A finales de 2022 el guitarrista mexicano Javier Bátiz recibió un reconocimiento llamado “Las Alas de Cuauhtémoc”, de parte de la alcaldía del mismo nombre en la Ciudad de México, en el que sería el primero de una serie de homenajes que, de acuerdo con la alcaldesa Sandra Cuevas, le harán durante 2023.
El músico oriundo de Tijuana y considerado una leyenda viviente del rock latino, fue elegido para recibir este reconocimiento por ser uno de los impulsores del movimiento del rock mexicano, quien en el año de 1963, mientras vivía en la capital mexicana, rompió un récord del concierto masivo más grande realizado hasta entonces, con más de 18 mil personas reunidas en la Alameda Central para verlo tocar.
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“Primero que todo, me siento bien chicho, porque estoy hasta el rincón del país, en mi querida y adorada Tijuana y hasta acá me trajeron el premio; cuando lo agarré casi se me cae, porque es de puro bronce, pero estoy feliz de la vida, me siento muy privilegiado, muy halagado y bendecido... Es algo muy fregón, de verdad”, comenta el músico en entrevista con El Sol de México.
Las “Alas de Cuauhtémoc” es una presea que otorga la alcaldía Cuauhtémoc a personalidades de gran trayectoria e historia aspiracional en los ámbitos de la cultura, el deporte, el espectáculo y la sociedad. Entre las personalidades que han recibido este reconocimiento se encuentran la escritora Elena Poniatowska, el actor Ignacio López Tarso y la niña genio Michele Arellano.
En el caso de Bátiz, el tamaño de su leyenda es directamente proporcional al tamaño de su sonrisa. Durante toda la conversación luce contento y no pierde la oportunidad para lanzar una broma cada que puede, y nos explica por qué:
“Pues ya ves que hay seis sentidos, ¿no? O sea, la gente dice que tenemos cinco, pero no, hay seis, y el más importante es uno que a veces muchos no tienen: El sentido del humor es lo que me ha traído hasta aquí, en que veo las cosas de una forma chistosa, aunque nada de lo que está pasando en el mundo se me hace chistoso: Las guerras y todas las cosas tristes que suceden en todas partes, pero we love going on, ¿no? Aquí estoy”.
Y hablando de seguir adelante, el músico de 78 años de edad asegura que las fechas para tocar y las invitaciones a todo tipo de eventos le siguen llegando:
“Soy de los desechables de Televisa, porque soy de los que ya no estamos en pantalla, si ves la tele no estamos en el canal 1 ni en el 2 ni en el 4, en ningún canal, pero gracias a las cosas estas -señala la computadora- no paran de llegarme presentaciones y en donde me presento llega a toda la chaviza para pedir autógrafos. Acabo de ir a Saltillo, Monterrey, Guadalajara, Zacatecas y otros lugares igual de bonitos, y la gente aún conoce mis canciones. También acabo de ir a mi querido Los Mochis, a Culiacán, Mazatlán y a Los Ángeles, y en todos los lugares hemos tenido mucha gente, desde 300 o 400 hasta 10 o 15 mil personas que van a vernos, gracias a Dios… No quiero ser malo, pero hay gente que todavía niega mi legado y mi trayectoria, ¡pero ya son 65 años! No es un jueguito”.
Batiz confiesa que ha perdido parte de la vista y parte de la audición, pero matiza:
“Estoy tocando mejor que nunca, ¿cómo es eso posible? Cuando llego y empiezo a tocar, simplemente les encanta y lo mismo cuando me ven brincotear en el escenario”.
Dice que la televisión ya no lo busca tanto, pero lo de hoy es Netflix, que sí lo buscaron para ser uno de los protagonistas de la serie Rompan todo: La historia del rock en América Latina, que seguramente se vio en muchos países.
¡Lo vieron 200 millones de personas! Y se tradujo a seis idiomas. Mira, una cosa que tengo es que mi trabajo ha sido muy sincero y muy de corazón; he tenido que pelear contra todo desde que llegué a México, porque sí, yo llevé la música, yo cambié el sistema y cambie la forma de vivir, la forma de vestir, la forma de hablar, desde que tuve mi primera tocada, que fue el día en que me gradué del sexto año de la escuela, el 28 de julio de 1957, ese día me dieron 10 dólares por cantar dos canciones y desde ese día supe que iba a ser músico.
Un maestro, por donde se le vea
Una de las leyendas más difundidas cuando se habla de Javier Bátiz es que fue él quien le enseñó a tocar la guitarra a Carlos Santana, pero no sólo a él, sino también a Abraham Laboriel, Fito de la Parra (Canned Heat) y Guillermo Briseño, entre muchos otros. Y lo mejor de todo es que hoy en día las nuevas generaciones aún tienen la oportunidad de estudiar con él.
“Sí, doy clases de guitarra y de todos los instrumentos… Sólo no sé tocar el acordeón, ¿pero sabes? Tengo unos niñitos como de 7 años, que son unos niños que seguramente en la escuela no los tratan muy bien, ya sea porque usan gafas, como tú comprenderás -me dice- pero son geniales; son los clásicos niños que no se pueden llevar con otros, pero me los traen aquí y les enseño a tocar, uno de ellos ya lleva cuatro tonos aprendidos, a veces ni los grandulones de 35 o 40 años aprenden tan rápido… Son cosas muy bonitas”.
¿Entonces continuarán los homenajes para usted en 2023?
Pues ojalá que sean ciertas tus palabras, eso fue lo que me contaron, porque cuando platicamos con los de la Alcaldía yo les dije: Primero estuve 17 años aquí en Tijuana, después viví 32 años en la Ciudad de México, y bueno pues ahora ya tengo otros 17 años por acá de nuevo, casi 18, dice mi esposa Claudia. Pero sí, espero poder regresar a la Ciudad de México a dar unos guitarrazos.
Estaremos muy pendientes de todo eso.
Sí, sería como una buena gira de despedida, porque oye, ya tengo 78 y uno ya no puede estar cumpliendo mucho más en esta vida; veo poco y oigo menos y algo podría pasar, aunque no ha pasado nada, la verdad es que vivo de manera muy tranquila, estoy muy lleno de amor, tengo a mis nietos viviendo conmigo y es una maravilla.
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Recientemente Bátiz presentó junto a Rosalía León la canción “Como lumbre prendida”, misma que forma parte de un disco homenaje a Cornelio Reyna, y en la que ambos lograron conservar el sentido ranchero de la pieza original, pero haciéndolo pasar un filtro a medio camino entre el huapango y el blues rock.
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