En 2018 una investigación que reunió a investigadores de diversas instituciones como a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), entre otras; hizo posible el "redescubrimiento" de Balamkú, la "cueva del dios jaguar" o incluso la entrada al inframundo maya.
De acuerdo con el documental "Arqueología Mexicana" producción de TV UNAM en colaboración con el INAH, la revista "Arqueología Mexicana" y "Raíces", en 2018 el proyecto Gran Acuífero Maya (GAM) a través de su línea de estudio Chichén Itzá Subterráneo, se había embarcado a la zona maya con la intención de encontrar una conexión acuífera con el gran cenote que se encuentra debajo de El Castillo. Por lo que se trasladaron al cenote Xkajunyum para poder dar con alguna entrada a dicho cuerpo de agua.
Durante la búsqueda de algún acceso subacuífero al cenote que está debajo del Templo de Kukulkán o El Castillo, Guillermo de Anda, investigador del INAH, recibió la ayuda de un colaborador de dicho proyecto, Luis Un, hombre de origen maya que cambió el eje de la investigación 360 grados.
Luis le comentó al investigador del INAH que conocía un cenote que no había sido explorado, al llegar se encontraron con un lugar seco que no parecía ser en lo absoluto un cenote. No obstante, ante la certeza del local, comenzaron a remover piedras y efectivamente se encontraron con uno. En éste, comenzaron una exhaustiva exploración la cual los llevó de forma fortuita a Balamkú, la cueva del jaguar. Del cual no se tenía registro previo de absolutamente nada, era algo totalmente nuevo.
No obstante, el camino a Balamkú no fue sencillo ni mucho menos, pues De Anda se topo con un "espíritu guardián" de la cueva, la mortal serpiente coralillo. La cual detuvo la investigación temporalmente no sólo por el peligro que representaba, sino por lo que simbolizaba para los mayas.
Dicha serpiente "dueña de la cueva", es considerada protectora del lugar de acuerdo con costumbres mayas, por lo que antes de continuar había que pedir permiso antes de profanar el sitio. Por lo que tuvieron que realizar una ceremonia de desagravio por entrar a dicho lugar sagrado.
Es importante señalar que Balamkú la "cueva del dios jaguar" es un vestigio distinto al sitio arqueológico de Balamkú en Campeche, donde se puede ver un impresionante friso que representa el ciclo dinástico de señoríos mayas, el cual es comparado con el ciclo solar.
El niño maya que descubrió Balamkú hace más de 50 años
Tras el redescubrimiento de Balamkú, locales se entusiasmaron con el hallazgo diciendo "encontraron Balamkú" con emoción, lo que llamó la atención de Guillermo De Anda y su equipo de investigadores, pues entendieron que la comunidad maya aledaña al lugar ya conocía dicho sitio. Por lo que la investigación no se quedó ahí y comenzaron a buscar si realmente no había registro previo sobre este lugar, el cual, sí había.
Tras una ardua investigación de fuentes previas, los investigadores de de (GAM) se encontraron con una hoja de 1966 que respondía al arqueólogo Víctor Segovia Pinto, quien recibió el reporte del hallazgo de un sitio maya antiguo, el cual consideró que lo mejor era tapiar dicha cueva por razones desconocidas.
Segovia falleció en 1995 y se fue al más allá sin revelar la razón por la que selló Balamkú, no dijo absolutamente nada al respecto. Por ello, Guillermo y su equipo comenzaron a investigar si había locales que hayan podido presenciar el primer descubrimiento, llevándose una gran sorpresa.
"La cueva del dios jaguar" fue descubierta por ejidatarios de la comunidad San Felipe en 1966. En específico, un niño maya llamado Esteban Mazón, encontró un árbol verde en medio de una zona totalmente seca, lo que llamó su atención. Al aproximarse al árbol por intuición consideró que posiblemente había agua debajo.
Su curiosidad lo llevó a destapar un bloqueo milenario hecho por los antiguos mayas, topándose con vestigios que residían ahí desde hace más de mil años. Posteriormente dio aviso a su padre y él junto a otros ejidatarios dieron aviso a Segovia sobre el increíble hallazgo.
¿Qué se sabe sobre la cueva de Balamkú?
De acuerdo con Gaceta UNAM, la investigación liderada por el investigador del INAH, Guillermo de Anda y James Brady, codirector del proyecto y profesor de la Universidad Estatal de California (EU), significó el mayor descubrimiento de dicha zona maya desde el hallazgo de la cueva de Balankanché.
Cabe mencionar que el antecedente del descubrimiento de Balankanché no fue el más grato, pues si bien se pudieron recuperar 70 incensarios y demás vestigios históricos. Dicho proceso no llevó un análisis correspondiente lo que provocó una "pérdida de información invaluable". De Anda explica que el mayor error de aquel descubrimiento fue sólo enfocarse en los vestigios dentro de la cueva y no en sí el por qué se encontraban en ese lugar. Por ello es que con Balamkú todo el proceso se llevó meticulosamente y sin intervenir el lugar.
Se detalla que debido a la complejidad de accesibilidad a la cueva y su morfología, se dedujo que se trataba de un lugar sagrado, "espacio netamente ritual".
De Anda detalló que ingresar a la cueva Balamkú fue como entrar a un “gusano” por su forma serpenteante.
"A partir de los 400 metros, tras andar pecho tierra, se empiezan a abrir algunas galerías y cámaras, la mayor de ellas con 3.80 m de altura, que es justo donde se encuentran las grandes ofrendas"
Investigadores y especialistas del proyecto GAM tienen la hipótesis de que entre el Clásico Tardío (700-800 d.C.) y Clásico Terminal (800-1000 d.C.), hubo una gran sequía que ocasionó que pobladores tomarán cualquier medida posible para hubiera lluvias, por lo que comenzaron a llevar ofrendas en la entrañadas de la tierra, al inframundo maya, "lugar en el que residían las deidades de la fertilidad".
Balamkú que se traduce como "templo del jaguar", se encuentra a 2.7 kilómetros al este de la Pirámide de El Castillo en Yucatán.
Para los antiguos mayas, las cuevas no eran una cavidad aleatoria, TV UNAM explica que las consideraban portales a otros mundos. Lugares sagrados donde se podían conectar con lo divino. Cuando terminaban el uso ritual de una cueva, lo tapiaban definitivamente, por ello Balamkú fue descubierta más de mil años después.
¿Qué se encontró en la cueva de Balamkú?
Tras la desesperación de obtener agua tras una gran sequía, los antiguos mayas colocaron ofrendas en galerías recónditas y restringidas de la cueva Balamkú, donde hasta ahora se registraron al menos 7 ofrendas con objetos como:
Cajetes
Piedras de molienda
Malacates
Metates en miniatura
Tapas de incensarios con representaciones de jaguar.
Entre otros hallazgos se encontraron 200 incensarios, la gran mayoría de ellos con una representación de Tláloc, deidad del agua, que, supuestamente habría “viajado” del centro de México a la península de Yucatán.
Una segunda hipótesis por investigadores del GAM fue que al encontrarse con incensarios que parecen haber sido destruidos intencionalmente, estos habrían sido “asesinados ritualmente”, o incluso una desacralización del espacio que posiblemente se haya dado aproximadamente en el ocaso de Chichén Itzá.
Cabe mencionar que GAM fue posible gracias a una múltiple colaboración del proyecto de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH cuenta además con el acompañamiento financiero de la National Geographic Society y la Universidad Estatal de California.
"Me quedé sin habla y empecé a llorar. He analizado restos humanos en el Cenote Sagrado, pero nada de eso es comparable a la sensación que tuve al entrar yo solo por primera vez en esa cueva. Casi puede sentirse la presencia de los mayas que depositaron aquí estas cosas", dijo De Anda sobre el redescubrimiento de Balamkú a la revista especializada National Geographic.
El breve e imperdible documental de TV UNAM que narra la historia de este hallazgo lo puedes observar a continuación: