Esta semana se publicó un texto del maestro Francisco Mata en el portal de "Periodistas de a Pie" que dirige Daniela Pastrana y que recientemente ha incorporado una sección para reflexionar sobre la fotografía y que coordina mi buen amigo Duilio Rodríguez.
El texto de Mata se titula "Fotografía documental: paradoja de la realidad" y es muy bueno, puntual e inteligente, como su autor. Siempre he considerado a Francisco como uno de los mejores fotógrafos de su generación y uno de lo más inteligentes analistas de la imagen que yo conozco.
Su texto me dejó con muchas reflexiones sobre la imagen y me parece genial como describe nuestros tiempos modernos. Sin embargo, me gustaría responder algunas de sus preguntas, aunque no alcance su nivel de lucidez, para exponer el tema. No pretendo polemizar, y menos con él, a quién además considero ya, un entrañable amigo desde hace muchos años. Veámoslo como un ejercicio de convivencia intelectual. Comienzo por citarlo textual.
"En el contexto de las nuevas maneras de producir, difundir y leer las imágenes fotográficas, es cada vez mas difícil establecer barreras o fronteras precisas entre los géneros, las técnicas, las interpretaciones, las intenciones o las lecturas de la fotografía. Cuando hablamos del trabajo documental, ¿de qué fotografías estamos dejando de hablar?, ¿una imagen por el solo hecho de ser construida pierde este carácter de documento?, ¿cómo podríamos establecer las características básicas que nos definan a la fotografía documental?, ¿es esta manera de fotografiar un conjunto de certificados de veracidad?, ¿la foto no documental es entonces un montón de mentiras?".
Y ahora trataré de responder sus preguntas desde mi óptica.
"¿De qué fotografías estamos dejando de hablar?" Aunque Paco dice que: "Hablar de foto directa ya no basta para definir al documentalismo" con lo que coincido plenamente, solo agregaría que desafortunadamente el debate sobre la fotografía documental y periodística en nuestro país es muy pobre e intermitente. En los ochenta se debatía con mayor pasión y desde distintas plumas, hoy eso no existe, salvo un par de excepciones, quizá esto último se explica derivado de la pérdida de relevancia que hoy le dedican la sociedad y sus medios a la producción fotográfica documental, al menos en México.
Es un hecho, que sólo por mencionar una categoría, la fotografía periodística está en fuerte recesión, falta de espacio, salarios bajos y una industria que vive su peor momento financiero y de influencia social. Se perdió el monopolio de la información, la palabra y la imagen, frente al embate de las redes sociales.
En las dos últimas décadas del siglo pasado y quizá la primera de este nuevo siglo, ser fotoperiodista era relevante para los medios y para nuestra sociedad en su conjunto. Había coloquios, encuentros, libros, concursos, suplementos, exposiciones, talleres y una intensa vida fuera de las páginas de los diarios y revistas.
Eso se ha esfumado en la última década y son contados los esfuerzos que unos y otros permanentemente hacemos. Así que, en lo hechos, hoy en día, si se ha dejado de hablar de fotografía documental y periodística, y los jóvenes universitarios ya no retienen ni los nombres de los colegas cuando hacen una buena foto porque la vieron pasar en Twiter en menos de un segundo. Así que, de eso, es también de lo que estamos dejando de hablar.
"¿Una imagen por el solo hecho de ser construida pierde este carácter de documento?" Aunque Mata plantea una hibridación de distintas categorías y sustenta muy bien lo argumentado, yo creo que sí, que si se pierde ese "carácter de documento" cuando de alguna manera el autor (que se ostenta como fotoperiodista) interviene o construye una realidad alterna al hecho original, dado que se cruza una línea sin retorno, el de la imaginación. Ahí están los célebres casos de Giorgio Viera y Narciso Contreras, uno haciendo pasar su "creación y plagio" como "trabajo documental" y el otro "desagregando" información que le quitaba el "carácter" de exclusividad a su imagen. Y ya sabemos cómo terminaros esas historias. Por ello la "construcción" me parece el antagonista más obvio de la fotografía directa o documental.
"¿Cómo podríamos establecer las características básicas que nos definan a la fotografía documental?" Sencillo. Apegarse lo humanamente posible a los principios de honestidad y veracidad que al periodismo atañen. Obvio aceptando la subjetividad del autor. Pero sin aceptar mentiras.
"¿Es esta manera de fotografiar un conjunto de certificados de veracidad?" No, eso depende de cada imagen y su contexto. Pero la mentira es la mentira, venga de donde venga.
"¿La foto no documental es entonces un montón de mentiras?" No. Tampoco, tampoco. Insisto, dependería de su contexto y de su intencionalidad. La fotografía "No" documental tiene su narrativa, su espacio y su pertinencia; es el equivalente a una novela, si está bien escrita, felicidades, pero nadie en su sano juicio cree que los hechos narrados en una novela son hechos "reales".
Así pues, termino comentando respecto del ejemplo que da Francisco Mata, sobre el trabajo "documental" de Robert Doisneau, que, en mi caso, si se detonó una decepción personal al enterarme que eran personas pagadas por el autor, para besarse en la calle, y que hizo pasar por "espontánea". Tan es así, que descolgué esa foto de mi sala cuando supe aquello.
Para mí, el valor del trabajo honesto sobre lo fotográfico periodístico o documental, sigue teniendo un valor esencial. Así las cosas, aprovecho para dejarles por aquí el link original del texto de Mata, que es infinitamente más profundo y mejor, que lo que acaban de leer: "Fotografía documental: paradoja de la realidad”.
Gracias Paco, por hacernos reflexionar siempre con inteligencia, sobre nuestro quehacer profesional.