Santiago Roncagliolo (Perú, 1975) construye historias que rasgan los silencios, revienten los tabúes, abren las discusiones. Desconoce si es la labor de toda la literatura, pero afirma que al menos sí lo es de sus novelas con las que busca poner el dedo en la llaga y provocar que los lectores discutan los hechos históricos y evitar que caigan al baúl de la desmemoria.
Es lo que sucede con Abril rojo, novela que publicó hace 15 años y ahora vuelve a poner en el mercado bajo el sello de Planeta, a manera de reflexión sobre cómo el populismo y la derecha extrema han invadido América Latina para colocarla en uno de los momentos más críticos de su historia política social. “Parece que avanzamos hacia atrás y estamos en los 90”, advirtió el también guionista, dramaturgo y traductor.
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Volver a la novela que retrata Perú en uno de sus episodios más sangrientos implicó para el autor una revisión de la situación social, y se atreve a señalar que el continente, no sólo su país, vive en una suerte de sordera, pues nadie escucha, entiende ni atiende los problemas de los otros.
“Todos estamos convencidos de que los políticos nos roban y nos engañan, pero no reparamos en el detalle de que nosotros los elegimos, nosotros somos también un poco como ellos y esto es muy significativo cuando hay violencia social porque realmente no es que haya buenos o malos sino que hay una sociedad que no quiere entenderse, y todos se están matando porque no quieren entenderse”, refirió el autor en entrevista.
Roncagliolo recordó que cuando la novela se publicó por primera vez, él realizó una gira por América Latina para promocionarla, y detrás de él venía Hugo Chávez en su propia gira política como un rock star; desde entonces se vislumbraba un gobierno populista en el continente, “pero hoy en día no sólo tenemos eso, sino que tenemos populistas del otro lado, del lado de la derecha, hoy día nuestro continente está más dividido y polarizado de lo que estaba en 2006 y se parece más a escenario de la novela y ésta se ha vuelto más actual”, apuntó.
La novela aborda una investigación policial en un pueblo del Perú llamado Ayacucho, en el inicio de la Semana Santa de 2000. El eje narrativo es el fiscal auxiliar Félix Chacaltana, un hombre modesto que vive entre lo que le ordenan los procedimientos de la ley y los brutales mandatos de los militares a cargo de las investigaciones criminales. En ese hastío por la corrupción, le encargan investigar el hallazgo de un cadáver mutilado.
A pesar de su recelo para las investigaciones, el fiscal se adentra en un laberinto de leyes no escritas, simbolismos religiosos, lealtades subversivas, diferencias culturales y sus propios fantasmas, en un país donde nadie quiere hablar de una guerra dispuestos a enterrar.
“La realidad se va estampando contra su cara poco a poco aunque él lo único que quiere es archivar el caso y creo el fiscal representa la inocencia con la que vemos todos la política y la historia porque queremos pensar que somos los buenos y que los malos son los otros, no queremos mirar demasiado, pues no vaya a ser que no seamos tan buenos en la historia real, porque al final todos provenimos de guerras y encuentros”, señaló el novelista.
La novela está construida a manera de thriller policíaco, pues Roncagliolo asegura que ofrece al lector una historia de suspenso que no pueda dejar hasta comprender que todos somos parte de ese escenario.