En 1902, los habitantes de Sinaloa y Baja California se enfrentaron a un brote de peste bubónica que pudo convertirse en una pandemia que se extendiera a otros estados de México, de no ser por las estrictas medidas que impuso Porfirio Díaz para frenar los contagios.
Los contagios de peste bubónica, también conocida como peste negra, llegaron a México en una embarcación que partió de San Francisco hacia los puertos de Sinaloa y Baja California, dos puntos claves para el comercio en esa época, según explica la académica de la UNAM Ana María Carrillo, en su texto ¿Estado de peste o estado de sitio?
Debido a que la población de Mazatlán ya se había enfrentado a la fiebre amarilla y comenzaban a recuperarse de los estragos económicos que les dejó, los comerciantes reaccionaron de manera alarmante ante los primeros síntomas de una enfermedad que no conocían y la muerte de las ratas que corrían por el puerto, por lo que alertaron a las autoridades.
Aunque al principio las autoridades descartaron que se tratara de un brote de peste, en cuanto fue confirmada la presencia de la enfermedad, Porfirio Díaz puso en marcha las medidas para erradicarla.
Las estrictas medidas de Porfirio Díaz para frenar para la peste bubónica en México
Al principio, los médicos decían que podría tratarse de tuberculosis, paludismo linfangítico, fiebre recurrente o pulmonía. Pero contra los pronósticos, José María Dávila, médico delegado del Consejo de Salubridad en el puerto de Mazatlán, envió un telegrama a Eduardo Liceaga, presidente del mismo organismo, para informarle sobre los síntomas que presentaba la población.
De inmediato, Liceaga solicitó que se avisara a las autoridades de una serie de medidas para atacar la propagación, las cuales Porfirio Díaz respaldó para que fuera obligatorio cumplirlas, relata Ana María Carrillo.
- También puedes leer: Yu-Mex: la historia de cómo el cine mexicano y los mariachis conquistaron a Yugoslavia
"El presidente Porfirio Díaz pidió personalmente al prefecto de Mazatlán que se cumplieran estas disposiciones, aunque no tenía el poder para obligarlo a hacerlo. A pesar de ello, las autoridades locales accedieron a la petición presidencial, y cuatro días después ya comenzaba la búsqueda de los enfermos y la persecución de las ratas".
➡️ Únete al canal de El Sol de México en WhatsApp para no perderte la información más importante
Las medidas fueron las siguientes:
Aislamiento riguroso de los enfermos y de quienes hubieran estado en contacto con ellos, sin tomar en consideración sexo, edad o condición social.
Desinfección de habitaciones, ropas de uso y de cama.
Combate a ratas, ratones y pulgas.
Aseo de la ciudad, de las casas y cremar de la basura.
Inspección domiciliaria para buscar a los enfermos.
Incineración de casas no susceptibles de desinfección perfecta, y enterramiento de cadáveres de epidemiados -como entonces se les llamaba- en lugares especiales.
Establecimiento de estaciones sanitarias en los caminos que iban a los estados vecinos, y exigencia de pasaportes sanitarios a quienes quisieran salir de Mazatlán.
Con la puesta en marcha de las rigurosas medidas, en tan solo tres meses el gobierno de Porfirio Díaz logró acabar con la propagación de peste bubónica. La cifra total de muertes fue de 582.
Además, para lograr que se siguieran de manera estricta las medidas, el Consejo Superior de Salubridad formó una comisión especial para reformar el Código Sanitario y evitar la propagación de la peste negra en otros estados.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
"La campaña sanitaria organizada para combatirla, que fue la primera en México, basada en los emergentes campos científicos de la microbiología, la inmunología y la medicina tropical, y también la primera en que un estado cedió la dirección de las actividades sanitarias al gobierno federal", explica la académica en su texto.
Finalmente, la enfermedad estuvo controlada, Porfirio Díaz solicitó vacunas contra la peste negra a Europa e impulsó la desinfección de casas y ciudades.