Pensar en la historia de la literatura española inevitablemente nos lleva al nombre de Federico García Lorca , reconocido como uno de los mejores poetas de mediados del Siglo XX, cuya vida se vio truncada a manos del régimen impuesto por Francisco Franco en España.
Durante los primeros años después de la muerte de Lorca, la dictadura ni siquiera reconocía haber fusilado al escritor. Seguían al pie de la letra la versión que Franco plasmó en el libro Palabras del Caudillo, a pesar de que ni siquiera mencionó su nombre:
“Se ha hablado mucho en el extranjero de un escritor granadino; se ha hablado mucho, porque los rojos han agitado este nombre como un señuelo de propaganda. Lo cierto es que en los momentos primeros de la revolución en Granada, ese escritor murió mezclado con los revoltosos, son los accidentes naturales de la guerra.”
Tras la guerra civil en España, que dio paso a la dictadura franquista, el fascismo se instaló en el Estado y comenzó la acería que Hitler y Mussolini emprendieron en Alemania e Italia respectivamente.
Sin embargo, desde antes de la llegada de Franco al poder, Federico García Lorca ya era señalado por la derecha conservadora de España, que lo señalaba de homosexual y de ser cercano al marxismo.
La dictadura retomó los señalamientos y el 18 de agosto de 1936 el poeta "pasó por las armas", acusado de homosexual, comunista y masón.
Debido a la opacidad durante esta época, los restos de García Lorca no han podido ser localizados hasta la fecha. Sin embargo, Ian Gibson, hispanista que se ha dedicado plenamente a la biografía del poeta, insinuó en 1971 que el cuerpo habría sido enterrado en Fuente Grande, bajo dos olivos, a unos trescientos metros más abajo de Alfacar.
La obra de García Lorca se ganó un lugar no sólo en la literatura española, sino en la universal. La rebeldía que caracterizó al granadino impregnaba El Romancero Gitano y su teatro.
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