“El libro constituye el punto de encuentro de las libertades humanas más importantes, entre las que destacan en primer lugar la libertad de expresión y la libertad de edición”, ha defendido la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, con motivo del Día Mundial del Libro, celebrado como cada año desde 1996 el 23 de abril.
“Se trata de libertades frágiles. Enfrentadas a numerosos desafíos, desde el cuestionamiento del derecho de autor y de la diversidad cultural, hasta las amenazas físicas a las que están expuestos los autores, los periodistas y los editores en numerosos países. Estas libertades se niegan, incluso en nuestros días, cada vez que hay un ataque contra una escuela o que se destruye un manuscrito o un libro”.
Unas libertades que se han visto restringidas a lo largo de la historia hasta nuestros días: la lista de libro prohibidos por motivos religiosos, políticos o ideológicos es interminable, incluso en la actualidad, han sido censurados por gobiernos, por instituciones religiosas, o por entidades de todo tipo, tanto públicas como privadas, e incluso por los lectores.
Visibilizar amenazas
Desde 1982 se celebra en Estados Unidos la Semana de los Libros Prohibidos (Banned Books Week), este año será entre el 23 y el 29 de septiembre, para dar la mayor visibilidad posible a libros prohibidos o amenazados por el intento de retirada o restricción, por las objeciones de una persona o un grupo, de librerías, bibliotecas y colegios.
En ocasiones, la prohibición de una obra ha logrado el efecto contrario al perseguido y ha multiplicado la fama del texto en cuestión y el interés por su lectura.
En España, ha sucedido recientemente, el pasado mes de marzo, con la retirada por orden judicial de Fariña, una investigación periodística sobre el narcotráfico en Galicia en los años 80 y 90 que había sido publicada en septiembre de 2015.
El anuncio del secuestro judicial de Fariña, el primero en más de una década en este país, como medida cautelar por una demanda contra el autor del libro por el delito de injurias y calumnias presentada por uno de los políticos implicados, multiplicó el valor de la obra en las ventas de segunda mano, hasta que la orden judicial fue ejecutada.
Lo mismo sucedió con la herramienta creada por el gremio de libreros de Madrid, Finding Fariña, una página web que permitía leer el libro del periodista Nacho Carretero a través de El Quijote, y que también ha sido bloqueada por orden judicial.
De la biblia a Harry Potter
La censura de obras literarias ha sido y es la norma en todo régimen dictatorial, como lo ha sido durante siglos por parte de la Iglesia católica, que en el Index librorum prohibitorum (índice de libros prohibidos) catalogó todos aquellos libros que eran considerados perniciosos para la fe.
Promulgado por primera vez en 1564, la última edición del Índice fue la del año 1948, hasta que fue suprimido en 1966, e incluyó a lo largo de su historia cientos de ensayos de filósofos y científicos, como El origen de las especies, de Charles Darwin; además de clásicos de la literatura como Madame Bovary, Los Miserables o el Lazarillo de Tormes.
Los textos religiosos tampoco se libran de prohibiciones en numerosos países, y así, tanto la Biblia como el Corán están prohibidos en algunos lugares en la actualidad, como Corea del Norte, Arabia Saudí (que ha vetado la Biblia) o Rusia (que ha censurado algunas traducciones del Corán y de las Sagradas Escrituras).
De la prohibición no se han librado ni clásicos como Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, prohibida en China por atribuirle a los animales cualidades humanas; ni bestsellers recientes como Thirteen Reasons Why, de Jay Asher, vetado en numerosos colegios de Estados Unidos por hablar de un tema tabú˙ como el suicidio.
El Vaticano pidió que ni se comprara ni leyera The Da Vinci Code, de Dan Brown, un libro que vendió millones de ejemplares en todo el mundo y que fue prohibido en Líbano por ofender al cristianismo, también en otros países como China, Egipto e Irán.
The Satanic Verses, novela de Salman Rushdie publicada en 1988, no sólo fue prohibida por blasfema en Irán, Pakistán, Egipto, Somalia, Malasia, Qatar, Indonesia, Bangladesh, Sudáfrica o India, -que lo prohibió antes de que se publicara por primera vez en Reino Unido -, sino que ha supuesto un auténtico infierno para su autor, después de que el ayatola Jomeini emitiera una orden religiosa ordenando asesinar al escritor.
Protestas, disturbios y quemas de ejemplares siguieron a la publicación de la obra, que se convirtió ser superventas en Estados Unidos y Canadá, pese a que algunas cadenas dejaron de vender el libro por las quejas.
Harry Potter está prohibido en las escuelas de Arabia Saudí y es uno de los libros más perseguidos en Estados Unidos en los últimos años: entre 2000 y 2009, la American Library Association recibió más de 5 mil solicitudes de prohibiciones de todo el país, generalmente de asociaciones de padres, que son las que presionan para vetar títulos en colegios y bibliotecas.
The Adventures of Tom Sawyer, obra maestra de Mark Twain, o To Kill a Mockingbird, de Harper Lee, también han sido retirados en algunos distritos escolares estadounidenses por sus mensajes inapropiados.
James Joyce firmó una de las obras más influyentes de la literatura en inglés del siglo XX con Ulisses, que no se libró de las prohibiciones para su publicación, tanto en Reino Unido como en Estados Unidos, donde llegó a ser calificado de “libro inmundo”.
Animal Farm, de George Orwell, ha sido vetado desde su publicación en la antigua Unión Soviética, en Kenia, en los Emiratos Árabes, en Cuba, en Corea del Norte y en China; mientras que la distopia del también británico Aldous Huxley, Brave New World, fue prohibida en Irlanda en el año de su publicación y es uno de los más amenazados en Estados Unidos por la cantidad de peticiones para su retirada de las bibliotecas que ha recibido.
La quema de libros es la expresión más terrible de la prohibición de los libros, y la han llevado a cabo, desde la Inquisición a la Alemania nazi o la Argentina de la dictadura militar de Videla, y más recientemente, el ISIS.
El escritor Ray Bradbury imaginó un mundo en el que se quemaran todos los libros en su novela Fahrenheit 451… que es la temperatura a la que arden los libros, que son quemados porque impiden a la población ser feliz.
En realidad, son destruidos porque crean conciencia, y la única manera de salvarlos es leerlos y memorizarlos antes de que desaparezcan.