Sin saber que tenía cáncer, el pintor y escultor David Alfaro Siqueiros, quien fuera uno de los tres pilares del muralismo mexicano —junto a Diego Rivera y José Clemente Orozco— falleció el 6 de enero de 1974, a los 77 años, en su casa en la ciudad de Cuernavaca. Su partida significó la pérdida, no sólo de un gran pintor sino de un pensador e intelectual de izquierda radical y militante, comprometido con la lucha obrera, el comunismo y la educación del pueblo mexicano.
Aunque su lista de obra tiene lienzos y litografías que realizó en distintas épocas de su vida —entre ellas las cuatro ocasiones que fue preso, así como su estancia en Estados Unidos, donde instaló un taller y fue maestro del pintor expresionista Jackson Pollock—, su obra se centró principalmente en LA expresión muralista, la cual creó bajo un sustento ideológico que ratificó en más de una ocasión en escritos, entrevistas y discursos públicos. Un ejemplO es el Manifiesto del sindicato de obreros técnicos pintores y escultores, que Siqueiros redactó en 1923.
“Repudiamos la pintura llamada de caballete y todo el arte de cenáculo ultra-intelectual por aristocrático y exaltamos las manifestaciones de Arte Monumental por ser de utilidad pública. […] Proclamamos que siendo nuestro momento social de transición entre el aniquilamiento de un orden envejecido y la implantación de un orden nuevo, los creadores de belleza deben esforzarse porque su labor presente un aspecto claro de propaganda ideológica en bien el Pueblo, haciendo del Arte, que actualmente es una manifestación de masturbación individualista, una finalidad de belleza para todos, de educación y de combate”, dictó en aquel documento el pintor.
A 50 años de su partida, el legado muralista de Siqueiros continúa resistiendo en su cometido, al recubrir de manera casi intacta varios edificios públicos en México y algunas partes del extranjero, para la contemplación, el gusto y la educación de sus espectadores. A continuación presentamos una lista de algunos de sus murales más representativos.
HOGAR DE SUS PRIMEROS TRAZOS
Descubiertos al público por primera vez en 2023, los murales que Siqueiros realizó en el Antiguo Colegio de San Idelfonso significan los primeros trazos de su propuesta artística de arte monumental. Estos fueron realizados entre 1922 y 1924, tras haber sido invitado por el entonces secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, durante el periodo presidencial de Álvaro Obregón, a pintar, con la intención de “educar a las masas”, el viejo edificio virreinal que se había convertido en las instalaciones de la Escuela Nacional Preparatoria, desde su fundación en 1868.
Para cuando el joven Siqueiros, de tan sólo 26 años se sumó al proyecto, otros artistas plásticos ya habían comenzado sus obras o ya se les había asignado algún espacio. Entre ellos se encontraba Diego Rivera, quien realizaba su mural La creación, además de José Clemente Orozco, Fermín Revueltas, Jean Charlot y Ramón Alba de la Canal.
Se trata de los murales El espíritu de occidente, Los elementos y los mitos, El entierro del obrero sacrificado y El llamado a la libertad, los cuales se ubican en la escalera, espacio más antiguo del recinto. Los dos primeros son de temática alegórica, mientras que los segundos refieren a temas políticos de izquierda, los cuales serían una antesala de su obra posterior.
Con problemas técnicos y amenazas contra el trabajo de los muralistas que terminaron en balazos —según cuenta Siqueiros en su libro de memorias Me llamaban el coronelazo— el pintor no pudo terminar los murales. Luego de ello recibió la invitación del gobernador de Jalisco, José Guadalupe Zuno Hernández para pintar, junto a Amado de la Cueva, la Biblioteca Iberoamericana de Guadalajara, donde desarrolló como tema los ideales agrarios y laboristas de la Revolución de 1910.
MADUREZ ARTÍSTICA
De entre sus trabajos más reconocibles se encuentra el que realizó en el Palacio de Bellas Artes, el cual le fue encargado en 1944 para conmemorar el aniversario de la Revolución Mexicana. Titulado Nueva democracia, se trata de una obra realizada en tres diferentes paneles. En el central, México por la democracia y la independencia, se puede ver a una mujer encadenada, con el pecho desnudo y en cada una de sus manos una flor amarilla y una antorcha encendida, como símbolos del conocimiento y el fuego nuevo, como un despertar contra la opresión.
Tras la inauguración de este primer panel, en 1944, Siqueiros agregó los otros dos: Víctimas de la guerra y Víctimas del fascismo, ambas descarnadas representaciones de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, las cuales pintó en honor de la victoria de eje de los Aliados, liderados por Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética.
Otro de sus murales famosos por iniciativa de José Vasconcelos, quien entonces era ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, luce en el interior del edificio que hasta ahora alberga a la Secretaría de Educación Pública, en un anexo del edificio, que era anteriormente la Aduana México, en cuya escalera llevó a cabo su mural Patricios y Patricidas, entre los años de 1945 y 1960. En este mural, de más de cuatro mil metros cuadrados, Siqueiros retrató la división política cíclica en la historia de México, a través de imágenes alegóricas y abstractas.
En Ciudad Universitaria, uno de los repositorios más ricos del muralismo mexicano, Siqueiros emprendió la realización de tres obras, de las cuales sólo una fue cabalmente terminada, aunque las otras permanecen a la vista. Se trata de los murales El pueblo a la universidad y la universidad al pueblo, El nuevo emblema universitario y Las fechas de la historia de México, los tres pensados como una combinación entre pintura mural y esculturas, inauguradas en 1956. Estas obras, junto con todo el conjunto arquitectónico en la Máxima Casa de Estudios, fue declarado Monumento Artístico de la Nación, mediante decreto presidencial en 2005.
EL MURAL MÁS GRANDE DEL MUNDO
Luego de haber sido recluido en la prisión de Lecumberri durante la década de los 60 por “disolución social”, en 1964, el empresario asturiano Manuel Suárez logró convencer al entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz para que liberaran al pintor bajo supervisión.
Así fue que el empresario hizo que Siqueiros trabajara para él, para participar en los decorados del Casino de La Selva, en Cuernavaca, —demolido en 2001 para la construcción de un centro comercial— y en el proyecto más ambicioso del pintor: El Polyforum, ubicado en la Avenida Insurgentes, junto al World Trade Center de la Ciudad de México.
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Considerado hoy “el mural más grande del mundo”, con sus más de ocho mil metros cuadrados que recubre las paredes interiores y el techo del foro universal del recinto, donde el pintor abordó el tema La marcha de la humanidad, en esta obra Siqueiros retrató el devenir de nuestra especie hasta el momento en que fue concebido el proyecto. El exterior del edificio que semeja a una especie de diamante, en forma de dodecaedro presenta 12 paneles donde el pintor realizó murales independientes.
Lamentablemente, en la actualidad este recinto está cerrado al público y sólo se puede contemplar el exterior de manera parcial. Su restauración es urgente, aunque los dueños del terreno han buscado un permiso para construir un edificio que abarate los costos, pero el proyecto sigue pendiente.