Fascinado desde pequeño por la lectura de los mitos griegos, Jordi Soler en su más reciente novela En el reino del toro sagrado (Alfaguara 2024), trasplanta a Veracruz el mito griego del toro blanco que le fue regalado por Zeus al rey Minos de Creta para sacrificarlo, lo cual no hizo por considerarlo demasiado bello. En consecuencia, el dios del Olimpo hace que la mujer del rey se enamore del toro, del que sería engendrado el monstruo del minotauro.
Pero la obra no se trata de una calca del mito, sino que se usa como piedra angular de la historia de “Artemisa”, una hermosa y poderosa mujer, descendiente de migrantes griegos, que, en el pueblo de Los Abismos, perdido en la sierra veracruzana, recoge y adopta a un singular toro por el que comienza a sentir una seductora y misteriosa atracción, logrando así no sólo referir a la cultura helénica sino la mexicana.
“Me encanta la idea de que México y Grecia sean dos territorios fundamentados en el rito. Esto no es una cosa nueva, es una línea que ya trataron otros como José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Octavio Paz o Carlos Fuentes. De manera que lo que yo estoy haciendo simplemente es seguir una tradición de escritores mexicanos que se entusiasman con las mitologías”, comenta Jordi Soler, en entrevista con El Sol de México.
“Uno de los mensajes que ofrece esta novela es que la violencia viene de muy lejos, aunque aquí y ahora tenga otra cara. Ahora en ese territorio está también el poder del narco y la delincuencia organizada, por el que yo paso de puntillas en mi novela, porque no quería que pareciera una novela del narco, de las cuales ya hay muchas”, apunta el escritor, quien afirma que le costó evocar el mito del toro de Minos por su excesiva violencia.
EL PODER DE LA BELLEZA
Del personaje de “Artemisa”, Soler advierte que se trata de “una mujer del siglo XXI”, empoderada y que ha sacado por cuenta propia el negocio que le fue heredado, pero que ha sabido utilizar su belleza, casi mítica, para ejercer un poder en el que puede volver a cualquiera “en su perro”, un poder que se opone al “totalitario, desatado y salvaje” del clásico cacique, tradicional en la literatura hispanoamericana, representado por “Teodorico”, otro de los personajes de la obra.
“Se supone, y con toda razón, que el empoderamiento de la mujer tiene que venir desde otro lado que no sea su belleza, lo cual tiene toda la lógica del mundo. Pero no se puede obviar el hecho de que ese poder existe y mueve al mundo. Hay mujeres que sólo por su belleza consiguen cosas insólitas que si no fueran bellas no lo habrían conseguido”.
Sin embargo, en esta lucha de poderes, el escritor señala que se esconde un racismo y clasismo que lamentablemente son insoslayables aún en nuestra sociedad contemporánea, que se puede ver incluso en la gentrificación impulsada por migrantes nómadas, fenómeno que no percibe exclusivo de México, sino de lugares como Barcelona, donde radica desde hace varios años.
“Este es un tema que a mí me inquieta desde que era niño en ese sitio, porque es flagrante. Creo que el gran problema de México ha sido siempre que la desigualdad social está basada en el aspecto. Esa es la gran tragedia de nuestro pueblo: si eres blanco y tienes facha de europeo no tienes que esforzarte demasiado para salir adelante, pero si eres genial y tienes rasgos indígenas lo tienes siempre demasiado crudo”.
LUGAR ESTIMULANTE
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Las novelas de Jordi Soler se caracterizan por referir a la realidad veracruzana, desde la que ha denunciado desigualdades sociales y violencia aparentemente inherente a los pueblos que lo habitan, pero también la florida diversidad, de la que fue testigo en su infancia, como habitante del extinto pueblo La Portuguesa, que fue fundada por migrantes catalanes.
“Para mí este es el territorio en el que mejor me encuentro escribiendo, es el lugar del mundo donde tengo un mayor archivo de imágenes y experiencias para tirar de ellas y reconvertirlas en literatura. Es muy estimulante para mí porque durante los tres años en los que estuve escribiendo esta novela pude sumergirme, desde mi estudio, en el territorio de Veracruz. Es un sitio que ya no existe más que en mis novelas, pero cada día fui yendo a ese sitio que electrifica mi vida, por el contraste de salir de mi casa y encontrarme en Barcelona”, finaliza.