Dos proyecto colectivos le esperan al músico y actor Pedro de Tavira para comenzar el 2020. En enero reestrenará junto a Laura Almela, Daniel Giménez Cacho y Ana Clara Castañón el exitoso montaje de la obra de Edward Albee ¿Quién teme a Virginia Woolf?, en el Teatro El Milagro.
“Vamos a estar del 15 de enero al 9 de febrero”, comparte de Tavira acerca de este montaje sin director, cuyo trazo escénico corre a cargo de los mismos actores.
El otro proyecto es con la Cátedra Ingmar Bergman de la UNAM, que producirá una obra del director francés Pascal Rambert (de quien se ha montado en México la obra Clausura del amor), “no tiene nombre por ahora porque es una creación que él va a hacer”, adelanta el actor. “Rambert suele escribir las obras para sus elencos, aquí congregó a un grupo de actores y a partir de los actores que tiene, nos escribirá una obra que aún no conocemos; somos seis o siete en escena, nunca había trabajado así, pero es muy interesante, creo que hay que probar distintas formas de hacer teatro y apostarle también”.
Entrevistado al final de la entrega de la Medalla Bellas Artes a su padre, el dramaturgo, actor y director Luis de Tavira, Pedro de Tavira habló acerca de lo que significa para él provenir de una familia teatral. De su padre recordó que le ha dado todos los consejos de la vida viéndolo ensayar. “Crecí yendo a sus funciones y escuchando sus clases. Nunca me formé propiamente con él, aunque estudié en el CUT (el Centro Universitario de Teatro, que Luis de Tavira impulsó), pero me ha dirigido, hemos colaborado como creativos, yo haciendo música, él dirigiendo y las mejores clases que he tenido han sido al lado suyo, en la mesa de trabajo, en butacas, escucharlo hablar es recibir una cátedra todos los días”.
Compartió cómo ha estado relacionado con la escena desde muy pequeño. “El primer recuerdo que tengo de una obra de mi padre, que es el mismo que tengo de una obra de mi madre (la actriz Julieta Egurrola) es Clotilde en su casa, de Jorge Ibargüengoitia, por ahí de 1990, yo tenía cinco años y es un recuerdo muy fresco”.
Y es que, en el seno de su familia, está el amor por el teatro, concluye. “Aunque nunca fue la intensión de mis padres incitarme a mí o a mis hermanos a amar el teatro, lo mamamos de ver lo importante que es para ellos y entender así el mundo. Decidimos dedicarnos a lo mismo y continuar haciendo teatro gracias a esa pasión que vimos en ellos”.