Una nueva edición del libro El pueblo maya. Ayer y hoy, del arqueólogo francés nacionalizado mexicano, Alberto Ruz Lhuiller (1906-1979) fue presentada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), como parte de las celebraciones de su 84 aniversario.
Se trata de un clásico de la antropología maya con uno de los análisis más completos y rigurosos sobre su historia y forma de vida. El libro no había sido reeditado desde que su primera publicación, en 1979 con un tiraje de pocos volúmenes, caros y que se agotaron rápidamente.
Durante el evento, el arquitecto Claudio Ruz, hijo del arqueólogo, puntualizó que la idea de poner de nuevo en circulación el texto, fue rendir homenaje al proyecto que su padre encabezó en la zona arqueológica de Palenque y que derivó, en 1952, en el hallazgo de la tumba del rey maya K'inich Janaab Pakal en la cámara funeraria al interior del Templo de las Inscripciones.
“Es un libro que tiene particular trascendencia porque es un verdadero compendio del pasado y presente de la cultura maya, aunque las nuevas investigaciones sean aún más precisas. El trabajo del doctor Ruz fue dedicado a generar una visión y una escuela mexicana de antropología que abordara el estudio de esta civilización, haciendo a un lado las ‘desviaciones ideológicas’ que otros antropólogos de otros países habían hecho anteriormente.
“Con esto también quiso terminar con los mitos y reconocer a los mayas como seres humanos y no como una especie que bajó de una nave espacial y que de pronto hizo brotar grandes ciudades de la selva”, explicó Claudio Ruz.
Por su parte, la historiadora María Luisa Izquierdo, quien desde 1987 se ha dedicado al estudio de la obra del investigador, calificó el libro como un ejemplo del trabajo de un “arqueólogo completo”, pues en este ensayo él hizo el ejercicio de la transdiciplina, al tomar resultados de otras ciencias como la agronomía, la geografía, la lingüística o la etnografía; así como por haber hecho uso de métodos de la historiografía, la crítica de fuentes y la teoría del arte.
La historiadora también subrayó en el sentido social del libro, el cual es una de las razones por las cuales la sociedad debe leerlo: “Para él la arqueología maya y toda su práctica era útil para conocer a los mayas mismos, pero también para dignificarlos, devolverles su historia; mientras que la restauración de los monumentos era para devolverles valor y hacer que ellos se sintieran orgullosos de su propio pasado”, agregó la especialista.
Así el libro comienza con la puesta en contexto de la civilización maya en Mesoamérica; critica sus fuentes informativas, describe las actividades socioeconómicas y religiosas-culturales; se detiene en los resultados científicos de las diversas investigaciones; y describe el modo en que este pueblo desde la conquista hasta la actualidad que vivió Alberto Ruz. Todo con imágenes nuevas obtenidas de los archivos del INAH.
La presentación también contó con la participación del investigador del INAH Daniél Juárez Cossío, y el lingüista, hablante nativo del maya Fidencio Briceño, quienes destacaron la vigencia del texto publicado.
ACERVO AÚN SIN CATALOGAR
Al terminar la presentación, el arquitecto Claudio Ruz mencionó que el archivo de su padre se encuentra tal como lo dejó, por lo que no cuenta aún con catalogación y aún no se decide qué institución lo albergará.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
“Tenemos que ver quién garantiza mejores condiciones de conservación, obviamente hay mucho interés del INAH, que sería su casa natural, pero también hay mucho interés de parte de la UNAM, porque ahí está el Centro de Estudios Mayas que él fundó. […] Lo que sí puedo asegurar es que esto será de acceso público, no se va a vender a nadie y va aquedar en alguna institución publica de México”, explicó.
Este acervo está compuesto por cientos de libros especializados y fotografías que formaban parte de su archivo personal; así como una compilación de notas de sus conferencias y la correspondencia que entabló con grandes personajes de la arqueología entre ellos Eric S. Thompson y el epigrafista Yuri Knórozov, quien fue el primero en descifrar la escritura maya antigua.