Justo a 94 años del nacimiento de Ana Frank, el Museo Memoria y Tolerancia inauguró una exposición temporal que ofrece un recorrido biográfico e inmersivo, pues permite al visitante recorrer en reproducciones exactas los espacios de la casa donde estuvo encerrada con su familia.
Frank es autora de uno de los testimonios más importante y conocidos en el mundo, que describe con gran profundidad la experiencia de la persecución durante el Holocausto.
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“Lo más importante que hoy nos deja Ana Frank es que nos grita y nos pide que ya no sólo hablemos sino hagamos. Cuando nos preguntamos sobre la discriminación, el odio y la violencia, la respuesta no está nada más en estudiar y venir a museos, está en actuar”, dijo Sharon Zaga, presidenta y fundadora del museo Memoria y Tolerancia, durante el acto inaugural.
Bajo el título Ana Frank, notas de esperanza, la exposición inicia en el mismo vestíbulo del museo, de donde cuelga una escultura realizada por la artista Lorena Malo, la cual consiste en una serie de páginas en gran formato que reproducen el Diario de Ana Frank, como si estas estuvieran en vuelo. La obra se adentra en las 10 salas que componen toda la muestra.
Con dramatizaciones de los testimonios la misma Ana Frank y su padre Otto Frank, a quien se le debe la publicación del libro que saldría a la luz en 1947, bajo el título La casa de atrás, la primera sala pone en dialogo las perspectivas de ambos personajes un tanto desconocidos entre sí, a pesar de ser familia.
En un afán de no sólo detenerse en el periodo en que esta niña judía escribió el libro ―ente 1942 y 1944― la exhibición ofrece una detallada línea del tiempo, remontándose a los tiempos de sus ancestros en los territorios del siglo XVI que después se transformarían en Alemania, así como los tiempos de relativa paz, tras haber participado el padre de Ana Frank en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial; para luego narrar el nacimiento y auge del nazismo, así como los últimos de la familia Frank antes de su huida. Este recorrido se hace a la par con la línea histórica de México.
La exposición ―hecha en colaboración con la Casa Ana Frank en Ámsterdam y el Centro Ana Frank en Argentina― recorre la cocina, el estudio, la sala con su radio, y la alcoba donde Ana concibió su diario, el cual ella misma editó, cuando se enteró por la estación Orange que se recopilarían testimonios.
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En un intento por ofrecer una experiencia aún más inmersiva, el museo aplicó realidad aumentada a una de sus salas dedicada a los pensamientos, reflexiones y gustos de Ana Frank. Uno de ellos se puede ver en la reproducción de una ventana, por la que la niña se asomaba para ver un árbol que le era de un particular interés y que cambia de estaciones, a través de la App de Museo, en las pantallas de dispositivos móviles.
La exposición hace una reflexión sobre el final de la vida de los Frank y la penosa muerte de Ana, en marzo de 1945, en el campo de exterminio Bergen-Belssen. También muestra una colección de ediciones de los más de 75 idiomas en los que se ha traducido este diario, vendiendo más de 30 millones de copias. Entre estos volúmenes destaca una primera edición mexicana, que fue publicada en 1956, con el título de Cartas a mi muñeca.