Cada mes, entre 1855 y 1861, el barco La Unión transportó ilegalmente un promedio de entre 25 y 30 personas de origen maya para trabajar como esclavos en los sembradíos de algodón en Cuba. Eran indígenas apresados en Yucatán y Campeche y vendidos en la isla hasta por 160 pesos de la época a pesar de que el cura Miguel Hidalgo declaró abolida la esclavitud en América en 1810, el primer decreto en el continente para detener la venta de seres humanos.
Más de 150 años después, los restos del vapor hundido en el Golfo de México, a casi cuatro kilómetros del puerto yucateco de Sisal, serán transformados en un museo subacuático a cargo de investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quienes en septiembre pasado lograron identificar el barco luego de tres años de trabajos in situ.
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“Son verdades incómodas, pero nos hacen reflexionar sobre lo que hemos hecho; nuestro trabajo es preservar el patrimonio y es una manera interesante de traer una historia que evidentemente es incómoda para muchos tanto del sector que desciende de los criollos como para los descendientes de los indígenas, pero tal vez sea un punto de inflexión para ese entendimiento de cosas que sucedieron en el pasado y que en el presente podemos trabajar de manera conjunta ”, refirió la arqueóloga subacuática Helena Barba Meinecke, responsable de la oficina Península de Yucatán de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH.
La propuesta es que para mediados o finales del 2021 se tenga acondicionada la zona del barco para poder hacer recorridos subacuáticos con público general con la intención de generar turismo y hacer memoria de quienes no lograron escapar de la isla. El proyecto tiene un avance del 60 por ciento, refirió la investigadora en entrevista.
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“Queremos lograr que e l visitante local y extranjero pueda tener un entendimiento de estos lugares como patrimonio cultural que es de todos los habitantes y darle su valor a estos restos subacuáticos y que la gente participe aprendiendo y divirtiéndose en un museo subacuático que beneficiará a la comunidad”, añadió del barco que se hundió en 1861 cuando emprendía un viaje hacia La Habana.
ENTRE AZÚCAR Y MIEL
Barba Meinecke precisó que hace tres años comenzaron a investigar la zona, pues si bien se conocía a través de documentos históricos la existencia del barco La Unión y de su hundimiento, no se habían ubicado los restos que están a 3.7 kilómetros de distancia del puerto de Yucatán.
En los primeros estudios se determinó que la embarcación corresponde a un vapor de entre 1837 y 1860, época en que eran impulsados con un sistema de calderas, máquinas con balancín y ruedas de paleta “tipo Mississippi”. La Unión perteneció a la empresa española Zangroniz Hermanos y Compañía, establecida en 1854 en La Habana, Cuba, que fue autorizada para comerciar en México en un recorrido entre Sisal, Campeche, Veracruz y Tampico.
Usualmente llevaba de México a la isla pasajeros de primera, segunda y tercera clase, junto con mercancía como fibras de henequén, cueros curtidos, palo de tinte, pieles de venado, azúcar, miel y sal. Sin embargo, ahora se sabe que los dueños del barco, empresarios y gobernadores del momento introducían en pequeños e insalubres espacios a los mayas capturados durante la guerra de castas.
“Los barcos de esta empresa eran el vapor La Unión y otro que se llamaba el vapor México, hacían la travesía cargando y descargando mercancías, pero justo en el puerto de Sisal y el puerto de Campeche debido a la guerra de castas se prestó a que los gobernadores de ese momento apresaran a cautivos mayas y a sus familias y los trasladaran en estos navíos. Era un proceso que se le llamó de blanqueamiento que estaba exterminando a todos los indígenas”, narró.
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En octubre de 1860, el vapor fue sorprendido por la policía en Campeche cargando 29 mayas, entre ellos niños y niñas de siete y diez años, y a pesar del castigo, la investigación y un decreto del entonces presidente Benito Juárez que impedía la extracción forzada de cualquier individuo maya, la embarcación continuó con su labor ilegal.
Justo un añodespués, en septiembre de 1861, el vapor naufragó debido a que sus calderas explotaron. A bordo iban 80 tripulantes y 60 pasajeros, además de los mayas escondidos en la parte inferior del barco, de los cuales no se tiene un número exacto.
“Está en buenas condiciones porque los barcos cuando se hunden se convierten en arrecifes artificiales y se les adhieren algas, coral, vida marina, de tal suerte que se generan capas de protección y así la naturaleza los protege, nos ayuda a cuidar el patrimonio cultural; el único que degrada el patrimonio es el ser humano, pero hoy podemos cuidarlo para que el público entienda su importancia”, recalcó la investigadora.
Los esfuerzos para detener la esclavitud no sólo fueron del cura Miguel Hidalgo, también José María Morelos y Pavón proclamó el 15 de octubre de 1813, en Chilpancingo, Guerrero, la abolición de la esclavitud en la República Mexicana.
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