/ miércoles 22 de septiembre de 2021

IV Bienal Mario Vargas Llosa destaca momento extraordinario que vive el periodismo

“Los periodistas y el poder”, la mesa moderada por Héctor Aguilar Camín, reúne a Julio Astillero, Gabriela Warkentin, Pascal Beltrán del Río y Diego Petersen Farah

La dinámica cambió. Los periodistas reunidos en la segunda mesa del foro “Los desafíos de la libertad hoy”, que precede a la Bienal de Literatura Mario Vargas Llosa, organizado por la Fundación Internacional para la Libertad, presidida por el Nobel de Literatura, junto con la Universidad de Guadalajara, se dedicaron a responder, dijo el moderador Héctor Aguilar Camín, “preguntas clave, sencillas de formular pero no de respuestas únicas, y entre más plurales, más ricas”.

Y planteó: “¿Cómo se sienten ustedes, periodistas de trinchera con el poder que hoy existe en México?”. Mientras Julio Astillero manifestó que está “no sólo contento, sino muy esperanzado”, Pascal Beltrán del Río aseguró que el periodismo vive “un extraordinario momento”, al ejercerse, en la enorme mayoría medios, de forma “contundente y plural”.

Diego Petersen Farah apuntó que “hay más medios con voluntad de libertad y no es un atributo del Estado, sino de los medios que están más lejos del poder y por el contrario, de parte del Estado hay opacidad y una voluntad de no ser transparentes”.

En tanto, Gabriela Warkentin llamó a “revisar dónde están los periodistas de trinchera, los cuatro que estamos aquí somos privilegiados, pero les propongo que nos detengamos incluso en la palabra trinchera, para reconocerla en plural”, invitó a los presentes a cuestionarse “qué hemos hecho y tener una mirada autocrítica hacia nosotros”.

La mesa comenzó con un formato de preguntas, que pronto cambió a la exposición de cada participante. Astillero afirmó que el país vive en un contexto de búsqueda “hacia un proyecto de centro izquierda, que busca erradicar el conjunto de circunstancias que durante mucho tiempo han adosado al periodismo tradicional a los poderes políticos en turno”.

El periodismo, agregó, “durante mucho tiempo fue acompañante, cómplice, de irregularidades en el país, como la injusticia, la acumulación de la riqueza, fraudes electorales y sobre todo de la falta de una cultura política crítica”.

Beltrán del Río compartió un hecho en los inicios de su carrera cuando “un oreja de Bucareli” visitó su domicilio para indagar qué tanto sabía de una imprenta clandestina de votos, poco antes de las elecciones de 1988 y cómo el jefe de Policía no tenía reparo en comunicar a los directivos de los periódicos “las inconformidades del secretario de Gobernación”, del gobierno entrante de Carlos Salinas de Gortari.

Hoy, “desvalorizar el periodismo”, agregó, “no debe ser papel del jefe de Estado, que tiene la obligación de garantizar un clima para que este trabajo se pueda llevar a cabo, sobre todo en este país con 160 periodistas asesinados desde 2000, de los cuales 43 corresponden a este periodo de gobierno”.

Denunció el efecto nocivo de los señalamientos del presidente en contra de la prensa, que “envalentona a funcionarios de menor nivel, para someter a periodistas mucho más vulnerables, como los que realizan su trabajo en zonas de la república dominadas por el crimen organizado. Algo significa que un buen número de los asesinatos de periodistas haya ocurrido en Veracruz, por ejemplo, y si los criminales son capaces de lanzar amenazas en contra de una conductora de noticiarios nacionales, qué pueden esperar los reporteros en zonas de guerra como Michoacán y Chiapas”.

Tras señalar que la conversación se está centrando en la confrontación del presiente con la prensa, Gabriela Warkentin insistió en que “tenemos que salir de las preguntas de siempre, ¿será que estamos obsesionados en tener una mirada hacia Palacio Nacional y lo que viene de ahí, y se nos olvidó que este país es infinitamente más amplio?”.

Hizo referencia a los movimientos feministas, que “nos han obligado a cambiar un poco el saque, o los movimientos de desaparecidos, por ejemplo. Muchas cosas pasan y no nos damos tiempo ni siquiera tiempo de nombrarlas”.

Sin embargo, Aguilar Camín volvió al tema. “Que el presidente todos los días esté denunciando, desconociendo a parte de la prensa, denunciando periodistas, es un hecho mayor de la realidad, aunque no sea toda la realidad, es imposible, en buen periodismo, salirse de eso en nuestro día a día noticioso”.

La censura, añadió el director de Nexos, “tiene grados, desde la censura, torpe, tradicional, grotesca y otra formas de contención de los medios, como el efecto de intimidación de un presidente como Trump sobre los periodistas estadounidenses, ese efecto público, la estigmatización cotidiana, es, si no de forma directa, censura, una amenaza constante a la libertad de expresión. Una cosa distinta es que le hagamos caso y nos dejemos amedrentar”.

Luego de exponer que si bien la violencia no es responsabilidad directa gobierno y “nunca lo ha sido”, pues proviene fundamentalmente del crimen organizado, Aguilar Camín detalló que sí es consecuencia de “la falta de seguridad que el Estado brinda en general a la sociedad y en particular a los periodistas; sabemos cuáles son las zonas de riesgo y los motivos, pero no hay acción ni para prevenir, ni para castigar y en eso, el Estado es responsable”.

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Sin embargo, destacó que los panelistas estén haciendo su tarea “al pie del río, como lo quieren hacer, sin las restricciones que parecen emanar del tono público del presidente”.

La dinámica cambió. Los periodistas reunidos en la segunda mesa del foro “Los desafíos de la libertad hoy”, que precede a la Bienal de Literatura Mario Vargas Llosa, organizado por la Fundación Internacional para la Libertad, presidida por el Nobel de Literatura, junto con la Universidad de Guadalajara, se dedicaron a responder, dijo el moderador Héctor Aguilar Camín, “preguntas clave, sencillas de formular pero no de respuestas únicas, y entre más plurales, más ricas”.

Y planteó: “¿Cómo se sienten ustedes, periodistas de trinchera con el poder que hoy existe en México?”. Mientras Julio Astillero manifestó que está “no sólo contento, sino muy esperanzado”, Pascal Beltrán del Río aseguró que el periodismo vive “un extraordinario momento”, al ejercerse, en la enorme mayoría medios, de forma “contundente y plural”.

Diego Petersen Farah apuntó que “hay más medios con voluntad de libertad y no es un atributo del Estado, sino de los medios que están más lejos del poder y por el contrario, de parte del Estado hay opacidad y una voluntad de no ser transparentes”.

En tanto, Gabriela Warkentin llamó a “revisar dónde están los periodistas de trinchera, los cuatro que estamos aquí somos privilegiados, pero les propongo que nos detengamos incluso en la palabra trinchera, para reconocerla en plural”, invitó a los presentes a cuestionarse “qué hemos hecho y tener una mirada autocrítica hacia nosotros”.

La mesa comenzó con un formato de preguntas, que pronto cambió a la exposición de cada participante. Astillero afirmó que el país vive en un contexto de búsqueda “hacia un proyecto de centro izquierda, que busca erradicar el conjunto de circunstancias que durante mucho tiempo han adosado al periodismo tradicional a los poderes políticos en turno”.

El periodismo, agregó, “durante mucho tiempo fue acompañante, cómplice, de irregularidades en el país, como la injusticia, la acumulación de la riqueza, fraudes electorales y sobre todo de la falta de una cultura política crítica”.

Beltrán del Río compartió un hecho en los inicios de su carrera cuando “un oreja de Bucareli” visitó su domicilio para indagar qué tanto sabía de una imprenta clandestina de votos, poco antes de las elecciones de 1988 y cómo el jefe de Policía no tenía reparo en comunicar a los directivos de los periódicos “las inconformidades del secretario de Gobernación”, del gobierno entrante de Carlos Salinas de Gortari.

Hoy, “desvalorizar el periodismo”, agregó, “no debe ser papel del jefe de Estado, que tiene la obligación de garantizar un clima para que este trabajo se pueda llevar a cabo, sobre todo en este país con 160 periodistas asesinados desde 2000, de los cuales 43 corresponden a este periodo de gobierno”.

Denunció el efecto nocivo de los señalamientos del presidente en contra de la prensa, que “envalentona a funcionarios de menor nivel, para someter a periodistas mucho más vulnerables, como los que realizan su trabajo en zonas de la república dominadas por el crimen organizado. Algo significa que un buen número de los asesinatos de periodistas haya ocurrido en Veracruz, por ejemplo, y si los criminales son capaces de lanzar amenazas en contra de una conductora de noticiarios nacionales, qué pueden esperar los reporteros en zonas de guerra como Michoacán y Chiapas”.

Tras señalar que la conversación se está centrando en la confrontación del presiente con la prensa, Gabriela Warkentin insistió en que “tenemos que salir de las preguntas de siempre, ¿será que estamos obsesionados en tener una mirada hacia Palacio Nacional y lo que viene de ahí, y se nos olvidó que este país es infinitamente más amplio?”.

Hizo referencia a los movimientos feministas, que “nos han obligado a cambiar un poco el saque, o los movimientos de desaparecidos, por ejemplo. Muchas cosas pasan y no nos damos tiempo ni siquiera tiempo de nombrarlas”.

Sin embargo, Aguilar Camín volvió al tema. “Que el presidente todos los días esté denunciando, desconociendo a parte de la prensa, denunciando periodistas, es un hecho mayor de la realidad, aunque no sea toda la realidad, es imposible, en buen periodismo, salirse de eso en nuestro día a día noticioso”.

La censura, añadió el director de Nexos, “tiene grados, desde la censura, torpe, tradicional, grotesca y otra formas de contención de los medios, como el efecto de intimidación de un presidente como Trump sobre los periodistas estadounidenses, ese efecto público, la estigmatización cotidiana, es, si no de forma directa, censura, una amenaza constante a la libertad de expresión. Una cosa distinta es que le hagamos caso y nos dejemos amedrentar”.

Luego de exponer que si bien la violencia no es responsabilidad directa gobierno y “nunca lo ha sido”, pues proviene fundamentalmente del crimen organizado, Aguilar Camín detalló que sí es consecuencia de “la falta de seguridad que el Estado brinda en general a la sociedad y en particular a los periodistas; sabemos cuáles son las zonas de riesgo y los motivos, pero no hay acción ni para prevenir, ni para castigar y en eso, el Estado es responsable”.

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