La Leyenda del Xoloitzcuintle: la mascota que decían los mexicas te acompañaba en el inframundo

El xoloitzcuintle, de origen mexicano, era considerado como la representación del dios Xólotl, quien era ilustrado como un perro

El Sol de México

  · viernes 25 de octubre de 2024

Los xoloitzcuintles son asociados con el dios Xólotl, deidad representada como un perro y relacionado con la muerte y oscuridad. Foto: UNAM Global

Las antiguas civilizaciones mexicas consideraban al perro una figura importante en la cosmovisión de sus pueblos, y no solo se trataba de un animal de compañía, sino del acompañante de las almas para iniciar su camino al Mictlán, aunque no se especifica la raza, esta labor se le adjudica principalmente al xoloitzcuintle, por sus singulares características.

Asociados con el dios Xólotl, deidad representada como un perro y relacionado con la muerte y oscuridad, los xoloitzcuintles o “perros pelones”, carecen de un pelaje abundante, tiene un hocico puntiagudo, sus orejas son grandes, su piel suave y mantienen una temperatura corporal alta.

El xoloitzcuintle y su relación con la muerte

Según la Secretaría de Cultura, el perro de origen mexicano era considerado como la representación del dios Xólotl, quien era ilustrado como un perro desprendiéndose de una banda astral con el signo de Venus, portando en sus patas delanteras una antorcha como símbolo del fuego solar.

Representación del dios Xólotl en el Códice Telleriano-Remensis. Foto: Secretaria de Cultura


Xólotl es el responsable de conducir al Sol hacia el inframundo, es decir, de acompañarlo en su recorrido diario por el reino de la muerte, idea relacionada a la creencia de los antiguos nahuas de que los xoloitzcuintles eras los encargados de acompañar a sus amos rumbo al Mictlán.

De acuerdo con los investigadores de la UNAM, el “xolo” era considerado un símbolo de muerte porque se alimentaba de materiales descompuestos. Al alimentarse de los desechos ayudaba a que éstos pasaran al inframundo, cumpliendo con el ciclo para trascender como se esperaba al término del camino del Mictlán.

Debido a su labor adjudicada al can, se creía que él vivía entre dos mundos: la vida y la muerte.

Algunos textos detallan que si el perro es color negro, no podrá llevar a las almas del otro lado del río, ya que su color indica que él ya se ha sumergido en el río guiando suficientes almas a su destino. De igual forma, si el "xolo" es blanco o de color muy claro, tampoco podría atravesar el rio, ya que significa que es muy joven y aún no ha podido alcanzar la madurez para lograrlo.

Únicamente cuando son de un color gris jaspeado, (que es lo usual entre los xoloitzcuintles) podrá llevar a cabo esta importante tarea.

Debido a su cercanía con el hombre, en algunas ocasiones el xoloitzcuintle podía remplazar el lugar del humano para ser sacrificado. Foto: Pexels


Solo los buenos pueden ser guiados

Con base en la leyenda del xoloitzcuintle publicada por Secretaria de Cultura, los antiguos nahuas creían que si la persona en vida había tratado mal a los animales, especialmente a los perros, el "xolo" se negaría a ayudarlo a pasar, por lo cual perecería y no sería capaz de pasar.

Sin embargo, si el difunto había tratado bien a los perros cuando se encontraba con vida, el "xolo" tomaría el alma, la pondría sobre su lomo y la llevaría a salvo hasta el otro lado del acaudalado río.

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Su valor en los rituales prehispánicos

Debido a su cercanía con el hombre, en algunas ocasiones el xoloitzcuintle podía remplazar el lugar del humano para ser sacrificado. A diferencia de la creencia de que las antiguas culturas se alimentaban de este animal, su carne únicamente se comía en ceremonias especificas por ser considerado un alimento sagrado, y la forma de quitarle la vida era por medio de la extracción del corazón.

Escultura de un perro. Foto: Mediateca INAH