Con un escudo empuñado en una de sus manos y grandes piedras que servían de municiones en la otra, en la época de la conquista existió un fuerte guerrero de origen Otomí que atemorizaba a los invasores españoles, su nombre: Tzilacatzin.
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Este elemento de la defensa mexicana era temido por sus adversarios debido a su intensidad en el combate, además de su cuerpo fornido y su gran altura, detallan antropólogos e historiadores.
¿Quién era Tzilacatzin y por qué fue relevante para la historia de México?
El guerrero sobrevivió a la gran matanza del Templo Mayor, por lo que de inmediato se convirtió en el enemigo número uno de los españoles y lo pusieron arriba en la lista de futuras conquistas.
Tzilacatzin combatía junto a sus dos aliados, Tzoyectzin y Temoctzin, quienes formaban una especie de fila de defensa para impedir que los españoles continuaran avanzando por el territorio nacional.
Ante la sorpresa de la fuerza de Tzilacatzin, el conquistador Pedro de Alvarado mandó un navío especial, cargado de tropas españolas, con la única intensión de terminar con la vida del otomí. Sin embargo éstos no pudieron con su fortaleza y el barco escapó con los pocos soldados españoles sobrevivientes.
El valor y heroísmo del guerrero lo llevó a defender al territorio nacional por varios años, sin embargo, tras el avance de la conquista desapareció sin dejar rastro alguno de un posible atentado en su contra.
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Los antropólogos e historiadores indican que se desconoce su paradero del guerrero, luego de que españa culminara la conquista, no obstante fungió como inspiración para futuros guerreros otomíes.
Con información del INAH y Visión de los Vencidos - León Portilla