En 2021, PEN International coordinó, con el apoyo de la UNESCO, un reporte de la situación de las escritoras en Ecuador, Guatemala, Honduras, México y Nicaragua. Las cifras, aunque positivas, siguen demostrando una desigualdad en cuanto a la participación femenina en medios editoriales.
PEN es una organización apolítica fundada en 1921 con el fin de promover la literatura y la libertad de expresión en todas las naciones, está inscrita en Inglaterra y tiene un estatus consultivo en la ONU.
El conteo realizado en Latinoamérica saca a la luz las cifras desiguales de la participación femenina en las columnas escritas para medios representativos de cada país, de los premios ganados y de su posición de liderazgo en editoriales. En algunos casos el registro va desde hace décadas, pero en otros son apenas sesenta días y sigue siendo evidente que el lugar que ocupan las mujeres es menor que el de los hombres a pesar de que en los últimos años la situación ha mejorado mucho.
Además de las gráficas que presenta el documento, también se incluyeron entrevistas a escritoras de diferentes edades y etnias, porque es importante que no solo señalemos los números sino que conozcamos las experiencias particulares.
Algunas entrevistadas afirman que ya no importa el género de quien escribe, sino que su trabajo sea bueno, sin embargo, Dina Meza asegura que “ser mujer en Honduras es por sí mismo un obstáculo para el desarrollo y si eres escritora tienes que tener mucha resistencia para no dejar que te hagan el mobbing o acoso laboral, incluso en los mismos espacios literarios copados por hombres”.
En México quienes han puesto de manifiesto la invisibilidad de las escritoras han sido las propias mujeres, que se ocupan desde la búsqueda de una mejor preparación intelectual hasta una mayor participación en foros, ediciones y concursos literarios. De esta manera nacen proyectos como Hablemos, escritoras, de Adriana Pacheco Roldán; Escritoras Mx, de Cristina Liceaga; y Mapa de Escritoras Mexicanas Contemporáneas, de Esther M.García.
No basta con que se estén publicando a más autoras contemporáneas, sino que hay que rescatar y leer los textos de mujeres que no fueron reconocidas en su tiempo y que vale la pena leer.
Latinoamérica es un abanico de voces y si bien podemos nombrar con orgullo a Fernanda Melchor, a Mariana Enríquez o a Isabel Allende, nos hace falta conocer las obras de las mujeres indígenas, de quienes pertenecen a la comunidad LGBTIQ+, de quienes fueron presas políticas, de guerrilleras, de jóvenes deportadas, de minorías marginadas.
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