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"Hoy no hay manera de llegar primero a una tragedia sin que nos gane un tuitero; en cosa de segundos los testigos y víctimas suben sus videos a la red"...

Ulises Castellanos

  · domingo 10 de febrero de 2019

Twitter: @MxUlysses

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Pocos profesionales de la imagen son tan brillantes y asertivos como lo es el maestro Francisco Mata Rosas, uno de los mejores fotoperiodistas que ha dado este país en los últimos 30 años. Hace unos días en el cierre del primer foro de fotografía documental que organizamos en la Fundación Elena Poniatowska, el talentoso Paco Mata, ofreció una conferencia magistral que expuso con claridad los retos del presente y el futuro de la imagen a nivel global.

A Mata Rosas lo conozco desde hace poco más de 25 años y por supuesto que ya nada es como antes; nuestra generación creció y trabajó la fotografía documental directa con fuerte influencia de lo que se venía haciendo desde la segunda mitad del siglo XX, la “no intervención” de la escena como premisa y la “objetividad” como prueba irrefutable de verdad.

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No haré aquí una reseña de la conferencia de Mata, porque fue muy vasta y compleja, y no da el espacio de esta columna para una síntesis de todo lo que nos expuso; más bien compartiré una reflexión sobre lo que nos dejó escucharlo aquella tarde en la Escandón.

Hoy en día los géneros periodísticos se mezclan, la fotografía informativa compite con lo que hacen los usuarios de redes y aunque los profesionales ya perdimos el monopolio de la imagen desde hace mucho, el fotoperiodista sigue siendo un factor de verificación, frente a la manipulación colectiva y la mentira desatada en redes.

Hoy no hay manera de llegar primero a una tragedia sin que nos gane un tuitero; en cosa de segundos los testigos y víctimas de cualquier evento trágico suben sus videos a la red y es así cómo nos enteramos de cualquier desastre; lo que sigue es ir a verificar, sintetizar y narrar la historias de manera profesional.

En 1984, cuando la explosión de San Juanico, en el Estado de México; la explosión mató a decenas de personas y nadie hizo fotos de aquel instante, las imágenes que recordamos son las de Fabrizio León publicadas al día siguiente en el diario La Jornada. Sí, amigos millennials, casi 24horas después apenas estábamos viendo las fotos en los diarios.

Hace un par de semanas cuando estalló el ducto de Tlahuelilpan en Hidalgo, los primeros videos (que no fotos), fueron registrados por militares y testigos, sin embargo, n o podemos recordar una foto emblemática de nuestros colegas al día siguiente, a pesar de que varios profesionales acudieron más tarde a registrar la tragedia en el lugar de los hechos. La saturación visual reduce el tiempo de contemplación y nuestra capacidad de memoria. Así las cosas. No hay manera de ganarles en tiempo y oportunidad a los usuarios de redes.

Familiares intentaron reconocer los restos / Foto: Roberto Hernández

Esto nos lleva a reflexionar sobre el objetivo actual del fotoperiodismo, antes nuestra tarea era difundir: “así fue”; hoy se trata de verificar, mediante la idea general de “así lo ví” y esta son sus historias. Paco Mata sentenció que hoy era urgente tener más editores que fotógrafos en los medios y es verdad.

No se trata pues ya de denunciar los “horrores de la vida”. Si no de conocer los hechos a través del relato con imagen, audio y video. Levantar historias y construir una narrativa que genere interés en la gente, más allá de la nota en imagen. Es por ello que hoy el fotoperiodista promedio debe multiplicar sus habilidades narrativas. Debe incorporar video y la capacidad de síntesis suficiente para hacerlo rápido, preciso y breve. Y pienso que adicionalmente los medios deben usar mejor la imagen fija y en movimiento al momento de presentarlas a su audiencia. La imagen es el ancla.

Francisco Mata nos invitaba en aquella charla a transitar de los códigos cerrados (foto fija en blanco y negro) a los códigos abiertos, incorporando: estética, punto de vista, audio, video y foto fija. Y yo agregaría a “saber contar historias” qué conecten con la gente, que toquen emociones y que al mismo tiempo dimensionen toda tragedia desde el punto de partida más humano: su gente.

La idea es superar el “esto es …” al “esto vi…”, es decir, te lo cuento para compartir y además crear interactividad con la premisa hacia el consumidor de información de ofrecerle la oportunidad de saber lo que “él piensa”. Es una comunicación nueva de ida y vuelta. Absolutamente transversal.

Es cierto, “todo se vale, pero no todo funciona”, hoy debemos multiplicar los canales de comunicación, desde medios tradicionales hasta nuevas plataformas, pero hacerlo bien, y por supuesto, aprovechar las redes sociales y su infinita penetración para llegar a todas las audiencias.

Foto: Especial

Hoy en día el periodista “profesional” y el “ciudadano” usamos casi las mismas herramientas e infraestructura tecnológica. Cualquier ciudadano puede hoy desde una zona de desastre, documentar y compartir al instante; y eso antes era un privilegio exclusivo de los medios y sus periodistas.

¿Entonces cómo le hacemos? No es sencillo, pero hay un camino: el profesionalismo, el ojo educado, la pluma certera, la edición, el talento para jerarquizar, la forma como lo contamos y presentamos. En fin, existen soluciones y herramientas, el tema es conocerlas y aplicarlas. Fue una tarde de enorme aprendizaje con Mata, como siempre que nos encontramos.

Creo que se está gestando una nueva manera de comunicar y un nuevo entorno para su difusión y contacto con las audiencias fragmentadas pero ansiosas de conocer, ver y saber lo que nos sucede. O, ¿ustedes cómo lo ven?