Bajo la premisa de que la libertad es un derecho el cual todos los seres humanos deben ejercer con equidad, el espectáculo unipersonal Por temor a que cantemos libres, creado y protagonizado por la actriz Lizeth Rondero, se presentará a partir del 16 de mayo en el teatro El Granero Xavier Rojas del Centro Cultural del Bosque.
Después de escenificar un fragmento de la pieza teatral que pertenece al ciclo Perspectiva de género, la artista aceptó que se trata de una propuesta feminista, pero planteada desde la idea de que las mujeres viven una etapa de emancipación que todavía no es total, "porque nos sentimos amenazadas de que nos pase cualquier cosa".
Junto con Felipe Rodríguez, quien se encargó de la dramaturgia del montaje de la compañía Teatro de los Sótanos, Rondero abundó sobre la intención de éste que fue darle voz a quienes fueron privadas de su libertad por el hecho de atreverse simplemente "a pedir el divorcio", situación que se encuentra documentada en archivos y al respecto de la investigación, Lizeth dijo que también recurrió a fuentes femeninas antropológicas.
"Mi intención era conjuntar un espectáculo musical donde se plasmara lo que es ser mujer en México desde épocas anteriores. Me interesaban los personajes que no fueran poetizas o artistas, que tuvieran visibilidad y me encontré con la historia apasionante del encierro al que las sometieron. Había unos casos de juicio de unos lugares que denominaban depósitos en los que pretendían proteger a las mujeres, alejarlas de la vida pública, raptándolas encerrándolas para su propia protección y las sentenciaban mandándolas a hospitales, hospicios o la casa materna, nunca alcanzaban la mayoría de edad, aunque tuvieran 40 años".
Por temor a que cantemos libres, que se realizó con la beca de creadores escénicos de Fondo para la Cultura y las Artes (FONCA), hace dos años, la puesta en escena narra cinco episodios donde una artista une las historias por medio de números musicales. El primero es La amante del diablo, que cuenta la experiencia de una beata del siglo XVII, quien decide confesar sus deseos sexuales ante el tribunal de la Santa Inquisición, con el argumento que está poseída por el demonio. El segundo se titula Olvidada, una mujer confinada por su atrevimiento a pedir el divorcio a su esposo.
Por su parte, La Panadera trata de una mujer que decide independizarse y como consecuencia es tratada como un objeto, es mal vista y criticada. El cuarto capítulo, La asesina, aborda la historia de una tamalera muy mencionada en los años 70 que vivía en la colonia Portales, decidió matar a su marido porque abusaba de ella y de sus hijos.
Para la quinta y última escena, está La chica universitaria, que apuesta a la esperanza de un mundo mejor y más igualitario entre hombres y mujeres.