En su más reciente novela, Sangre nueva, Bibiana Camacho da rienda suelta a su obsesión por desentrañar lo que se esconde detrás de las relaciones de poder, pero no aquellas que son demasiado grandes, como las que pueden ejercer grupos políticos o el avasallador puño de las masas, sino las que suceden en la intimidad, en los planos domésticos y los lazos filiales.
“La verdad es que las relaciones de poder están absolutamente en todos los espacios y todos los rincones. A veces estás relaciones ‘pequeñas’ son las más mudas y más crueles, porque uno no puede abstraerse de ellas, ya que se está adentro y, más aún, porque todos los integrantes terminan participando de ellas, les guste o no.
“En esta novela hablo de los padres tiránicos que, sin que necesariamente sean unas malas personas sino por una cuestión de miedo, tratan de mantener el control de todo para que nada se salga de lo que ellos pueden ver o solucionar. Esto es así, pero también hablo de otras relaciones, como las tenemos con los vecinos o nuestras parejas, que pueden ser igual de tormentosas. Es en este tipo de situaciones donde creo que está la semilla de lo que puede crecer de forma exponencial y acabar con pueblos enteros”, explica Bibiana Camacho, en entrevista con El Sol de México.
DESTINO INEVITABLE
La novela relata la historia de Casandra, quien tras la muerte de su madre, hereda un departamento que comienza a habitar con su esposo. Ella no se siente completamente a gusto de haber ido a vivir al lugar que marcó de manera tan negativa su infancia, con su madre autoritaria, figura de la que siempre quiso huir, pero que piensa está a punto de encarnar ella misma.
“Es una búsqueda de la identidad ante un destino que parece inevitable”, comenta la autora capitalina. “Yo creo que el intento de escapar de nuestro destino es parte fundamental de la historia de la humanidad, pero pienso que en el fondo se trata también de una búsqueda constante de la identidad y el cuestionamiento de los orígenes. En realidad, los impulsos y sentimientos humanos no han cambiado desde los clásicos”, agrega la autora, quien por otra parte afirma creer en la posibilidad de cambiar las dinámicas de poder que traspasan generaciones, pero sólo a través de la autoconciencia.
NADIE ES COMPLETAMENTE BUENO NI MALO
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Una característica de esta novela es que todos los personajes, a su modo y posibilidades, tratan de ejercer sus propios poderes, logrando, no sólo “una tensión que raya en el desprecio”, sino retrato del complejo abanico de emociones y comportamientos que hay en el ser humano. Sobre esto, la autora comenta que su interés es precisamente lograr imprimir ese intrincado nudo que somos en lo individual, pero también en la relación con los otros.
“Los seres humanos no somos todo el tiempo víctimas o victimarios. Siempre estamos en vaivén de tomas de poder, de emociones y formas de actuar. En esta novela nadie es malo del todo o absolutamente bueno. A mí me gustan ese tipo de personajes, complejos, porque uno nunca es sólo de un bando, muchas veces estamos de un lado o del otro y ni siquiera nos damos cuenta cabalmente” finaliza la autora.
