Con nostalgia y agradecimiento, la soprano Leticia de Altamirano participó en la puesta en escena de la ópera del compositor italiano Giacomo Puccini, Turandot. Un evento que representó su regreso al Palacio de Bellas Artes después de siete años de caminar por otros escenarios.
“Fue una experiencia preciosa y muy significativa, porque, además de mi regreso al Palacio esta obra se montó para conmemorar el centenario luctuoso de Puccini, así como los 90 años del recinto, explica la cantante, que en 2010 fue nombrada como “La voz del Bicentenario”, por el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
“Creo que la ópera nos conecta a todos porque, en el fondo siempre habla de historias que son absolutamente humanas. Pero no sólo eso, también todo nos intriga y maravilla, desde las escenografías, la música y los diálogos que te permiten ingresar ahí”, opinó Altamirano, quien se ha presentado en escenarios de Europa, Estados Unidos y Sudamérica.
Rol importante
En esta última presentación de Turadot, De Altamirano dio voz a Liú, una esclava de suma importancia en la historia de la obra. Al pensar sobre ella y el personaje de Turadot, la soprano mexicana considera que es cierto que las mujeres han tenido un rol muy importante en las historias que ha contado la ópera desde sus inicios. Sin embargo, considera que en cuanto a las cantantes en sí aún hay mucho trabajo por hacer.
“Es complejo todo lo que implica para los cantantes de ópera poder llevar a cabo su carrera y siempre seguir buscando tener presencia constante, cantando. Pero sí creo que para las mujeres es aún más difícil porque, no solamente se les demanda explotar al máximo su calidad vocal y musical, además de su capacidad histriónica, sino que se les exige que combinen sus propias vidas con la carrera y que cuiden mucho más su aspecto físico”, agrega.
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Lety de Altamirano ofrecerá una gira con el tenor Ramón Vargas y se presentará en el Festival Internacional de la Costa del Seno Mexicano, en Tamaulipas. Luego visitará Estados Unidos, donde brindará recitales de música mexicana; además de ir a Europa.
“Para mí la música es mi vida y vocación, la verdad es que estoy muy agradecida de poder hacer lo que más me gusta que es cantar. La ópera ha sido mi gran compañera, desde que fui niña tuve una gran relación con ella, pero también con otros géneros como el bolero y la ranchera”, finaliza.