Aunque la Organización Mundial de la Salud pregona como regla máxima “no dejar a nadie atrás” durante esta pandemia, la realidad es que mucha gente ni siquiera escuchó el disparo de salida.
El nuevo coronavirus ha demostrado que el conocimiento no necesariamente se apellida justicia. Así lo asegura en entrevista el médico Arnoldo Kraus, reconocido académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y miembro del Colegio de Bioética, quien acaba de publicar un libro que debe estar en el cajón de todos los que buscan entender la pandemia más allá de las estadísticas y los eslóganes preventivos.
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Se trata de Bitácora de mi pandemia (Debate, 2020), un diario lúcido escrito desde la perspectiva de un médico que recibe llamadas de sus pacientes a todas horas: “¿Qué debo hacer, doctor?, mis padres murieron y yo también estoy contagiado”, ¿me recomienda ir al hospital?”.
No se trata, sin embargo, de un libro de tecnicismos médicos. Kraus es, ante todo, un humanista. Un libre pensador —así se autodenomina— que ha escrito mucho sobre el derecho que tienen las personas a morir dignamente. Y si hay algo que ha arrebatado el coronavirus es, justamente, ese derecho.
“La pandemia ha obstaculizado los duelos de las personas. Que te entreguen el cuerpo de tu familiar envuelto en una bolsa negra y que encima —porque ha pasado— ni siquiera se trate del cadáver de tu ser querido, es algo traumático. Siempre deberíamos tener la oportunidad de trabajar nuestra muerte, de pensar en ella. Eso es algo que no está sucediendo con el coronavirus. Hoy, la muerte llega de forma repentina mediante de una enfermedad que es violenta incluso en personas que siempre han sido sanas”, asegura el también experto en inmunología del Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán.
A lo largo de este libro, el lector se encontrará con reflexiones sociales, culturales y filosóficas en torno a la enfermedad, la muerte, el progreso, la medicina y la ciencia. Son páginas ideales para quienes quieren escuchar verdades sin retoques. Así de directo es el doctor Kraus, quien siempre ha señalado la necesidad de implementar un programa de ética laica en la educación básica; clases que inviten a los más jóvenes a leer sobre cómo viven las 900 millones de personas que no tienen agua potable o las más de mil millones que viven con menos de dos dólares al día.
“La gente muere todos los días por enfermedades que no son Covid-19. De algún modo, el coronavirus ha restado importancia a otras muertes porque esta enfermedad también la están padeciendo los países ricos. Cuando nos enteramos que muere un africano por hambre, un haitiano de VIH o un subsahariano de tuberculosis, los sentimos muy lejos. Es gente pobre y negra: sus muertes no se aprecian de la misa forma en que se aprecia el fallecimiento de un occidental. ¿Es crudo lo que digo? Sí. ¿Es real lo que digo? También”.
En un mundo donde se mantienen los mecanismos de discriminación racial y social, pareciera que se otorga mayor importancia a los fallecimientos de italianos, alemanes o españoles que a los que suceden en países del tercer mundo, donde las causas son infinitas, muchas de ellas, consecuencia de la desigualdad social, afirma Kraus.
“Siempre he dicho que el conocimiento debería apellidarse justicia. Tendría que ir de la mano de la autonomía y la libertad. El conocimiento debe de hermanar a la gente. En esta ocasión, no obstante, el coronavirus ha demostrado que la hermandad que tenemos surgió a partir del desconocimiento. Porque yo no sé si la ciencia médica se pudo haber adelantado a este problema, pero la realidad es que hemos sido aplastados por el virus. Como lo expongo en mi libro, al principio creí que la pandemia nos iba a legar algo positivo, pero en un país como México tan enfermo y empobrecido, ya no encuentro razones para ser optimistas. Somos frágiles y endebles”.
¿SIRVEN LAS CONFERENCIAS DE GATELL?
Igual que muchos otros expertos de la salud, Arnoldo Kraus cree que el gobierno mexicano ha cometido varios errores para controlar la pandemia. Uno de ellos, dice, es que no se predica con el ejemplo. Le parece gravísimo que ni el presidente Andrés Manuel López Obrador ni el subsecretario de salud, Hugo López-Gatell, se nieguen a usar cubrebocas en eventos públicos. Más cuando son los dos rostros más públicos en México de la lucha contra el covid.
“De entrada yo pregunto: ¿Tiene sentido dar una plática diaria por la tarde? No tiene sentido. No construye nada dar una información cotidiana. Menos cuando el doctor Gatell no usa cubrebocas. La información es importante, debe ser difundida, pero en un lenguaje adecuado. Yo creo que estas conferencias deberían ser algo muy preventivo, no una sesión de gráficas que cada vez interesan menos. Además, yo no creo en las cifras que da López-Gatell”, asegura el también escritor.
Son contados los mandatarios que no utilizan mascarilla. Donald Trump se negó mucho tiempo a hacerlo. También Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil. AMLO se mantiene en esa línea. ¿Por qué? Porque quizás se sienten poseedores de una verdad que nadie más conoce, intuye Kraus.
“(Los populistas) se sienten dueños de verdades diferentes a las que nos creemos los mortales. Pareciera como si recibieran un mensaje divino directo del cielo que les invita a no usar cubrebocas. Hay algo de mesianismo en eso. No lo entiendo. La ciencia ha comprobado que el uso de cubrebocas y la distancia de dos metros son medidas casi tan eficaces como una vacuna”, concluye el médico.