La tumba del rey Tutankamón, de Egipto, siempre estuvo rodeada de misterios. Entre ellos, había quienes afirmaban que el rey había dejado una maldición para quienes se atrevieran a abrirla, pues la mayoría moría después de hacerlo.
El rumor se esparció rápidamente, e incluso era conocido como “la Maldición del Faraón”. Más de 100 años después, un científico dedicó diversos estudios para conocer si esta era real o no.
Ross Fellowes fue el científico que se dedicó a desmentir “la maldición del Faraón”, y en el estudio The Pharaoh’s Curse: New Evidence of Unusual Deaths Associated With Ancient Egyptian Tombs dio a conocer qué hay detrás de las muertes de las personas que se atrevieron a abrir la tumba del rey Tutankamón.
¿Por qué los excavadores morían al estar en contacto con la tumba de Tutankamón?
De acuerdo con el estudio, las muertes no eran causadas por ninguna maldición, o cualquier otra cosa misteriosa, sino que se deben a los niveles tóxicos de radiación que emanan del uranio y desechos venenosos que han permanecido dentro de ella, desde que fue cerrada, hace más de 3 mil años.
Los niveles de radiación de la tumba de Tutankamón son tan altos que cualquier persona que entre en contacto con él podría desarrollar una dosis “fatal” de enfermedad por radiación y cáncer. Todo ello causado por los gases que despide.
El estudio reconoce que Egipto se caracteriza por una incidencia alta de cánceres hematopoyéticos, de huesos, sangre y linfa, cuya “causa principal conocida es la radiación”, destaca Ross. Es decir, la supuesta “maldición” llegó más allá de la tumba de Tutankamón.
¿Cuál es el origen de la "maldición del faraón"?
El estudio establece que las tumbas del antiguo Egipto tienen 10 veces más radiación que los estándares de seguridad aceptados, los cuales indirectamente eran conocidos por las personas que construyeron las tumbas.
La naturaleza de la maldición estaba explícitamente inscrita en algunas tumbas, y una se tradujo proféticamente como aquellos que rompan esta tumba encontrarán la muerte por una enfermedad que ningún médico puede diagnosticar.Ross Fellowes.
Las tumbas comúnmente tenían leyendas como “prohibido” debido a “espíritus malignos”, las cuales pudieron reforzar la teoría de las muertes de las personas que excavaban en la tumba para encontrar tesoros.
“La maldición del faraón” fue reforzada por casos como el de Lord Carnarvon, quien excavó la tumba y a las pocas semanas murió por un envenenamiento en la sangre y neumonía, o bien, por Howard Carter que falleció en 1939 tras perder una larga batalla por el linfoma de Hodgkin, que es causado por envenenamiento por radiación.