Derivado del debate de las últimas semanas sobre plagio o manipulación, permítanme retomar algunas consideraciones que ya hemos comentado en otras ocasiones, sobre la responsabilidad en la edición fotográfica informativa, y que no se puede tomar a la ligera.
Hacer una fotografía es sólo el arranque de un largo y complejo proceso que debe transitar toda imagen, antes de llegar a su destino final, que es la mirada de nuestro lector. Usted pues.
La pregunta planteada hace tiempo desde que publicamos en 2015, un libro en la Universidad Panamericana sobre este tema fue: ¿Editamos igual para medios digitales que para los medios impresos? Y la respuesta obvia es no. Porque los espacios son diferentes. El territorio de lo digital es casi ilimitado y mucho más interactivo, mientras que en los diarios o revistas es acotado y eso lo cambia todo. La clave está en saber ver.
Pero ¿quién define esa última escala? ¿Quién es el editor de fotografía? ¿Cómo se construye un discurso visual? ¿Qué elementos deben ser tomados en cuenta? ¿Cómo se jerarquiza lo visual?
Lo he dicho antes, pero parece que se olvida, ahora más que nunca, el rol del editor de fotografía es clave en todo medio informativo profesional, (digital o impreso) y éste debe trabajar en equipo siempre; le toca revisar el material de los fotógrafos; pero también el de las agencias y adicionalmente la “basura” visual que hay en redes, y al mismo tiempo estar pendiente de las perlas negras que el océano digital proporciona.
Perdonen que insista, pero “la imagen periodística como información, es sagrada y debe ser respaldada siempre por nuestra credibilidad, fuerza informativa y calidad estética”. Y por supuesto siempre estar atentos para detectar y denunciar las mentiras o imágenes manipuladas que rebotan en redes, pero que parecen creíbles y oportunas.
Hoy, la responsabilidad en la edición fotográfica se enfrenta a nuevos paradigmas, y el reto consiste en comprender el lenguaje visual de manera profesional y certera. Además de contar con reflejos para reaccionar en el momento oportuno.
El editor de fotografía de un medio informativo debe contar con cultura visual sólida, conocer y saber de otros fotógrafos, medios y corrientes contemporáneas. Debe ser un profesional a cabalidad en el manejo de imagen y gestión de equipos de trabajo.
La narrativa visual informativa de hoy en día transita en tiempo real, a través de las redes y en un contexto de competencia incluso internacional. El fotoperiodista trabaja en el terreno y sintetiza con su mirada un hecho inesperado o una historia humana, pero el editor debe potenciar lo que el periodista visual encontró en la calle y presentarlo de una manera atractiva, en colaboración estrecha con el equipo de diseño y el área editorial.
Así lo publicamos en nuestro libro: “Editar es jerarquizar, ordenar y proponer lo mejor de la oferta visual disponible, partiendo del supuesto de que sabemos ver con base en una experiencia profesional”. La edición no consiste en eliminar sólo lo que no sirve, se trata de encontrar la imagen que comunica mejor lo que de otra manera no puede ser contado.
Así las cosas, la idea es que en toda redacción profesional, el papel del editor de fotografía sea respetado y atendido. No sólo debe ser un distribuidor de asignaciones, debe tener capacidad de propuesta, ser un líder y contar con la agilidad mental para evitar que en su redacción caiga un autogol derivado de las “Fake News” que invaden las redes y que cada día retan la inteligencia de todos los editores que hoy están en los medios.
Editar es jerarquizar, pues.