Peter Handke, el polémico Nobel de Literatura

Con autorización de Alfaguara, publicamos un fragmento de su Poema a la duración, editado en alemán y español, traducido por Eustaquio Barjau

Rosario Reyes | El Sol de México

  · viernes 28 de febrero de 2020

Imagen Luis Calderón | El Sol de México

Tras los escándalos por acoso sexual al interior de la institución, la Academia Sueca que otorga el Nobel de Literatura suspendió la premiación un año. En 2019, anunció que el ganador de ese año era el escritor austriaco Peter Handke y la polaca Olga Tokarczuk, de 2018. Pronto, la polémica rodeó de nuevo al autor de El momento de la sensación verdadera.

Criticado por apoyar al lado serbio en la guerra de los Balcanes en los años 90, Handke, quien incluso acudió al funeral del expresidente yugoslavo Slobodan Milosevic en 2006, causó revuelo por recibir el Nobel, pues antes había rechazado importantes reconocimientos como el Heinrich Heine de Alemania en 2006 y el Henrik Ibsen de Noruega en 2014, cuestionados, como el Nobel, por otorgarse a un autor que había declarado, por ejemplo, que los serbios son las auténticas víctimas de la guerra, por los bombardeos de la OTAN en 1999 en los que murieron más de 2 mil 500 personas y más de 10 mil fueron heridas.

En octubre pasado, la principal asociación de víctimas del genocidio en la ciudad bosnia de Srebrenica inició una cruzada para que le fuera retirado el Nobel a Handke, una petición a la que se unieron otras voces, como el portavoz de la Presidencia de Turquía, Ibrahim Kalin, mientras que el cineasta serbio Emir Kusturica celebró el premio y dijo que "la lucha política es la continuación de su literatura".

Handke aseguró que no minimizaba la matanza de Srebrenica, donde en 1995 las fuerzas serbobosnias asesinaron a más de ocho mil musulmanes, pero sí se opone a la "demonización" de los serbios. Finalmente, ni la petición en change.org que logró más de 12 mil firmas, ni las peticiones públicas, lograron que le fuera retirado el premio.

Nacido en 1942, de origen esloveno, Peter Handke dedicó en 1972 su libro Desgracia impeorable a su madre, quien cometió suicidio un año antes. Colaborador del cineasta Wim Wenders, con quien hizo una adaptación de El miedo del portero al penalti, además de escribir el guion de Las alas del deseo, entre otros proyectos cinematográficos, Handke es reconocido por su exploración del lenguaje en novelas y poesía que hablan de migración y soledad. La concesión del Nobel de Literatura es quizá la muestra de que la obra se impone a los actos en la vida de un escritor.

Con autorización de Alfaguara, publicamos un fragmento de su Poema a la duración, editado en alemán y español, traducido por Eustaquio Barjau; que, junto con otros títulos como El miedo del portero al penalti, El juego de las preguntas y La tarde de un escritor, ha lanzado recientemente.

Schon lange will ich über die Dauer schreiben, keinen Aufsatz, keine Szene, keine Geschichte— die Dauer drängt zum Gedicht.
Will mich befragen mit einem Gedicht,

mich erinnern mit einem Gedicht,
behaupten und bewahren mit einem Gedicht, was die Dauer ist.

Immer wieder habe ich die Dauer erfahren,
im Vorfrühling an der Fontaine Sainte-Marie,
im Nachtwind an der Porte d’Auteuil,
in der Sommersonne des Karstes,
im vormorgendlichen Heimweg nach einem Einssein.

Diese Dauer, was war sie?
War sie ein Zeitraum?
Etwas Meßbares? Eine Gewißheit? Nein, die Dauer war ein Gefühl,
das flüchtigste aller Gefühle,
oft rascher vorbei als ein Augenblick, unvorhersehbar, unlenkbar,

-

Ya hace tiempo que quiero escribir sobre la duración; no un artículo ni una obra de teatro ni una historia — la duración pide insistentemente un poema.
Quiero preguntarme con un poema,

acordarme con un poema, afirmar y guardar con un poema lo que es la duración.

Una y otra vez he sabido lo que es la duración;
al empezar la primavera, junto a la Fontaine Sainte-Marie; en el viento de la noche, junto a la Porte d’Auteuil;
en el sol de verano del Karst;
volviendo a casa, de buena mañana, después de una unión.

Esta duración, ¿qué era?
¿Era un lapso de tiempo?
¿Algo mensurable? ¿Una certeza?
No, la duración era un sentimiento,
el más efímero de todos los sentimientos;
a menudo pasaba más rápido que un instante, imprevisible, ingobernable,

-

ungreifbar, unmeßbar.
Und doch hätte ich, mit ihrer Hilfe,
welchen Widersacher auch immer
anlachen und ihn entwaffnen können,
hätte die Meinung,
ich sei ein böser Mensch,
umgewandelt in die Überzeugung:
”Er ist gut!“,
wäre, gäbe es einen Gott,
das Gefühl der Dauer lang dessen Kind gewesen.

Noch gestern hörte ich auf dem Waagplatz in Salzburg,
in dem Geschiebe und dem Gerassel des immenvährenden [Einkaufstags,

eine Stimme wie vom anderen Ende der Stadt her meinen Namen rufen,
begriff im selben Moment,
daß ich den Text der
Wiederholung,

mit dem ich zur Post unterwegs war,
am Marktstand vergessen hatte,
vernahm, zurücklaufend, jene andere Stimme,
welche vor einem Vierteljahrhundert,
in der Nachtstille eines Außenbezirkes von Graz,
vom anderen Ende der leeren langen geraden Straße ähnlich fürsorglich, wie von oben herab, mir entgegenkam, und konnte da das Gefühl der Dauer umschreiben


inasible, inmensurable.
Y sin embargo, con su ayuda,
cualquiera que hubiera sido el adversario,
me hubiera podido reír de él a la cara,
le hubiera podido desarmar;
la opinión de que yo era un hombre malo
la hubiera transformado en esta convicción:
«él es bueno»;
si hubiera, si existiera un dios,
yo hubiera sido su hijo durante el tiempo en que estuviera

[sintiendo la duración.

Ayer mismo, en la Waagplatz de Salzburgo, en el ajetreo y los ruidos del interminable día [de mercado,

oí una voz, como si llegara del otro extremo de la ciudad, que gritaba mi nombre;
comprendí en el mismo momento
que había dejado olvidado en el puesto del mercado

el texto de La repetición, que yo llevaba al correo;
oí, al volver atrás, corriendo, aquella otra voz
que, hacía un cuarto de siglo,
en el silencio de la noche de un barrio periférico de Graz, desde el otro extremo de la calle, desierta, larga,

[rectilínea, con parecida solicitud, como de lo alto, venía a mi [encuentro,

y pude entonces rodear con palabras el sentimiento de la [duración

als ein Ereignis des Aufhorchens,
ein Ereignis des Innewerdens,
ein Ereignis des Umfangenwerdens, ein Ereignis des Eingeholtwerdens, wovon?, von einer zusätzlichen Sonne, von einem erfrischenden Wind,

von einem lautlosen, all die Mißtöne zurechtstimmenden und einigenden zarten Akkord.

Tage währts, Jahre dauerts“:
Goethe, mein Held
und Meister des sachlichen Sagens,
du hast es wieder einmal getroffen:
Die Dauer hat mit den Jahren zu tun,
mit den Jahrzehnten, mit unserer Lebenszeit; die Dauer, sie ist das Lebensgefühl.

Unnötig vielleicht, zu sagen,
daß keine Dauer ausgeht
von den täglichen Katastrophen,
den sich wiederholenden Widrigkeiten, den neuaufflammenden Kämpfen,

dem Zählen der Opfer.

Der wie üblich verspätete Zug,
das dich wieder einmal mit dem Pfützendreck überschüttende Auto,
der dich mit dem einen Finger


como un acontecimiento que consiste en estar atento, un acontecimiento que consiste en percatarse,
un acontecimiento que consiste en ser abrazado,
un acontecimiento que consiste en ser atrapado; ¿atrapado por qué?, por un sol suplementario,

por un viento refrescante,
por un acorde silencioso, dulce,
que afina y pone de acuerdo todas las disonancias.

«Esto es cosa que ocurre en días, esto dura años»: Goethe, mi héroe
y maestro de la palabra objetiva,
una vez más has acertado:

La duración tiene que ver con los años,
con los decenios, con el tiempo de nuestra vida; la duración, ella es el sentimiento de la vida.

No es necesario quizás decir
que ninguna duración sale
de las catástrofes diarias,
de las contrariedades que se repiten,
de las luchas que se vuelven a encender de un modo

[renovado,

del cómputo de víctimas.

El tren que, como de costumbre, llega tarde; el coche que te salpica,
una vez más, con la suciedad de los charcos; el policía con bigote

-

über die Straße winkende schnurrbärtige Polizist
an der Stelle des glattrasierten von gestern—,
die alle Jahre an einer anderen Stelle
wiederkehrende Stinkmorchel im Gartendickicht,
der dich allmorgendlich anknurrende Nachbarhund,
die mit jedem Winter neu aufjuckenden Kinderfrostheulen, die immergleichen Schreckensträume

vom Verlorengehen der Liebsten,
das ewige plötzliche Einanderfremdwerden zwischen zwei Atemzügen,
das Elend der Heimkunft ins Heimatland
nach deinen Weltforschungsreisen,
jene Myriaden vorweggenommener Tode
in der Nacht vor dem ersten Vogellaut,
die tägliche Attentatsnachricht im Radio,
das täglich niedergefahrene Schulkind,
die täglichen bösen Blicke des Unbekannten: Das alles vergeht zwar nicht
wird nie vergehen, wird nimmer aufhören, doch es hat keine Dauerkraft,
es strahlt nicht die Wärme der Dauer aus,
es gibt nicht die Tröstung der Dauer.

Notwendig dagegen, zu unterscheiden:
Auch ”des Augenblicks erstaunenswerte Wunder,


—en lugar del de ayer, que iba recién afeitado— que con un dedo te indica que cruces la calle;
el falo nauseabundo* de la maleza del jardín, que todos los años vuelve en un sitio distinto;

el perro del vecino, que todas las mañanas te gruñe;
los sabañones de los niños, que cada invierno vuelven a [picar;

los sueños de terror, siempre los mismos,
en los que se pierde a los seres más queridos;
el eterno extrañamiento súbito entre dos seres
que se produce entre dos inspiraciones;
la miseria de la vuelta a casa al regresar al país natal después de los viajes en los que has explorado el mundo; aquellos miles y miles de muertes anticipadas,
por la noche, antes de que empiecen a oírse los pájaros; la noticia diaria de un atentado, por la radio;
el escolar atropellado de todos los días;
las diarias malas miradas del desconocido:
todo esto, es verdad, no pasa
—no pasará nunca, no terminará jamás—,
pero no tiene fuerza de duración ninguna,
no emite el agradable calor de la duración,
no da el consuelo de la duración.