CANNES. Mientras que el estreno el martes de la tan esperada película de Quentin Tarantino, Once upon a time in Hollywood, dividió a los críticos y dio origen ayer a una controvertida conferencia de prensa ofrecida por el director y sus estrellas Brad Pitt y Leonardo DiCaprio, a dos días del cierre del certamen y cuatro películas más en competición, el panorama no parece que podría cambiar de manera sustancial respecto a los filmes candidatos a la Palma de Oro, donde Pedro Almodóvar con Dolor y Gloria lleva la delantera en la opinión de los críticos y los pronósticos, a menos que suceda una sorpresa del último momento.
Por lo pronto, las dos películas estrenadas ayer en competición resultaron pésimas. Ambas están situadas dentro de la corriente francófona, una de Quebec, Canadá y la otra de producción y director francés.
Tarantino regresa por la gloria a Cannes
En Matthias y Maxime, el ex joven prodigio y prolífico cineasta de Quebec e igualmente actor Xavier Dolan, nos ofrece una nueva entrega de sus temas favoritos: los problemas de familia y las relaciones homosexuales.
La cinta gira alrededor de dos jóvenes que sienten una poderosa mutua atracción sexual, misma que afectará de manera determinante las relaciones con su entorno, hasta que sus vidas toman rumbos diferentes.
La película de interminables y casi caóticos diálogos deja poco espacio al desarrollo pausado y reflexivo en la relación de los dos jóvenes. Debo admitir que esta fue la película donde más sufrí en este festival por su interminable verborrea.
Aún más floja resultó la producción francesa Roubaix, una luz en la que el realizador Arnaud Desplechin ( Tres recuerdos de mi juventud, multipremiada en la Quincena de Realizadores en 2015), regresa a su ciudad natal Roubaix donde bajo el pretexto de un interrogatorio policíaco por el asesinato de una señora de edad, plasma una película que se parece más a una serie policíaca de las destinadas a la televisión.
Quizás, de todas las películas presentadas hasta ahora en competencia, ésta es la que no debería haber sido seleccionada ni en esta ni en alguna otra sección del festival. Sin duda alguna, este fue el peor día para las películas en competición desde el inicio del certamen.
Acercándonos al final de este 72 festival de Cannes, donde como se espera, la atención de los críticos, los medios y del público la monopolizan las películas en competición y los realizadores de renombre, vale la pena destacar la presencia en otras secciones de notables representantes de algunas cinematografías que no estuvieron en competición. Este es el caso de la selección de filmes provenientes de Rusia y de países anteriormente integrados en la ex Unión Soviética que se pudieron ver en la sección Un Certain Regard.
El joven ruso Kantemir Balagov estrenó su segundo e interesante largometraje Una chica grande, después de haber presentado aquí en 2016 su excelente primera obra Cercanía (Premio Fipresci). Su colega Larisa Sadilova estrenó en la misma sección Una vez en Trubchevsk, mientras que el ucraniano Nariman Aliev presentó su debut Evge.