João también vio ese destello, feliz, antes de que la bomba explotara y lo matara". Lacónica, la penúltima frase del Cuento de amor de Rubem Fonseca, resuelve el dilema de un padre que odia a su hijo inválido. Así era su prosa: breve y cruel.
Sus editores en México lamentaron su muerte, ocurrida ayer en su residencia en Río de Janeiro, a menos de un mes de cumplir 95 años. Larga y prolífica fue su vida.
"Rubem Fonseca fue un milagro literario y un escritor que murió, literalmente, escribiendo", dijo en Twitter el director editorial de Cal y Arena, Rafael Pérez Gay, mientras Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica, recordó que el autor de Paseo nocturno fue "gran compañero, gran amigo, gran novelista; sus libros fueron prohibidos en Brasil, aquí los salvamos".
De acuerdo con familiares, el también autor de la novela El gran hombre sufrió un infarto durante una comida en su casa y llegó a ser trasladado a un hospital del barrio de Botafogo, en la zona sur de Río de Janeiro, pero llegó sin vida al local. Repentina como su prosa, fue su muerte.
Para el escritor mexicano Antonio Ortuño, Fonseca fue "el narrador que mejor leyó y escribió la América Latina real, la desigual, hiperviolenta, irónica, vital y caudalosa América Latina. Su prosa sigue siendo la más viva de nuestros países", escribió en Twitter.
Fonseca decía que "escribir es comenzar", así que fue un hombre que inició siempre, reconocido como uno de los autores latinoamericanos más influyentes del siglo XX.
Originario de la ciudad de Juiz de Fora, cumpliría 95 años el próximo 11 de mayo, su lenguaje directo y frecuentemente obsceno, cargado de erotismo, renovó la literatura brasileña, marcando a generaciones de escritores en toda América Latina.
Entre su extensa obra figuran libros como los cuentos de Lucia McCartney (1967) y Feliz año nuevo (1975, un relato minucioso del gran golpe de unos delincuentes, que fue prohibido por la dictadura en su país), además de las novelas El caso Morel (1973), Agosto (1990) y El gran arte (1983), de la cual Mario Vargas Llosa escribió: "Este es su gran arte: contarnos una historia absolutamente increíble y extravagante con una astucia maquiavélica tan eficaz que no sólo terminamos por creer en aquello que narra, sino que lo encontramos más que plausible".
Llegó al gran público con Mandrake, el abogado criminalista personaje central de los libros El Gran Arte y La biblia y la bengala, que inspiró la serie Mandrake de HBO protagonizada por el actor brasileño Marcos Palmeira.
Rubem Fonseca reconocía el uso de un lenguaje "obsceno" en su obra, prohibida hace unos meses como material de lectura escolar en una provincia brasileña.
Cuando recibió el Premio Machado de Assis (que lleva el nombre de uno de los pilares de la literatura brasileña, Joaquim Machado de Assis), manifestó en su discurso de aceptación: "Yo escribí 30 libros.
Todos llenos de palabras obscenas. Nosotros los escritores no podemos discriminar las palabras". A ese aprecio por el lenguaje se debe quizá, la contundencia de su obra.