Durante las últimas décadas, la cumbia -en todas sus vertientes- ha sido retomada por las nuevas generaciones que la han reimaginado, reinventado y fusionado con muchos estilos, para llevarla por todo el continente americano y más allá.
Así, hemos escuchado todo tipo de propuestas, muchas de ellas realizadas con la ayuda del sampleo y producidas con las facilidades que brindan el software y otras herramientas digitales, y en ocasiones presentadas por uno o dos artistas, acorde con los tiempos de practicidad e inmediatez que vivimos.
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¿Pero qué pasa cuando de pronto volvemos a escuchar una banda de músicos, con instrumentos reales, ya sea en una grabación o arriba de un escenario? Que la magia de la música en vivo se reafirma como un lenguaje único e insustituible.
Eso lo saben los integrantes de La Delio Valdéz (LDV), conjunto argentino que además se da el lujo de presentarse con un formato de hasta 16 músicos que enriquecen su sonido con la integración de saxos, clarinetes, trompetas, trombones, güiros y timbales, entre otros instrumentos que los convierten más bien en una orquesta, como en realidad se presentan.
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Desde su fundación en 2009, LDV retoma la gran tradición orquestal del continente, basada en una organización cooperativa que recuerda a las orquestas de tango de la década de los cincuenta y que se inspira en las grandes orquestas caribeñas, que brillan por su despliegue “potente y arrollador”, como ellos lo llaman.
En todos estos años, el conjunto ha ido conquistando cada vez más espacios, primero en el Cono Sur, después de otros puntos del continente americano, incluido México, y más recientemente algunas ciudades europeas, que también se han dejado conquistar por la potencia y el colorido de su propuesta.
Y de todo ello nos hablaron tres de sus integrantes: Pablito (trompeta), Pablo Broide (saxo) e Ivonne (voz), comenzando por los pros y contras de ser un grupo tan numeroso en tiempos donde se privilegia la practicidad:
“Bueno, La Delio desde que arrancó siempre fue una banda numerosa, teniendo como mínimo diez integrantes, lo que siempre nos hizo una especie de rareza, pero que para nosotros es una ventaja, porque somos muchas cabezas tirando para el mismo lado y así tenemos un empuje mucho más fuerte que si fuera una banda en la que solo hay un líder y los demás sólo lo siguen; entendemos que este formato no entra en la lógica del mercado de ahora, donde lo que el más importaría sería abaratar los costos y repartirlo todo entre menos gente, pero nosotros privilegiamos de otra manera el trabajo; preferimos hacerlo a nuestro modo y eso es algo que se refleja también en el sonido, porque somos mucha gente comprometida con un proyecto que le pertenece a todos”.
Desde sus inicios eligieron tener una sonoridad más relacionada con las orquestas tradicionales, principalmente con instrumentos acústicos, lo que les da la posibilidad de sonar sin enchufes
Una banda que puede sonar sin enchufes
Si bien concuerdan con que musicalmente el mercado privilegia aquellas propuestas en las que se tira una pista desde una computadora y hay un solo rostro que es el más visible, en su caso eligen tener una sonoridad más relacionada con las orquestas tradicionales y principalmente con instrumentos acústicos, lo que les da otro superpoder: Son una banda que puede sonar sin enchufes.
“De hecho nos ha pasado, que se corta la luz de repente y nada, nosotros seguimos tocando porque eso te lo permite la vibración del aire y los instrumentos acústicos”, agregan.
Este 2024, la orquesta vuelve a México para tener una participación especial en el Festival Pa´l Norte y visitar Puebla, Guadalajara y la CDMX, donde tocarán junto a Son Rompe Pera
Pablito enfatiza el hecho de que LDV destaca por ser una banda en la que predominan los vientos, a diferencia de muchos conjuntos de cumbia del continente, cuyo sonido se basa más en la guitarra, el acordeón o los sintetizadores:
“Eso nace de las referencias que tenemos de las orquestas de los años cincuenta y donde puedes soplar fuerte, tanto como quieras, sobre todo si eres joven… Y claro, LDV tiene bajo y guitarra eléctrica, timbal y otros instrumentos que fuimos incorporando, porque así fue como fuimos encontrando nuestro sonido que surge inspirado en parte de esas orquestas”.
Sobre la “colaboracionitis”
La banda no es ajena a la tendencia actual de colaborar con otros artistas en la grabación de varias canciones, pero argumentan que para ellos lo más importante siempre es mantener su propio estilo.
“Hay muchos artistas que admiramos y con los que nos sentimos súper privilegiados y orgullosos de poder compartir la música, pero siempre tenemos mucho cuidado para que cualquier colaboración que hacemos mantenga el sello de LDV, que no se pierda la sonoridad de orquesta y que siga teniendo sentido para nosotros, tanto en lo humano como en lo artístico, siempre tratamos de que fluya la energía, para que no sea algo forzado”.
En LDV predominan los vientos, a diferencia de otros conjuntos de cumbia del continente, cuyo sonido se basa más en la guitarra, el acordeón o los sintetizadores
Sobre su llegada al continente europeo, los integrantes del grupo dicen que les gusta la idea de que su música no sólo llegue a la gente latinoamericana que vive allí, sino también al público originario de esa zona:
“No apuntamos solamente a la comunidad argentina o a la comunidad latina, sino a poder llegar con nuestra música al público europeo, porque sentimos que tenemos un producto que está a la altura y que puede representar a nuestro país en otros continentes, aunque claro que nos sentimos muy acompañados y muy apoyados por nuestros compatriotas, porque a todos nosotros lo que nos pasa es que escuchas una canción popular de tu tierra y que inmediatamente te remite a tu infancia, por eso es lindo ir hasta allá y compartir un poquito de nuestra cumbia”.
Los clásicos que no pueden faltar en sus shows
“Hay algunos clásicos clásicos que van a estar siempre, como “Negra, ron y velas”, “Inocente” y “La cancioncita”, que son clásicos que siempre tenemos que tocar, aunque luego eso va cambiando y también con los años nos damos la oportunidad de ir rotando algunas canciones y de hacer nuevas listas para ir conectando con cada país”.
Así, la banda sigue cosechando escuchas, ya sea en el terreno virtual -tan solo en Spotify tienen la nada despreciable cantidad de 3 millones de escuchas mensuales- como en los escenarios, ofreciendo presentaciones que ellos definen con términos como: baile, pasión, familia, celebración y catarsis.
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“En estas giras estamos haciendo muchas amistades y conociendo mucha gente de la música y de la cultura, por lo que cada vez que nos vamos de un país realmente nos enriquecemos mucho y eso también va ayudando a moldear nuestro sonido todo el tiempo, es algo que también nos pasa en nuestro país, cuando volvemos a ver los paisajes, la forma de hablar de la gente, su música, todo lo que hace que LDV sea como un catalizador o un cuello de botella donde se va encontrando todo eso y que hace que salga un sonido en constante evolución”, concluyen.