El escritor Armando Ramírez (Ciudad de México, 7 de abril de 1952) no está presente, falleció el pasado 10 de julio. Fue periodista y cronista, facetas de él conocidas, pero las de padre, amigo y abuelo poco se sabían y son narradas mediante anécdotas, pero también se habla de su literatura, que dicen, los que estuvieron en su homenaje de este miércoles, evolucionó con el tiempo.
La galería José María Velasco de la calle de Peralvillo alberga una exposición dedicada a Cuba, con cuadros que enarbolan una postura socialista, radical y en medio de esta una sala llena, se honra a quien tuvo un espíritu contestatario y mediante su obra reflejó al barrio y a sus personajes, ahí, donde se le hace el tributo, sencillo, como lo fue el autor de Quinceañera.
En la mesa se encuentran Everardo Pillado, quien formara parte del colectivo Los Olvidados y los Ramírez: Jimena, Marcela y Armando, hijos del escritor junto con Fernando del mismo apellido quien narra esa parte de la juventud del escritor, que poco se conoce, pero que cuenta con entusiasmo.
Toca el turno de hablar a Armando Jr, y comenta aspectos de la evolución que Armando Ramírez, en la escritura desde su primer libro Chin chin el teporocho en vida, hasta el reciente Déjame de Editorial Océano, de la que comentan reflejó “a sus amores” y les cambió el nombre.
“Te vas dando cuenta de ese crecimiento que tiene (Armando Ramírez) como autor y lo va retratando en cada una de sus obras, porque si, obviamente Chin cnin… es el parteaguas, pero es el primero de los escritores que rompe con los clásicos o los consagrados, hablemos de Rulfo, de Octavio Paz, era un lenguaje muy exquisito, muy acá y llega él y dice no pos en el barrio hablamos así ca…y te lo empieza a narrar así en sus libros”.
Posteriormente, Armando Jr revela a Armando padre: “De ese programa Hoy en la cultura de Canal once del que fue director, nos platicaban sus colegas,’ todos nos íbamos a la peda después de trabajar, pero tu papá iba por el pan y los pañales. Entonces te vas dando cuenta cómo va cambiando ese ser que deja de estar tan expuesto como figura pública para estar con sus hijos, su esposa y se aísla. Deja de compartir su intimidad”.
En su turno, su hija Jimena reconoce, su padre hacía un retrato del México que le tocó vivir: “Porque sintió la necesidad de decirle a la sociedad todo lo que pasaba y también ser crítico, con la política que hay en el país. Dentro de su literatura se ve que fue evolucionando y fue sorprendente escuchar cómo fue de joven, como papá era multifacético”.
De esos rostros, su hijo Armando descubre que después de ser rockero y escuchar a Pink Floyd, a Ramírez le gustó Mecano y la Oreja de Van Gogh, “le encantaba esa frase de ‘te voy a escribir la canción más bonita del mundo…”.
Jimena agrega sobre las otras caras del escritor. ”A mí me tocó verlo como abuelo de mis hijos, que era muy distinto y me decía como enseñarlos a leer”.