Si bien la crítica literaria es menos frecuente, “por el recorte en los medios, sobre todo en la parte de Cultura, además del compadrazgo o amiguismo en el ámbito literario y a veces la crítica obedece a criterios de grupo”, para la periodista y escritora Leda Redón, este ejercicio es un trabajo creativo.
Publicado por E 1 Ediciones, La nariz de Gogol es un volumen que da cuenta de ello, dice la autora en entrevista.
En México, apunta, la crítica no se ha ejercido habitualmente, “salvo excepciones por supuesto, pero por ejemplo en Sudámerica, pensemos en Ángel Rama, que con su libro Generación crítica, intentó hacer una clasificación de la literatura de su época, de la generación del 45 y en México hay atisbos, por supuesto el Diccionario crítico de la literatura mexicana de Christopher Domínguez Michael, que se publicó hace mucho tiempo, un libro que fue muy criticado por las extensas páginas dedicadas a ciertos autores y a otros considerados muy valiosos a nivel nacional no. Desde ese libro no recuerdo otro que haya salido de crítica literaria en México, que seguramente habrá alguno, pero no lo tengo presente”.
Respecto a su propia labor como crítica, Leda Rendón apunta que privilegia la emoción, “la sensación que me provoca acercarme al objeto artístico, que en este caso son cuentos, me estoy acercando al cuento como la primera manifestación abierta a contar, que viene justamente de contar las cuentas de un rosario”.
Para la periodista y escritora, “hay un trance en el cuento, desde mi perspectiva, que está muy ligado al sueño y a la comunidad y la oralidad. El cuento es un género que, a diferencia de la novela o la poesía, es difícil que se preste a eliminar la trama, cómo podemos pensar en cuento como Final de partida, de Samuel Beckett o La noche boca arriba de Julio Cortázar, o algún cuento de la literatura latinoamericana, sin un golpe al final de la trama, sin ‘un río subterráneo’, como lo llamaba Inés Arredondo, que está todo el tiempo latiendo en el cuento y muchas veces tiene atisbos en finales ambiguos”.
Detalla que la trama del cuento va obligando a hilar fino, tanto al autor, como al lector y, en su caso, a la crítica. “Es lo que yo hago con mi crítica, me interesa involucrarme antropofágicamente, digamos, con el escritor. Es decir, ya desde el guiño del título, hay un juego que intenté hacer. Es este sentido de ejercer una crítica en general de objetos a los que amo y establecer una relación con el lector a través de la crítica, porque considero que es creación también”.