Para Diamela Eltit (Chile, 1949) la literatura no tiene una función social, pero puede alcanzar un objetivo político si un relato impacta en la sociedad e incide en que ésta tenga una reacción ante el Estado, una acción liberadora. "La función del literato es escribir y hacer que ese material alcance a mucha gente y la impacte”, señala la novelista y ensayista.
Entonces es cuando una novela se convierte en motor de un movimiento social, cuando hace memoria de los desaparecidos, los olvidados, incluso de los muertos. Cuando un relato cruza fronteras para poner en el epicentro las historias que otros relegan. Y el conjunto narrativo de Eltit se ha convertido justo en una suerte de recordatorio de los pendientes sociales no sólo en su país natal sino en Latinoamérica.
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“La literatura no cambia el mundo, pero puede incidir en la gente y eso sí hace un cambio político”, señaló la escritora quien este año ha sido galardonada con dos reconocimientos mexicanos, el Fil de Literatura en Lenguas Romances, organizado por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español 2020, otorgado por la Secretaría de Cultura y la UNAM, mismo que le fue entregado ayer en una ceremonia en el Palacio de Bellas Artes.
La autora de Lumpérica (1983), Por la Patria (1986), El cuarto mundo (1988), Impuesto a la carne (2010) y Sumar (2018) contó en entrevista que la literatura ha sido la puerta hacia la libertad desde su primer acercamiento con la narrativa cuando apenas tenía diez años y la lectura de Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway, la liberó intelectualmente de la cama donde yacía por una enfermedad.
“Yo lo que recuerdo, es mi primera lectura literaria, estaba enferma en cama y tenía unos diez años totalmente aburrida, era un tiempo interminable, entonces encontré un libro y empecé a leer y entré en el universo de la ficción; no sabía quién era Hemingway, no sabía qué era una novela, y sólo me detuve en la ficción de la historia, en la manera de operar de ese texto que era un libro muy organizado y pensado”, narró.
Y agrega que, “entré en un viaje que nunca se detuvo y desde ahí entendí que había un objeto para mí que me daba una estructura de vida, fui una lectora precoz y muy intensa y desde niña me dije a mi misma 'voy a ser escritora' y ese fue el horizonte”, acotó la autora quien se identifica por una narrativa que va desde temas de género y psicoanálisis hasta asuntos sobre la democracia y la dictadura chilena.
Entre risas, la también ganadora del Premio Iberoamericano de Letras José Donoso (2010) y el Premio Nacional de Literatura de Chile (2018), recordó cómo su primer novela, que tardó siete años en agotarse en librerías, debió pasar por una oficina de censura oficial del gobierno chileno, y aún no entiende qué hizo que la aceptaran pero lo trae de la memoria como símbolo de las fronteras políticas que debió enfrentar.
Eltit es la segunda mujer en obtener el Premio Carlos Fuentes, luego de que la autora argentina Luisa Valenzuela lo recibiera en 2020. El reconocimiento está dotado con 125 mil dólares y una escultura diseñada por Vicente Rojo, recién fallecido.