Para Jean-Marie Gustave Le Clézio (Niza, Francia, 1940), Premio Nobel de Literatura 2008, la memoria es el mundo donde se puede todo. Donde entran los cuentos que su abuela le contaba de niño, donde están las crónicas sobre México que él leyó cuando joven y todos los momentos de su vida que se hacen una suerte de relato de ficción. Justo ese relato que ahora es su más reciente libro “Canción de infancia” (Lumen).
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“El país del que hablo es un país que no existe, es un país que está dentro de mí, es un país construido de fotografías, de cuentos, de una realidad que me han contado y en el caso de México cuando viajo a México nunca puedo olvidar que mi primera contacto con México fueron las crónicas de los españoles que contaron lo que habían encontrado en la Ciudad de México y cuando paseo en la Ciudad de México estoy en dos tiempos de una realidad cotidiana”, describe el novelista.
¿Cómo nace "Canción de Infancia"?
En la charla con Julián Herbert en el marco del Hay Festival Querétaro, el escritor detalló que “Canción de infancia” está construido de esa memoria peligrosa, la más endeble, la de la infancia. Son dos apartados en los que Le Clézio da rienda suelta a evocaciones de su primeros años de vida huyendo de la Guerra Mundial y luego poco más grande con su abuela en Niza, también refugiado.
Por lo que el relato está construido de retazos de recuerdos, desde los más entrañables como los cuentos de su abuela hasta los más crudos como los días que huía de los nazis en Inglaterra. Y, casi 70 años después, escribió estas memorias durante otro encierro, el de la pandemia.
“Yo quiero decir que este es un libro que no había previsto, el libro surgió cuando empezó la amenaza del Covid 19 y empecé a escribir, la epidemia todavía no se había declarado, entonces empecé con la descripción de los paisajes de mi vida en Gran Bretaña durante la segunda parte de mi infancia y al terminar este segundo capítulo empezó la epidemia y el encierro que todos los seres humanos padecemos, fui preso en mi cuarto sin posibilidad de salir, y me hizo pensar en la primera parte de mi infancia cuando estuvimos presos, escondiéndonos de los nazis”, relató.
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Para el también autor de "El Africano", “La música del hambre”, entre otros títulos, su obsesión por la memoria es lo que le ha permitido llegar a la literatura. Incluso recordó que su primer contacto con México, donde vivió por algunos años, fue justo a través de la memoria de otros, de Octavio Paz y Juan Rulfo a quienes leyó en su adolescencia.