museo Nacional de Antropología, el Centro Médico Nacional, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, entre otros.

Críticos de arte consideran que la trayectoria artística de Chávez Morado no puede verse de manera aislada a sus preocupaciones políticas, las cuales lo llevaron a ingresar, en 1936, a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), organización que se pronunciaba en contra del fascismo y del imperialismo y cuyas actividades se encontraban estrechamente vinculadas a la clase trabajadora.

Al interior del grupo, el maestro realizó numerosos grabados de fuerte contenido crítico contra la represión que fueron publicados en el periódico Frente a Frente. En 1938, al disolverse la organización, se unió al Taller de Gráfica Popular, en compañía de Alfredo Zalce, Pablo O’Higgins y Leopoldo Méndez, entre otros.

De la década de los cuarenta destacan algunas obras definitivas en su producción de caballete, en las que acentúa las raíces indígenas, mestizas y criollas, las faenas del campo, carnavales y festividades religiosas o de carácter civil que se mezclan con elementos fantásticos; ejemplo de ello es el óleo México negro (1942), que hace referencia al dominio español sobre el pueblo indígena.

Además de pintor, destacó como educador, museólogo y coleccionista de obra de arte y arqueológicas. Compartió con su generación el afán por ocuparse más de trabajos concretos y de organizar instituciones de producción artística y de proyectos de espacio público popular que de las glorias y las famas personalizadas. Tuvo una formación distinta de sus compañeros que trabajaron en un proceso de consolidación del Estado-nación.

En el texto José Chávez Morado para todos internacional, una entrevista que el cronista Carlos Monsiváis le realizó al artista, José Chávez Morado comentó que para él, el realismo no existía y que buscaba apoyarse en lo que veía.

“Creo que todos los muralistas hemos usado mucho el rebote. Le pegas a la historia, la usas como referencia al presente, y de ese modo metes a veces críticas de contrabando. Pero si el público no capta esas referencias, entonces se habla no de un realismo sino más bien de símbolos, de figuras o de lenguajes convencionales; pero realismo, realismo, no ha existido nunca”.

En la misma charla, Chávez Morado mencionó que se relacionó con los símbolos creándolos. “Encuentro el gran caudal de símbolos en lo prehispánico, y en general en la historia mexicana. Mi pretensión es acudir a su fuerza, a su don de permanencia, aunque al respecto no me hago ilusiones. Cualquier simbolismo de una época pierde luego su vigencia”.

De este artista se dijo que nunca se encerró en una torre de conceptos políticos y sociales, sino que logró una pintura equilibrada, gozosa y fuerte mediante la sobriedad y economía de medios. En vida, la crítica de arte Raquel Tibol, señalaba que la obra pictórica de José Chávez Morado era intensa, legítima y profunda.

Mientras que para Teresa del Conde, Chávez Morado fue un pedagogo y promotor cultural consumado. “A Chávez Morado hay que recordarlo, entre otras cosas, como xilógrafo y litógrafo de excelencia y como diseñador de programas de alcance masivo; sirva como ejemplo el que implantó en la Escuela de Diseño y Artesanías del INBA. Estaba obsesionado con la valía de las artesanías auténticas”, apuntó en un texto.

Fue impulsor de la corriente de integración plástica, además de promotor cultural y fundador de varios museos en Guanajuato. En su honor se abrió el Museo Olga Costa-José Chávez Morado, en la que fue su casa en la capital de su estado natal, inaugurado en 1993, ubicado en una antigua noria, Pastita No. 158, Torre del Arco, y que fuese una casa habitación de los maestros.

Junto con su esposa, la pintora Olga Costa, Chávez Morado decidió donar, en 1975, su colección de arte prehispánico al Museo Regional de la Alhóndiga de Granaditas y la de arte colonial y popular al Museo del Pueblo de Guanajuato.

Hijo del comerciante José Ignacio Chávez y Luz Morado, José Chávez Morado hizo sus estudios básicos en la primaria conocida como Niño Nati, al concluir el sexto grado comenzó a trabajar en la Compañía de Luz de Silao, después logró un empleo en Ferrocarriles Nacionales de México, donde desarrolló el gusto por el paisaje mexicano.

A la edad de 16 años emigró a Estados Unidos, donde trabajó como peón en California, y después a Canadá, donde se dedicó a la pesca de salmón. Fue en esa época cuando consolidó su inclinación por las artes plásticas. Su gusto por el dibujo lo llevó a tomar clases nocturnas en la Chouinard School of Art, época en la que vio pintar a José Clemente Orozco su mural Prometeo, en el Pomona College, de Los Ángeles, California.

Regresó a México en 1931, para apoyarlo, su padre le abrió una tienda de abarrotes, la cual quebró. En 1934 se inscribió en la Escuela Central de Artes Plásticas (Academia de San Carlos), donde tomó clases de grabado con Francisco Díaz de León, de pintura con Bulmaro Guzmán y de litografía con Emilio Amero. Años después en 1949, viajaría por Europa en plan de estudio.   Sus primeras labores en el ámbito pictórico fue la realización de caricaturas que hacía de las personas con las que convivía, a quienes se las vendía.

Como grabador tuvo dos vertientes: el de compromiso político y el de carácter social con motivaciones personales y en su pintura, el tema más recurrente es la figura humana y su entorno más frecuente es el paisaje de la provincia mexicana, con sus costumbres, sus bailes y mascaradas, así como la religiosidad popular.

Entre sus actividades profesionales y académicas estuvo su trabajo como maestro de dibujo en escuelas primarias y secundarias, su participación en la Asamblea Nacional de Productores de Artes Plásticas, en el Teatro de la Ciudad de México (1936). En 1941 fundó con un grupo de grabadores y pintores la Galería Espiral en la Ciudad de México.

En 1945 fue maestro de Pintura de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, de la UNAM. Profesor de Litografía en la Escuela de Artes del Libro, y profesor de la Escuela de Pintura y Escultura la Esmeralda.

De 1962 a1966 se encargó de la dirección de la Escuela de Diseño y Artesanías del INBA; de 1970 a 1980 fue director del Museo Regional de Antropología e Historia, asesor cultural del Museo del Pueblo de Guanajuato, esto en 1979.

Fue miembro fundador de la Sociedad de Arte Moderno (1944), miembro fundador del Salón de la Plástica Mexicana (1949) y miembro de la Academia de Artes a partir de 1984.

Otro recinto, también ubicado en Guanajuato es el Museo José Tomás y Chávez Morado, su casa natal, inaugurado 22 de octubre de 1999, cuyo acervo se integra por más de 400 piezas entre pintura, escultura, grabado y dibujo de los dos artistas.

Otras de las importantes obras de José Chávez Morado son el tablero pintado al óleo con el tema Expresión cultural de Mesoamérica y el grabado en la columna- Paraguas del Patio Central del Museo Nacional de Antropología, en 1964. Así como los relieves en la fachada de la Cámara de Diputados, que decoró con planchas de cobre, en 1981.

En su obra de caballete se pueden mencionar Cuenteros, Danza de muerte, México Negro, Don Quijote, Casa en la Noche, Muerte del danzante, Las Glorias, Síntomas de la decadencia, y La independencia.

El Premio Nacional de Artes Plásticas montó sus primeras exposiciones en 1946, en la Galería de Arte Mexicano, en 1944. A partir de entonces su obra ha sido expuesta en recintos del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así como en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además de foros internacionales.

Algunas de sus exposiciones fueron: José Chávez Morado: Proyectos Murales, en el Salón de la Plástica Mexicana, (1950); Chávez Morado: Apuntes de mi libreta, Galería José Clemente Orozco, (1976); Chávez Morado, Olga Costa: Exposición Homenaje, en el Salón de la Plástica Mexicana (1983); Chávez Morado: Exposición retrospectiva, en el Museo del Palacio de Bellas Artes (1988).

Posterior a su fallecimiento se montaron José Chávez Morado: Dibujo y grabado en papel, en el 31 Festival Internacional Cervantino, en 2003; José Chávez Morado: En memoria, en el Museo de Arte Moderno (2004), y José Chávez Morado: Una mirada de México, ésta en el Instituto de México en España, Madrid, en 2011.

Falleció el 2 de diciembre de 2002, a los 93 años, en su casa de Guanajuato. En el jardín del Museo Olga Costa-José Chávez Morado reposan las cenizas del pintor junto a las de su esposa.

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