Para comprender hay que mencionar, decir, nombrar. Señalar con palabras la existencia de algo. Esa fue la tarea que el escritor Enrique Díaz Álvarez (Ciudad de México, 1976) emprendió para asimilar los números rojos de la violencia en México, en particular a partir de la guerra contra el narcotráfico declarada en el sexenio de Felipe Calderón. Pero nombrar no desde el lugar común de los vencidos y vencedores, sino desde quienes están dentro, de quienes usan su testimonio como arma política.
Esta tarea de comprender la violencia desde las palabras orales y escritas de quienes la han vivido se convirtió en su ensayo La palabra que aparece (Anagrama) donde hace un trayecto al pasado, desde Homero, para recuperar las diferentes formas de agresión y concluir en el presente de México; en ese viaje da un recuento de crímenes como la bomba de Hiroshima o masacres relacionadas con el narcotráfico.
Díaz Álvarez refirió en entrevista que cuando un hecho no es nombrado, no existe, y la labor de las palabras es precisamente evitar que se borre de la memoria. Su libro, Premio Anagrama de Ensayo 2021, es un recordatorio de los números rojos y redondos de la violencia en el país, desde las desapariciones forzadas hasta los feminicidios en voz de quienes los viven desde dentro.
“Parto de la premisa que para confrontar la violencia y para comprenderla, se necesita la palabra y pensar el papel que juega el testimonio de muchas personas que hoy sólo tienen su palabra para confrontar la realidad, para narrar episodios violentos y hacer que su palabra cuente sobre todo en tiempos de impunidad”, detalló el también autor de El traslado. Narrativas contra la idiotez y la barbarie (Debate, 2015).
“La idea de tomar la palabra, de dar testimonio, es una forma de acción política porque la idea es que muchas personas sólo tienen su palabra y es la única forma para hacer que importe y nos afecte, y a mí me importa no sólo el testimonio de los desdichados y las familias, sino también de cómo muchos escritores, cineastas y artistas han acompañado esa palabra y la han visibilizado, la han expandido para hacer que con sus documentales y sus novelas nos conmueven con esas historias, entonces es cuando la palabra escrita que aparece tiene presencia”, añadió.
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Quien ha sido titular de la Cátedra Nelson Mandela de Derechos Humanos en las Artes de la UNAM reflexionó sobre la importancia del microrrelato como testimonio para confrontar la Historia oficial, y sobre todo la necesidad de fisurar relatos que ocultan la perspectiva de quienes sufren esa violencia. “La lección de Homero es que toda guerra tiene que narrarse de los dos lados, y uno simpatiza más con los vencidos o no, pero la gran lección es la imparcialidad ante una historia bien narrada, por eso yo parto del testimonio y el microscopio de pequeñas historias ocultas que son potentes y nos revelan la cara de muchos sucesos que nos permiten ponerle rostro a las víctimas”, precisó.
Así el lector se encontrará con episodios crudos de la Historia, desde la guerra de Troya, la conquista de México, la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial hasta los conflictos modernos que se libran con drones o los menos convencionales, como la guerra contra el narco en México.