/ viernes 17 de noviembre de 2023

Los Aluxes, vigilantes de las tierras en Yucatán

Don Isaías comenta que duerme sobre su hamaca en una bodega donde hay varias piezas de esas que labraron sus antepasados, y ahí, en ese lugar, entre las 12 y tres de la mañana, la tranquilidad se convertía en una pesadilla

Yucatán.- “Eran como las tres de la mañana cuando oí que trataban de abrir la puerta mientras dormía, la empujaban, se escuchaba claramente”.

Luego tocaban la puerta pero no había nadie, describe con voz firme y serena Don Isaías Osorio García, custodio nocturno de la zona arqueológica de Dzibilchaltún, considerada entre las más antiguas (700 A/C ) de la Cultura Maya asentada en Yucatán.

Con una leve sonrisa que dejaba escapar cierto dejo de nerviosismo, Don Isaías comenta que duerme sobre su hamaca en una bodega donde hay varias piezas de esas que labraron sus antepasados, algunas están sueltas, otras embaladas y ahí, en ese oscuro y solitario lugar, entre las 12 y tres de la mañana, la tranquilidad se convertía en una pesadilla.

Don Isaías está completamente sólo en una superficie de 20 kilómetros cuadrados y en medio de 8 mil 400 estructuras mayas.

El custodio dice que ha escuchado que corren, que le mueven pesadas piezas arqueológicas e incluso. “He escuchado como pasan manos sobre las ventanas y hacen rechinar los cristales”.

Son los Aluxes que andan como molestos porque hay mucho movimiento en sus tierras

“Y si que están enojados, a mí me agarraron de los pies y del cuello"

Foto: Héctor Moreno | Corresponsal

Historias de Aluxes en Chichen Itzá

Don José Antonio Cetz Cetina, custodio nocturno del INAH desde hace más de 20 años en Chichén Itzá, también cuenta historias en torno a esos pequeños seres que deambulan por las noches cuidando milpas y antiguas ciudades.

Su primer contacto con los aluxes fue cuando era niño, recuerda don José.

“Cuando éramos niños jugábamos con ellos, no sabíamos que eran aluxes porque eran como nosotros, algunos desnudos y otros con ropa maya, pero un día se llevaron a mi hermana”.

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“Mi mamá estaba llorando, anocheció y no aparecía mi hermana. Entonces, entre todos fueron a buscar a un Xman (sacerdote maya) y les dijo que estaba en una sascabera (cueva), cuando todos estaban caminando hacia la cueva mi hermana apareció, ya venía caminando”, recuerda con rostro alegre Cetz Cetina, hombre que de niño vivió en una choza entre las estructuras de Chichén Itzá.

Foto: Héctor Moreno | Corresponsal


“Ahora ya de grande aquí en Chichén el estar de noche es otro mundo, es adentrarse, internarse o estar como dentro de otro universo, explica el hombre y agrega, “aquí he visto correr a los Aluxes, me han escondido cosas, son traviesos, lo más común es que nos avienten piedras, o nos tiren tierra, o nos escondan las cosas”.

De acuerdo con la sabiduría maya son 13 los aluxes que cuidan Chichén Itzá.

“Es lo que comentan las personas antiguas, los abuelos. Dicen ellos que son 13 aluxes los que cuidan la zona arqueológica y tienen un jefe que les dice qué van a hacer o les da permiso para hacer las cosas”.

Pero, ¿Que son los Aluxes?

En varias partes del mundo hay seres mitológicos como los gnomos, duendes, elfos o chaneques, en Yucatán son conocidos como aluxes.

Son diminutos espíritus traviesos con aspecto de niños que esconden cosas. Son pequeñas criaturas generalmente invisibles.

De acuerdo con los antiguos, los aluxes nacieron de la mezcla del barro con la sangre y la magia de los ancestrales mayas. Según los xman, Se moldea la figura de barro, dejándolo hueco por dentro, “después debemos sacarnos sangre y se le da de beber por la boca así el aluxe se convierte en parte de nosotros” explica José.

Pero sus creadores están molestos en muchas ocasiones, porque sus tierras son invadidas.

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El custodio de Dzibilchaltún, Isaías Osorio narra algunas de las experiencias que ha vivido en carne propia.

Mientras descansaba en su hamaca de pronto despertó al escuchar varios ruidos.

Acá de este lado me agarraron el cuello y otros empezaron a correr dentro del museo, se escuchaban los pazos

“Uno me agarró de la cabeza y otro de los pies”. “Me tenían agarrado y empecé a insultarlos hasta que me logre soltar, luego empezaron a correr”. Seguro de sí mismo y hasta entusiasmado comentó que no estaba soñando.

Foto: Héctor Moreno | Corresponsal

¿Los puedes ver?

“Su presencia se siente como la de un ser humano pero realmente no se ven, son como aire, nada más se escucha como te tocan la puerta, como te jalan la puerta, la ventana, ya dio c aso hago”.

Y agrega: “varios me decían ponle un poco de licor, dales su cigarro pero otros me decían que no porque el día que no le des se van a molestar más y ese no es el chiste”, dice Isaías. “yo tengo su secreto, hay que insultarlos para que te dejn de molestar”.

Mientras tanto, el arqueólogo Jorge Alberto Salazar Briceño, titular de Difusión Cultural del INAH en Dzibilchaltún, comentó que son tantas las experiencias que ya lo toman normal. “Yo he estado solo en mi oficina con la puerta abierta y me tocan, me avientan piedras en las ventanas , oigo ruidos extraños.

“Normalmente escuchas ciertos ruidos característicos del monte, ramas, aves, pero hay ruidos completamente diferentes. Caen piedras de repente, chiflidos que no son de pájaros. Algunos cruces de aires muy fuertes que por la experiencia que tenía mi padre decía que ese es el momento de hacer un alto y no caminar hasta que los vientos puedan cesar”

Explica que esos vientos son cruces, como de tiempos, y que en un momento dado puedes quedarte atrapado. Te producen una inestabilidad en el cuerpo, calentura a tal grado que era necesario acudir con un xman" (sacerdote maya) para que te cure.

En Chichén Itzá, Don José Cetz expone que sus recorridos nocturnos los hace en moto, a veces en completa oscuridad, en ocasiones alumbrado por la Luna.


Los aluxes me han escondido las llaves de la moto y no hay nadie más que yo. Pienso que ha de ser una travesura, no me enojo y al rato ya pusieron las llaves otra vez en su lugar. Es algo inexplicable

“Los hemos visto correr, parecen niños, por esa altura parecen niños de tres a cuatro años, a veces corren entre varios”, reafirma.

“Acá cuando empiezan a manifestarse más fuerte es que piden comida, piden bebida, su miel, su tabaco, hay que dárselos porque si no empiezan a manifestarse, suben de todo.

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Sean leyendas o cuentos, de voz en voz estas creencias aquí en Yucatán siguen vigentes, son parte de las raíces y se les guarda respeto, se les colocan ofrendas y se les pide permiso cuando alguien quiere trabajar en sus tierras.

Yucatán.- “Eran como las tres de la mañana cuando oí que trataban de abrir la puerta mientras dormía, la empujaban, se escuchaba claramente”.

Luego tocaban la puerta pero no había nadie, describe con voz firme y serena Don Isaías Osorio García, custodio nocturno de la zona arqueológica de Dzibilchaltún, considerada entre las más antiguas (700 A/C ) de la Cultura Maya asentada en Yucatán.

Con una leve sonrisa que dejaba escapar cierto dejo de nerviosismo, Don Isaías comenta que duerme sobre su hamaca en una bodega donde hay varias piezas de esas que labraron sus antepasados, algunas están sueltas, otras embaladas y ahí, en ese oscuro y solitario lugar, entre las 12 y tres de la mañana, la tranquilidad se convertía en una pesadilla.

Don Isaías está completamente sólo en una superficie de 20 kilómetros cuadrados y en medio de 8 mil 400 estructuras mayas.

El custodio dice que ha escuchado que corren, que le mueven pesadas piezas arqueológicas e incluso. “He escuchado como pasan manos sobre las ventanas y hacen rechinar los cristales”.

Son los Aluxes que andan como molestos porque hay mucho movimiento en sus tierras

“Y si que están enojados, a mí me agarraron de los pies y del cuello"

Foto: Héctor Moreno | Corresponsal

Historias de Aluxes en Chichen Itzá

Don José Antonio Cetz Cetina, custodio nocturno del INAH desde hace más de 20 años en Chichén Itzá, también cuenta historias en torno a esos pequeños seres que deambulan por las noches cuidando milpas y antiguas ciudades.

Su primer contacto con los aluxes fue cuando era niño, recuerda don José.

“Cuando éramos niños jugábamos con ellos, no sabíamos que eran aluxes porque eran como nosotros, algunos desnudos y otros con ropa maya, pero un día se llevaron a mi hermana”.

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“Mi mamá estaba llorando, anocheció y no aparecía mi hermana. Entonces, entre todos fueron a buscar a un Xman (sacerdote maya) y les dijo que estaba en una sascabera (cueva), cuando todos estaban caminando hacia la cueva mi hermana apareció, ya venía caminando”, recuerda con rostro alegre Cetz Cetina, hombre que de niño vivió en una choza entre las estructuras de Chichén Itzá.

Foto: Héctor Moreno | Corresponsal


“Ahora ya de grande aquí en Chichén el estar de noche es otro mundo, es adentrarse, internarse o estar como dentro de otro universo, explica el hombre y agrega, “aquí he visto correr a los Aluxes, me han escondido cosas, son traviesos, lo más común es que nos avienten piedras, o nos tiren tierra, o nos escondan las cosas”.

De acuerdo con la sabiduría maya son 13 los aluxes que cuidan Chichén Itzá.

“Es lo que comentan las personas antiguas, los abuelos. Dicen ellos que son 13 aluxes los que cuidan la zona arqueológica y tienen un jefe que les dice qué van a hacer o les da permiso para hacer las cosas”.

Pero, ¿Que son los Aluxes?

En varias partes del mundo hay seres mitológicos como los gnomos, duendes, elfos o chaneques, en Yucatán son conocidos como aluxes.

Son diminutos espíritus traviesos con aspecto de niños que esconden cosas. Son pequeñas criaturas generalmente invisibles.

De acuerdo con los antiguos, los aluxes nacieron de la mezcla del barro con la sangre y la magia de los ancestrales mayas. Según los xman, Se moldea la figura de barro, dejándolo hueco por dentro, “después debemos sacarnos sangre y se le da de beber por la boca así el aluxe se convierte en parte de nosotros” explica José.

Pero sus creadores están molestos en muchas ocasiones, porque sus tierras son invadidas.

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El custodio de Dzibilchaltún, Isaías Osorio narra algunas de las experiencias que ha vivido en carne propia.

Mientras descansaba en su hamaca de pronto despertó al escuchar varios ruidos.

Acá de este lado me agarraron el cuello y otros empezaron a correr dentro del museo, se escuchaban los pazos

“Uno me agarró de la cabeza y otro de los pies”. “Me tenían agarrado y empecé a insultarlos hasta que me logre soltar, luego empezaron a correr”. Seguro de sí mismo y hasta entusiasmado comentó que no estaba soñando.

Foto: Héctor Moreno | Corresponsal

¿Los puedes ver?

“Su presencia se siente como la de un ser humano pero realmente no se ven, son como aire, nada más se escucha como te tocan la puerta, como te jalan la puerta, la ventana, ya dio c aso hago”.

Y agrega: “varios me decían ponle un poco de licor, dales su cigarro pero otros me decían que no porque el día que no le des se van a molestar más y ese no es el chiste”, dice Isaías. “yo tengo su secreto, hay que insultarlos para que te dejn de molestar”.

Mientras tanto, el arqueólogo Jorge Alberto Salazar Briceño, titular de Difusión Cultural del INAH en Dzibilchaltún, comentó que son tantas las experiencias que ya lo toman normal. “Yo he estado solo en mi oficina con la puerta abierta y me tocan, me avientan piedras en las ventanas , oigo ruidos extraños.

“Normalmente escuchas ciertos ruidos característicos del monte, ramas, aves, pero hay ruidos completamente diferentes. Caen piedras de repente, chiflidos que no son de pájaros. Algunos cruces de aires muy fuertes que por la experiencia que tenía mi padre decía que ese es el momento de hacer un alto y no caminar hasta que los vientos puedan cesar”

Explica que esos vientos son cruces, como de tiempos, y que en un momento dado puedes quedarte atrapado. Te producen una inestabilidad en el cuerpo, calentura a tal grado que era necesario acudir con un xman" (sacerdote maya) para que te cure.

En Chichén Itzá, Don José Cetz expone que sus recorridos nocturnos los hace en moto, a veces en completa oscuridad, en ocasiones alumbrado por la Luna.


Los aluxes me han escondido las llaves de la moto y no hay nadie más que yo. Pienso que ha de ser una travesura, no me enojo y al rato ya pusieron las llaves otra vez en su lugar. Es algo inexplicable

“Los hemos visto correr, parecen niños, por esa altura parecen niños de tres a cuatro años, a veces corren entre varios”, reafirma.

“Acá cuando empiezan a manifestarse más fuerte es que piden comida, piden bebida, su miel, su tabaco, hay que dárselos porque si no empiezan a manifestarse, suben de todo.

➡️México es un país místico, conoce algunas historias en el Suplemento Fin D

Sean leyendas o cuentos, de voz en voz estas creencias aquí en Yucatán siguen vigentes, son parte de las raíces y se les guarda respeto, se les colocan ofrendas y se les pide permiso cuando alguien quiere trabajar en sus tierras.

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