/ jueves 12 de diciembre de 2019

La laudería sobrevive al olvido: el difícil camino de las guitarras de Paracho

Abel García López, laudero e investigador michoacano reconocido mundialmente, habla sobre las dificultades de un oficio que debe enfrentar el racismo para lograr trascender

Paracho, Mich.- Los problemas de la laudería se presentan en diversas vertientes: la falta de apoyos para impulsar las empresas, la carencia de profesionalización de las técnicas, la prohibición de maderas por problemas ecológicos o la creciente demanda por los estándares de calidad que compitan en el ámbito internacional.

Todos ellos y más son parte del día a día que enfrenta Abel García López, laudero e investigador, quien fue nominado como uno de los mejores constructores de instrumentos musicales del mundo en la década del 2000 y ha presentado diversas conferencias y cursos referentes a la construcción de instrumentos de cuerda.

El maestro guitarrero nació en una familia tradicional de constructores, donde comenzó a trabajar desde niño por el contacto cotidiano con toda la gente, quien, por la cercanía con los bosques michoacanos, no tenían otra forma de subsistir que dedicarse a lo referente a la madera.

El oficio corre por sus venas, su padre comenzó a trabajar en su pueblo y posteriormente se trasladó a Estados Unidos para probar suerte. Nadie se habría imaginado que, de entre todos los oficios para laborar, las guitarras se reafirmarían como su forma de sustento en las tierras norteamericanas.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Trabajó en un taller de nombre Candelas, donde el laudero era un viejo mariachi retirado que tuvo la fortuna de conocer a uno de los guitarristas del momento, Andrés Segovia, un gran intérprete que compartió con él la guitarra que tiempo atrás había conseguido de manera quasi mágica del taller español de Manuel Ramírez, en 1912.

Esa guitarra, que se volvió popular alrededor del mundo y en Estados Unidos, le dio la oportunidad a su padre de regresar a México con la bendición y el apoyo de tres mil dólares del dueño del Candelas, para levantar un taller en Paracho y comenzar a alimentar a su creciente familia, que de cuando en cuando ganaba adeptos y agregados culturales paridos del altruismo de la tradición mexicana de ayudar a quien más pudiera.

De Michoacán a EU

Paracho siempre fue un pueblo donde la división del trabajo era una parte esencial para la supervivencia. Un pueblo de cerca de 10 mil habitantes, donde la mayoría encontraba su lugar realizando suboficios de la guitarra, como la marquetería, la elaboración de huesos, de construir por partes las guitarras con las diferentes maderas que tenían a la mano.

“Las que se usaba principalmente aquí era para la tapa oyamel principalmente, los brazos eran de pino y la caja podía ser de nogal, las más baratas eran de pino, mora o cedro blanco”, cuenta Abel García para la OEM al evocar su niñez.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

“El negocio de hacer guitarras nunca fue un negocio como tal, por lo menos no hasta que comenzaron a realizar festivales donde los guitarreros mostraban sus obras de arte”, reconoce.

Eso fue motivó al padre de Abel, quien a pesar de no tener carencias y solventar diversos trabajadores y mecenas, conminó a su hijo a estudiar una carrera como sus hermanos mayores, pero Abelito sabía que lo único que quería, y sabía hacer bien, era construir guitarras.

A regañadientes aceptó, y después de estudiar guitarra clásica en su pueblo, la ausencia de su mentor lo llevó a la preparatoria en Morelia. Intentó buscar la forma de estudiar ingeniería, primero en mecánica, luego en eléctrica, fue ahí donde conoció a otro profesor que, en una tarea que le solicitó, reconoció la verdadera habilidad de su pupilo y tiempo después, él mismo le pidió ser su mentor. Sí, su propio maestro de física tenía ganas de hacer guitarras para realizar un “proyecto en la universidad”.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Abel terminó de estudiar, la carrera de sistemas computacionales fue la vencedora. En cuanto la terminó le llevó el título a su padre y continuó su camino en la guitarrería, pero él no era el mismo. Su panorama se amplió después de estudiar la universidad, buscó la forma de emular a su padre y viajó a Estados Unidos.

Investigó dónde estaba el taller de José Oribe, un guitarrero gringo en el que descubrió la nueva etapa de la sistematización de la construcción guitarrística y la pulcritud. Pudo visitarlo y lo recibió para comenzar su carrera y abrir nuevas oportunidades.

12 guitarras, 12 maderas

El maestro Abel cuenta que, en su afán por lograr el reconocimiento de la guitarrería mexicana y para intentar vencer el prejuicio que rondaba sobre la mala calidad de las maderas del país, y en especial la de Paracho, decidió construir 12 guitarras con 12 maderas mexicanas, y no conforme con esa hazaña, se propuso realizar la investigación documental de su experiencia y sus pruebas en la utilización de especies como aguacate, mamey, paloescrito, ziricote, zopilote, entre otras.

La idea comenzó desde el taller de su padre, quien siempre encontraba el uso de las maderas mexicanas como parte de su material de trabajo, y encontró en su experiencia la veta perfecta para formalizar ese camino.

Su padre estaba orgulloso de su acervo, y según comenta Abel, aludía a que esos tablones podrían competir hasta con ejemplares como el palo de Brasil, considerado uno de los mejores para la guitarra.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Cuando estaba en Estados Unidos, llevó varias de sus guitarras con Celedonio Romero, renombrado luthier de aquel país.

La primera que llevó fue una realizada con una madera conocida como zopilote, y el maestro Romero le solicitó dos guitarras más con un modelo español que conservara el mismo tipo de madera.

“El prejuicio de las guitarras mexicanas estaba justificado, por la falta de escuelas para desarrollar la guitarrería antigua de Paracho”, pues un amigo del maestro Romero, el dueño del entonces Guitar Salon, sentenció que “no quería saber nada de las guitarras mexicanas”.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Tres años después, el mismo dueño de uno de los escaparates más reconocidos para los constructores, tuvo que pasar una dura prueba. Su amigo, el maestro Romero le convenció de tomar un reto, adivinar las características de una guitarra con los ojos vendados y probar su conocimiento de sommelier guitarrístico con un presunto ejemplar hecho por un autor desconocido. De diseño alemán conocido como Hausser 1927, el dueño la reconoció entre tres opciones, pero nunca tuvo oportunidad de saber quién habría realizado la reproducción, ni con qué tipo de materiales.

Al final, el tiempo y las manos de García le dieron la razón a su padre, pues a pesar de la dificultad de los recelos internacionales, convencieron al dueño del Guitar Salón para reconocer la calidad de las maderas mexicanas, y no solo de éstas, sino encumbrar el trabajo del que sería uno de los mejores guitarreros mexicanos. Al instante Abel García consiguió un trato para venderle al Guitar Salón.

La lira de plata de Da Vinci

Los éxitos del recién reconocido maestro guitarrero de Paracho no pararon, pero tampoco los retos.

El responsable de la exposición Leonardo (Da Vinci) y la música, el español Alfredo Melgar, le confió la tarea de reproducir uno de los instrumentos históricos que diseñó y construyó el genio y prodigio florentino de la ingeniería, el arte y otras disciplinas.

La exposición llegó a Morelia en 2006 y con ella la oportunidad que le brindaría Melgar de encargarle construir semejante instrumento.

El español le ofreció algo de información al maestro García López sobre algunos estudios de intentos que se realizaron en Cremona, Italia, pero éste se negó a copiar las técnicas y sólo aprovechó un texto donde describen que Leonardo hizo la lira y la tocaba, estaba hecha en gran parte de plata y con la forma del cráneo de un caballo.

Abel comenzó a trabajar por su cuenta, e inició con algo inusual, conseguir caballos muertos para obtener sus cráneos y probar cuál sería la medida ideal para el cuerpo del instrumento.

Al puro estilo de la experiencia empírica, la lógica y la investigación documental y antropológica del renacimiento italiano en el que vivió Da Vinci, también profundizó en el trabajo de Benvenuto Cellini, un orfebre de las cortes italianas que realizaba trabajos de platería para los accesorios de la época.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

De nuevo su padre cooperó con su éxito y fue él quien le prestó unas monedas de plata que coleccionaba para que probará el sonido, lanzando las monedas y escuchando la peculiaridad sonora de este material.

Semejante labor hizo que el presupuesto cambiara cada cuatro meses durante la realización del proyecto, a lo que Melgar dio rienda suelta para lograr finalizar ese instrumento tan ambicioso.

Después de hacer las pruebas con la plata, acudió con un orfebre en Santa Clara del Cobre para que comenzara el martillado del cráneo del caballo, construyó la tapa y el brazo con madera y las unió con una técnica que él mismo desarrolló para que la vibración del sonido se transmitiera de manera uniforme.

Ya sólo tenía que trabajar en la ornamentación con diseños y materiales de primera para terminar el magno instrumento, que finalizó en 2008. A la fecha La Lira de plata ha sido utilizada en diversos conciertos y exposiciones a lo largo de toda Europa, uno de esos lugares ha sido el Museo del Prado, en España.

La Cumbre, de la Guitarrería

En la búsqueda por encontrar la perfección en su técnica de construcción, García López conoció la guitarra La Cumbre, la cual representa el pináculo de la guitarrería moderna. La original fue construida por Antonio de Torres en 1858, Su primer acercamiento a esta pieza se dio por medio de unas fotos que le compartieron durante una estancia en España en la década de 1990, en un curso con el luthier José Luis Romanillos.

Al principio, La Cumbre le pareció un modelo sobrecargado en ornamentos, pues él optaba por la sobriedad en sus construcciones, pero tras su paso por España, Barcelona, y EU, comenzó su estudio sobre la construcción del guitarrero español Torres, por lo que buscó construir sus guitarras con fidelidad en cada una de sus reproducciones.

En 2005, el maestro Abel inició la construcción de La Cumbre, con un libro que se convirtió en su referente gráfico y su cambio de perspectiva sobre la ornamentación.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Al introducirse en la investigación del instrumento, descubrió que había muchos intentos de replicarla o superarla, pero en la mayoría de los casos la fidelidad de esos proyectos se vería eclipsada por diversas dificultades, por lo que muchos de ellos optarían por claudicar o adaptar el trabajo a su estilo personal.

García López decidió hacer una copia fiel de la guitarra, comenzó por la ornamentación de las espigas, que representan el virtuosismo de la guitarrería. Posteriormente, al definir las proporciones, realizó una exhaustiva búsqueda de las maderas con la misma distribución de dibujos que el original, pero con mayor limpieza.

En el caso de la tapa, encontró la distribución ideal de los anillos de crecimiento. Para la maquinaria mandó realizar una réplica desde Inglaterra, con marfil, plata y madre perla. El resto de la ornamentación es de èbano y sicomoro. En la boca tiene un tornavoz de una mezcla de metal que se le conoce como aleación Selmer (hecha con base en latón bañado en plata).

Hay piezas de madera que miden aproximadamente dos décimas de milímetro, por lo que manipular esos elementos elevaba la complejidad de su construcción, pero eso no detuvo al maestro Abel, quien además optó por replicar las técnicas de construcción que se acostumbraban en el siglo XIX para la realización del instrumento.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Después de un arduo trabajo, en el año 2015 finalizó la réplica de La Cumbre, y desde ese momento ha recibido diversos reconocimientos en España y ha sido utilizada por diversos ejecutantes como Ricardo Gallen, Pepe Romero y el mexicano Pablo Garibay, para una presentación en la Sala Tchaikovsky, en Rusia.

Con esta guitarra ha sido derribado uno de los mayores recelos sobre la calidad de la construcción en Paracho y le ha valido el reconocimiento como uno de los mejores guitarreros del mundo, desde un concurso en Cremona, Italia.

Lejos aún de la profesionalización

Para García López, el oficio enfrenta varias dificultades, tanto técnicas, como metodológicas, las cuales convergen en un problema mayor en cuanto a la profesionalización.

La Cumbre, y su trabajo en general, ha movido susceptibilidades en diferentes sentidos. En Paracho han incrementado los guitarreros que buscan trascender en sus diseños y encontrar la unificación de los suboficios, para generar obras que evolucionen en diversos ámbitos nacionales e internacionales, emulando el trabajo de García López.

Por otro lado, los prejuicios del trabajo parachense y en la guitarra mexicana, para él siguen siendo justificados, por el dilema que representa la imagen de construcción guitarrística industrial y comercial, sin ninguna aportación artística.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Observa que las autoridades gubernamentales no tienen la cultura de proteger el oficio, por lo que se pierden diversas oportunidades y se justifican visiones erróneas del mundo.

Además, los intentos por generar espacios de educación, más allá de la tradición de adoptar aprendices, se han intentado con universidades como la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo o la Escuela de Laudería en Querétaro, entre otras instituciones. El maestro Abel García López atribuye el fracaso de esos proyectos a la falta de visión de las autoridades educativas y la carencia de recursos en la investigación que otorgue formalidad a la producción de instrumentos que fomenten la generación de lugares para su desarrollo.

Por otro lado, la falta de seguridad y mala imagen en el estado y la carente influencia del turismo, merma los intentos de fomentar y promover el trabajo de los artesanos de la guitarra.

Sin mencionar las inexistentes legislaciones para proteger el trabajo de los guitarreros podrían emular casos como el acontecido en la demanda de plagio en los patrones textiles mexicanos, interpuesta por la Secretaría de Cultura a la empresa Carolina Herrera.

El maestro concluyó que hasta que no se atiendan estas problemáticas, la guitarrería en Paracho seguirá sumida en el oscurantismo y podría seguir cargando los pesados lastres que harían de este arte, uno de los alimentos para el olvido.

Paracho, Mich.- Los problemas de la laudería se presentan en diversas vertientes: la falta de apoyos para impulsar las empresas, la carencia de profesionalización de las técnicas, la prohibición de maderas por problemas ecológicos o la creciente demanda por los estándares de calidad que compitan en el ámbito internacional.

Todos ellos y más son parte del día a día que enfrenta Abel García López, laudero e investigador, quien fue nominado como uno de los mejores constructores de instrumentos musicales del mundo en la década del 2000 y ha presentado diversas conferencias y cursos referentes a la construcción de instrumentos de cuerda.

El maestro guitarrero nació en una familia tradicional de constructores, donde comenzó a trabajar desde niño por el contacto cotidiano con toda la gente, quien, por la cercanía con los bosques michoacanos, no tenían otra forma de subsistir que dedicarse a lo referente a la madera.

El oficio corre por sus venas, su padre comenzó a trabajar en su pueblo y posteriormente se trasladó a Estados Unidos para probar suerte. Nadie se habría imaginado que, de entre todos los oficios para laborar, las guitarras se reafirmarían como su forma de sustento en las tierras norteamericanas.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Trabajó en un taller de nombre Candelas, donde el laudero era un viejo mariachi retirado que tuvo la fortuna de conocer a uno de los guitarristas del momento, Andrés Segovia, un gran intérprete que compartió con él la guitarra que tiempo atrás había conseguido de manera quasi mágica del taller español de Manuel Ramírez, en 1912.

Esa guitarra, que se volvió popular alrededor del mundo y en Estados Unidos, le dio la oportunidad a su padre de regresar a México con la bendición y el apoyo de tres mil dólares del dueño del Candelas, para levantar un taller en Paracho y comenzar a alimentar a su creciente familia, que de cuando en cuando ganaba adeptos y agregados culturales paridos del altruismo de la tradición mexicana de ayudar a quien más pudiera.

De Michoacán a EU

Paracho siempre fue un pueblo donde la división del trabajo era una parte esencial para la supervivencia. Un pueblo de cerca de 10 mil habitantes, donde la mayoría encontraba su lugar realizando suboficios de la guitarra, como la marquetería, la elaboración de huesos, de construir por partes las guitarras con las diferentes maderas que tenían a la mano.

“Las que se usaba principalmente aquí era para la tapa oyamel principalmente, los brazos eran de pino y la caja podía ser de nogal, las más baratas eran de pino, mora o cedro blanco”, cuenta Abel García para la OEM al evocar su niñez.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

“El negocio de hacer guitarras nunca fue un negocio como tal, por lo menos no hasta que comenzaron a realizar festivales donde los guitarreros mostraban sus obras de arte”, reconoce.

Eso fue motivó al padre de Abel, quien a pesar de no tener carencias y solventar diversos trabajadores y mecenas, conminó a su hijo a estudiar una carrera como sus hermanos mayores, pero Abelito sabía que lo único que quería, y sabía hacer bien, era construir guitarras.

A regañadientes aceptó, y después de estudiar guitarra clásica en su pueblo, la ausencia de su mentor lo llevó a la preparatoria en Morelia. Intentó buscar la forma de estudiar ingeniería, primero en mecánica, luego en eléctrica, fue ahí donde conoció a otro profesor que, en una tarea que le solicitó, reconoció la verdadera habilidad de su pupilo y tiempo después, él mismo le pidió ser su mentor. Sí, su propio maestro de física tenía ganas de hacer guitarras para realizar un “proyecto en la universidad”.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Abel terminó de estudiar, la carrera de sistemas computacionales fue la vencedora. En cuanto la terminó le llevó el título a su padre y continuó su camino en la guitarrería, pero él no era el mismo. Su panorama se amplió después de estudiar la universidad, buscó la forma de emular a su padre y viajó a Estados Unidos.

Investigó dónde estaba el taller de José Oribe, un guitarrero gringo en el que descubrió la nueva etapa de la sistematización de la construcción guitarrística y la pulcritud. Pudo visitarlo y lo recibió para comenzar su carrera y abrir nuevas oportunidades.

12 guitarras, 12 maderas

El maestro Abel cuenta que, en su afán por lograr el reconocimiento de la guitarrería mexicana y para intentar vencer el prejuicio que rondaba sobre la mala calidad de las maderas del país, y en especial la de Paracho, decidió construir 12 guitarras con 12 maderas mexicanas, y no conforme con esa hazaña, se propuso realizar la investigación documental de su experiencia y sus pruebas en la utilización de especies como aguacate, mamey, paloescrito, ziricote, zopilote, entre otras.

La idea comenzó desde el taller de su padre, quien siempre encontraba el uso de las maderas mexicanas como parte de su material de trabajo, y encontró en su experiencia la veta perfecta para formalizar ese camino.

Su padre estaba orgulloso de su acervo, y según comenta Abel, aludía a que esos tablones podrían competir hasta con ejemplares como el palo de Brasil, considerado uno de los mejores para la guitarra.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Cuando estaba en Estados Unidos, llevó varias de sus guitarras con Celedonio Romero, renombrado luthier de aquel país.

La primera que llevó fue una realizada con una madera conocida como zopilote, y el maestro Romero le solicitó dos guitarras más con un modelo español que conservara el mismo tipo de madera.

“El prejuicio de las guitarras mexicanas estaba justificado, por la falta de escuelas para desarrollar la guitarrería antigua de Paracho”, pues un amigo del maestro Romero, el dueño del entonces Guitar Salon, sentenció que “no quería saber nada de las guitarras mexicanas”.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Tres años después, el mismo dueño de uno de los escaparates más reconocidos para los constructores, tuvo que pasar una dura prueba. Su amigo, el maestro Romero le convenció de tomar un reto, adivinar las características de una guitarra con los ojos vendados y probar su conocimiento de sommelier guitarrístico con un presunto ejemplar hecho por un autor desconocido. De diseño alemán conocido como Hausser 1927, el dueño la reconoció entre tres opciones, pero nunca tuvo oportunidad de saber quién habría realizado la reproducción, ni con qué tipo de materiales.

Al final, el tiempo y las manos de García le dieron la razón a su padre, pues a pesar de la dificultad de los recelos internacionales, convencieron al dueño del Guitar Salón para reconocer la calidad de las maderas mexicanas, y no solo de éstas, sino encumbrar el trabajo del que sería uno de los mejores guitarreros mexicanos. Al instante Abel García consiguió un trato para venderle al Guitar Salón.

La lira de plata de Da Vinci

Los éxitos del recién reconocido maestro guitarrero de Paracho no pararon, pero tampoco los retos.

El responsable de la exposición Leonardo (Da Vinci) y la música, el español Alfredo Melgar, le confió la tarea de reproducir uno de los instrumentos históricos que diseñó y construyó el genio y prodigio florentino de la ingeniería, el arte y otras disciplinas.

La exposición llegó a Morelia en 2006 y con ella la oportunidad que le brindaría Melgar de encargarle construir semejante instrumento.

El español le ofreció algo de información al maestro García López sobre algunos estudios de intentos que se realizaron en Cremona, Italia, pero éste se negó a copiar las técnicas y sólo aprovechó un texto donde describen que Leonardo hizo la lira y la tocaba, estaba hecha en gran parte de plata y con la forma del cráneo de un caballo.

Abel comenzó a trabajar por su cuenta, e inició con algo inusual, conseguir caballos muertos para obtener sus cráneos y probar cuál sería la medida ideal para el cuerpo del instrumento.

Al puro estilo de la experiencia empírica, la lógica y la investigación documental y antropológica del renacimiento italiano en el que vivió Da Vinci, también profundizó en el trabajo de Benvenuto Cellini, un orfebre de las cortes italianas que realizaba trabajos de platería para los accesorios de la época.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

De nuevo su padre cooperó con su éxito y fue él quien le prestó unas monedas de plata que coleccionaba para que probará el sonido, lanzando las monedas y escuchando la peculiaridad sonora de este material.

Semejante labor hizo que el presupuesto cambiara cada cuatro meses durante la realización del proyecto, a lo que Melgar dio rienda suelta para lograr finalizar ese instrumento tan ambicioso.

Después de hacer las pruebas con la plata, acudió con un orfebre en Santa Clara del Cobre para que comenzara el martillado del cráneo del caballo, construyó la tapa y el brazo con madera y las unió con una técnica que él mismo desarrolló para que la vibración del sonido se transmitiera de manera uniforme.

Ya sólo tenía que trabajar en la ornamentación con diseños y materiales de primera para terminar el magno instrumento, que finalizó en 2008. A la fecha La Lira de plata ha sido utilizada en diversos conciertos y exposiciones a lo largo de toda Europa, uno de esos lugares ha sido el Museo del Prado, en España.

La Cumbre, de la Guitarrería

En la búsqueda por encontrar la perfección en su técnica de construcción, García López conoció la guitarra La Cumbre, la cual representa el pináculo de la guitarrería moderna. La original fue construida por Antonio de Torres en 1858, Su primer acercamiento a esta pieza se dio por medio de unas fotos que le compartieron durante una estancia en España en la década de 1990, en un curso con el luthier José Luis Romanillos.

Al principio, La Cumbre le pareció un modelo sobrecargado en ornamentos, pues él optaba por la sobriedad en sus construcciones, pero tras su paso por España, Barcelona, y EU, comenzó su estudio sobre la construcción del guitarrero español Torres, por lo que buscó construir sus guitarras con fidelidad en cada una de sus reproducciones.

En 2005, el maestro Abel inició la construcción de La Cumbre, con un libro que se convirtió en su referente gráfico y su cambio de perspectiva sobre la ornamentación.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Al introducirse en la investigación del instrumento, descubrió que había muchos intentos de replicarla o superarla, pero en la mayoría de los casos la fidelidad de esos proyectos se vería eclipsada por diversas dificultades, por lo que muchos de ellos optarían por claudicar o adaptar el trabajo a su estilo personal.

García López decidió hacer una copia fiel de la guitarra, comenzó por la ornamentación de las espigas, que representan el virtuosismo de la guitarrería. Posteriormente, al definir las proporciones, realizó una exhaustiva búsqueda de las maderas con la misma distribución de dibujos que el original, pero con mayor limpieza.

En el caso de la tapa, encontró la distribución ideal de los anillos de crecimiento. Para la maquinaria mandó realizar una réplica desde Inglaterra, con marfil, plata y madre perla. El resto de la ornamentación es de èbano y sicomoro. En la boca tiene un tornavoz de una mezcla de metal que se le conoce como aleación Selmer (hecha con base en latón bañado en plata).

Hay piezas de madera que miden aproximadamente dos décimas de milímetro, por lo que manipular esos elementos elevaba la complejidad de su construcción, pero eso no detuvo al maestro Abel, quien además optó por replicar las técnicas de construcción que se acostumbraban en el siglo XIX para la realización del instrumento.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Después de un arduo trabajo, en el año 2015 finalizó la réplica de La Cumbre, y desde ese momento ha recibido diversos reconocimientos en España y ha sido utilizada por diversos ejecutantes como Ricardo Gallen, Pepe Romero y el mexicano Pablo Garibay, para una presentación en la Sala Tchaikovsky, en Rusia.

Con esta guitarra ha sido derribado uno de los mayores recelos sobre la calidad de la construcción en Paracho y le ha valido el reconocimiento como uno de los mejores guitarreros del mundo, desde un concurso en Cremona, Italia.

Lejos aún de la profesionalización

Para García López, el oficio enfrenta varias dificultades, tanto técnicas, como metodológicas, las cuales convergen en un problema mayor en cuanto a la profesionalización.

La Cumbre, y su trabajo en general, ha movido susceptibilidades en diferentes sentidos. En Paracho han incrementado los guitarreros que buscan trascender en sus diseños y encontrar la unificación de los suboficios, para generar obras que evolucionen en diversos ámbitos nacionales e internacionales, emulando el trabajo de García López.

Por otro lado, los prejuicios del trabajo parachense y en la guitarra mexicana, para él siguen siendo justificados, por el dilema que representa la imagen de construcción guitarrística industrial y comercial, sin ninguna aportación artística.

Foto: Francisco Charqueño | El Sol de México

Observa que las autoridades gubernamentales no tienen la cultura de proteger el oficio, por lo que se pierden diversas oportunidades y se justifican visiones erróneas del mundo.

Además, los intentos por generar espacios de educación, más allá de la tradición de adoptar aprendices, se han intentado con universidades como la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo o la Escuela de Laudería en Querétaro, entre otras instituciones. El maestro Abel García López atribuye el fracaso de esos proyectos a la falta de visión de las autoridades educativas y la carencia de recursos en la investigación que otorgue formalidad a la producción de instrumentos que fomenten la generación de lugares para su desarrollo.

Por otro lado, la falta de seguridad y mala imagen en el estado y la carente influencia del turismo, merma los intentos de fomentar y promover el trabajo de los artesanos de la guitarra.

Sin mencionar las inexistentes legislaciones para proteger el trabajo de los guitarreros podrían emular casos como el acontecido en la demanda de plagio en los patrones textiles mexicanos, interpuesta por la Secretaría de Cultura a la empresa Carolina Herrera.

El maestro concluyó que hasta que no se atiendan estas problemáticas, la guitarrería en Paracho seguirá sumida en el oscurantismo y podría seguir cargando los pesados lastres que harían de este arte, uno de los alimentos para el olvido.

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