México ha dado a la historia de la literatura en español un puñado de los mejores escritores: Inés Arredondo, Salvador Elizondo, Josefina Vicens, Salvador Novo, Octavio Paz, y la lista sigue y sigue. Entre ellos, brillando con modestia, pero formando parte importante de la literatura universal, está José Emilio Pacheco, que este 30 de junio cumpliría 80 años. A siete años de su muerte, hoy recordamos la importancia de su obra y la influencia que tuvo no sólo en la literatura, sino en la sociedad mexicana.
José Emilio Pacheco Berny nació en la Ciudad de México en 1939. Desde la infancia tuvo inclinación hacia la literatura y el contacto constante con figuras como Juan de la Cabada, Juan José Arreola, Martín Luis Guzmán, Julio Torri o José Vasconcelos terminó por llevarlo al camino de las letras.
Su formación comenzó por leer con la lectura de importantes escritores europeos, como Julio Verne u Oscar Wilde, pero también a grandes latinoamericanos, desde Amado Nervo hasta Jorge Luis Borges y pasando por Alfonso Reyes. Al crecer se incorporó a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde inició las carreras de Filosofía y Letras, así como Derecho; sin embargo, con 19 años de edad abandonó los estudios para dedicarse completamente a la literatura.
Sus actividades literarias comenzaron en publicaciones estudiantiles, para luego ser colaborador del suplemento Ramas Nuevas de la revista Estaciones, y fue jefe de redacción del suplemento México en la Cultura, además ejerció la docencia en universidades de México, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra.
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José Emilio Pacheco fue un escritor en toda la extensión de la palabra; su obra avanza desde la poesía y se desplaza por el cuento, la novela y llega hasta el ensayo. Entre sus quehaceres también dedicó tiempo a la traducción, trayendo al español obras de Ernest Hemingway, T.S Elliot, Victor Hugo, Tennessee Williams o Truman Capote.
La sencillez fue su sello literario: en la poesía abordó temas como el paso del tiempo, así como la vida y la muerte, lo cual se puede ver en sus obras Los elementos de la noche (1963), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Los trabajos del mar (1984), Miro la tierra (1986) y Ciudad de la memoria (1989).
Al escritor mexicano, se le considera integrante de la llamada generación de los cincuenta o de medio siglo, en la que también se incluye a Juan Vicente Melo, Inés Arredondo, Juan García Ponce, Huberto Batis, Sergio Pitol, José de la Colina, Salvador Elizondo, Carlos Monsiváis, entre otros.
Como narrador, Pacheco cuenta en su producción literaria con relatos como El viento distante (1963), El principio del placer (1972), La sombra de la Medusa y otros cuentos marginales (1990), la novela Morirás lejos (1967) y Las batallas del desierto (1981). En su biografía se destaca que sus artículos y ensayos son numerosos y casi todos versan sobre literatura, aunque también abordan asuntos políticos y sociales.
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La trascendencia de su obra
El trabajo artístico en la obra de José Emilio Pacheco consistió en llevar a un lenguaje sencillo toda la potencia de las figuras poéticas; de la misma manera filtraba a través de miradas infantiles la melancolía por una sociedad mexicana y por la capital del país que rápidamente se transfiguraban con la llegada de la modernidad a mediados del Siglo XX.
Esa sencillez característica de su poesía y sus narraciones llevó a que el retrato que el autor hacía de su época influyera recíprocamente en la sociedad que se conformó con los cambios que él presenciara. El ejemplo más claro de esto lo da Las batallas en el desierto, probablemente su obra más conocida junto con El principio del placer, que fue llevada al cine con guión de Vicente Leñero: Mariana, Mariana (1987). Y no se puede olvidar "Las batallas", interpretada por Café Tacvba.
Entre los galardones que José Emilio Pacheco recibió en vida se encuentran los premios Magda Donato (1967), Xavier Urrutia (1973), Premio Nacional de Periodismo (1990), Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de la lingüística y literatura (1992), Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009) y el mencionado Premio Miguel de Cervantes (2009), donde depositó en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes un legado que permanecerá guardado hasta el 21 de abril del 2110. Fue una de las personalidades que dejó un objeto personal en la antigua cámara acorazada de la sede central del Instituto.
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El literato fue miembro del Colegio Nacional (México) desde 1986 y profesor distinguido en el Departamento de Español de la Universidad de Maryland. De Pacheco se ha analizado que su escritura incluye el cuestionamiento sobre la vida en el mundo moderno, sobre la literatura y su propia producción artística, así como por el uso de un lenguaje sin rebuscamientos, accesible.
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