Restaurar la vida comunitaria para prevenir la violencia y democratizar el acceso a la cultura son los dos objetivos principales del Programa Sectorial de Cultura 2020-2024, que fue decretado ayer por el presidente Andrés Manuel López Obrador en el Diario Oficial de la Federación.
Bajo el lema de "no dejar a nadie atrás, no dejar a nadie fuera", el nuevo plan busca otorgar un mayor peso económico al sector cultural, que actualmente aporta el 3.2% del PIB nacional, según la Cuenta Satélite de la Cultura de México 2018 del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
Sin embargo, en los dos años que van del sexenio, las acciones han distado mucho de lo que se ha prometido en el papel, consideran expertos en políticas culturales consultados por EL SOL DE MÉXICO.
“Hay un buen contraste entre lo que se dice y lo que sucede en la realidad. Lo que hemos observado hasta ahora es un desdén no sólo por el sector cultura, sino por las políticas públicas en general”, asegura Bolfy Cottom, investigador de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), organismo al que se le ha recortado el 75% de su presupuesto, según lo establecido en la Ley Federal de Austeridad Republicana, promulgada el 23 de abril.
En este decreto se establece que “no se ejercerá el 75% del presupuesto disponible de las partidas de servicios generales y materiales y suministros” y ordena el cierre de 10 subsecretarías. Con estos ajustes, se afectará la operación y mantenimiento de 194 zonas arqueológicas, 162 museos y 515 monumentos históricos del país, advirtió el Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia el pasado 15 de junio.
“El único objetivo de este documento es halagar al presidente”, afirma Arturo Saucedo, experto en legislación cultural y ex director de Director General de Vinculación Cultural del extinto Conaculta. “Se prometen inversiones en las industrias culturales y difusión del arte mexicano en el mundo cuando vivimos la peor crisis presupuestal del sector".
Como ejemplo, Saucedo recurre a los números: en 2012, se entregaron 18 mil millones de pesos con el dólar a 12.50 pesos, mientras que, en 2020, se trabaja con 13 mil millones con un dólar que podría llegar hasta los 25 pesos. Es una diferencia de más de 6 mil millones, casi una tercera parte del presupuesto de hace ocho años. "La pregunta es: ¿cómo se va a lograr todo lo prometido con este presupuesto? Si no tienes recursos, ¿qué vas a distribuir?”, dice.
Para Cottom, los recortes más graves al sector se han dado, principalmente, en las áreas de investigación, docencia y apoyo a los creadores.
En abril pasado, se anunció que el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) sería incorporado a la estructura orgánica de la Secretaría de Cultura con la finalidad de tener reglas de operación claras, transparentes y sin espacio a la corrupción. Algo que desató polémica entre el gremio cultural, luego de que la titular de la Secretaría de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, acusara en Twitter que el Fonca era un producto “salinista” que sirvió para “controlar a los rebeldes y premiar a los compadres”. De hecho, el plan original era desaparecer por completo a esta red de estímulos.
“La secretaria (Alejandro Frausto) no entiende la diferencia entre la distribución de la riqueza cultural y la descentralización de los recursos. Por ejemplo, hoy, la Dirección de Vinculación tiene 400 millones de pesos de presupuesto, mientras que la señora secretaria está sentada sobre 5 mil 600 millones. ¿Por qué denuncia entonces que hay una centralización cuando ella misma los está centralizando? Todo esto es una verborrea y una mentira”, considera Saucedo.